Gregorio Ortega Molina
*AMLO, quien juró guardar y hacer guardar la Constitución, toma sus decisiones en los linderos del error y rechazo a la ley. El Pacto Federal inicia, continúa y se fortalece en el hecho de hacer responsables a los gobernadores de sus decisiones administrativas y políticas, pero también en darles los recursos fiscales necesarios para que puedan equivocarse, o acertar
¿Cuánta sangre mexicana ha costado el federalismo, y traiciones, y desengaños? ¿Está consolidado? ¿Puede balcanizarse México? ¿Es una respuesta la restauración del presidencialismo autoritario?
El cogollo del proyecto de gobierno de AMLO para imponer su Cuarta Transformación y dar cauce fluido a la regeneración nacional, radica en una rápida, eficaz y absoluta centralización del poder. El control total sobre las decisiones que pudiesen animarse a tomar los gobernadores.
El único calzonudo que marca un alto, es el gobernador de Jalisco. Enrique Alfaro fue quien abrió la puerta para que el presidente constitucional, AMLO, se comprometiera a que los súper delegados se convirtiesen en convidados de piedra en los asuntos de seguridad pública de las entidades federativas. Habremos de ver cómo le hacen con la centralización del gasto en salud y en la nueva manera en que desean gestionar los programas federales, supervisados, me dicen, por Andrés Manuel López Beltrán.
A pesar de los descalabros que enfrentan por la poco aseada manera de resolver la rescisión del contrato del AICM, y por el rechazo a la primera oferta de compra a los tenedores de los bonos, deduzco que habrá un replanteamiento de las estrategias, pero no para dialogar y conciliar, sino para endurecerse, en la persistencia de la idea de no ser comparado con un florero, y olvidando que esos objetos decorativos pueden convertirse en un culto, si los colocan donde puedan ser admirados.
La Guerra con Estados Unidos que culminó en la mutilación del territorio de la república, más la intervención y la guerra de Reforma, son producto de ese repelús que los presidentes mexicanos han sentido por el federalismo. Esa actitud desde el poder para fomentar la los rencores sociales, ha hecho de México un país confrontado, únicamente solidario en la desgracia, con los perdedores, pero nunca en los casos en los que es necesario ceder y compartir para lograr objetivos comunes.
AMLO, quien juró guardar y hacer guardar la Constitución, toma sus decisiones en los linderos del error y el rechazo a la ley. El Pacto Federal inicia, continúa y se fortalece en el hecho de hacer responsables a los gobernadores de sus decisiones administrativas y políticas, pero también en darles los recursos fiscales necesarios para que puedan equivocarse, o acertar. Serán sujetos de la revocación de mandato, no como una amenaza desde el centro, sino como una oportunidad de gobernar bien, para que los dejen en paz.
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