*No es que la CNTE le haya tomado le medida a AMLO, ni que éste tema imponer la autoridad, lo que sucede es que las instituciones, el gobierno y el presidencialismo dieron lo que tenían que dar
Gregorio Ortega Molina
El gobierno y el Estado están escindidos, dejaron de ser parte de lo mismo; los gobernantes ya no representan la autoridad, el respeto, el orden institucional, puesto que las instituciones se convirtieron en lastre de la República.
Me explico. Las consecuencias del 2 de octubre, el 10 de junio, la Guerra en el paraíso, el partido hegemónico y el deshonroso comportamiento de los presidentes de la República de los últimos ocho lustros, obligaban a una reforma del Estado que no quisieron hacer… se limitaron a un corrimiento de los factores de poder y terminaron por compartirlo con los poderes fácticos, primero, y con el Estado dentro del Estado en que se convirtió la delincuencia organizada, después.
Creyeron que la alternancia, para empezar, y luego la partidocracia, serían suficientes para contener las exigencias de una sociedad ahora compuesta por 120 millones de personas con intereses tan dispares, que ya es insuficiente el gobierno de un solo hombre.
David Garay fue el primer Secretario de Seguridad Pública del gobierno del Distrito Federal cesado, exhibido y vituperado, porque Ernesto Zedillo Ponce de León hizo patente su miedo a cumplir con el mandato constitucional del uso de la violencia legítima del Estado. A los anteriores no les tembló la mano, aunque el episodio de Acteal es un parteaguas; después, con todo y guerra al narco -Felipe Calderón Hinojosa se las apañó para solucionar dialécticamente su dilema moral, y encontró la manera de matar con el pretexto de la guerra justa- los presidentes nadaron de a muertito, porque fueron otras manos las responsables de esas ejecuciones extraconstitucionales.
La CNTE, que ha hecho de su actividad profesional meta-curricular una fuente de ingresos y de poder sui generis, en la que se ha entrenado al menos durante los últimos 5 sexenios, está decidida a jalarle los bigotes al tigre, porque tiene la certeza de que el uso legítimo de la fuerza del Estado no caerá sobre esa organización; intuye o sabe que el poder presidencial dejó de ser lo que era, está compartido y debilitado, y restituirlo en las manos de un solo hombre -ellos, los integrantes de la organización para magisterial, lo entienden así- es algo más que imposible.
El milagro mexicano dejó de existir, como desapareció ese presidencialismo imperial al que fortaleció, encumbró y convirtió en mito, gracias a una estabilidad y crecimiento económico que se fueron para jamás regresar.
No es que la CNTE le haya tomado le medida a AMLO, ni que éste tema imponer la autoridad, lo que sucede es que las instituciones, el gobierno y el presidencialismo dieron lo que tenían que dar.
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