Pablo Cabañas Díaz
Las controversias entre Andrés Manuel López Obrador y el Banco de México (Banxico) van a repetirse de nuevo en diciembre, cuando el presidente electo asuma su cargo y despache con pleno poderes en Palacio Nacional. La última controversia pública que tuvieron un presidente y un gobernador del banco central se dio durante la administración de Felipe Calderón, cuando este le reclamó a Guillermo Ortiz, la prevalencia de tasas de interés en niveles altos que entorpecían la recuperación económica. Al final el banco central, con todo y críticas, mantuvo su política monetaria restrictiva y logró su objetivo de controlar la inflación. Felipe Calderón no postuló a Ortiz Martínez para un segundo mandato por el contrario, impulsó a Agustín Carstens. Fue aquel un episodio positivo, porque se dejó ver el valor de la autonomía, aun en contra de lo que pensara el propio presidente de la República.
En este sexenio Luis Videgaray tuvo una serie de desavenencias con Agustín Carstens. Con la llegada de Alejandro Díaz de León para sustituir a Manuel Sánchez, a inicios de 2017, la Junta de Gobierno de Banxico estaba dominada por banqueros cercanos a Carstens, a diferencia de la Junta anterior, con Guillermo Ortiz, que tenía mayor pluralidad, con dos subgobernadores del sector privado. Las disputas eran entre tecnócratas pero había un acuerdo sobre el proyecto económico a seguir . Pero en el próximo primero de diciembre será diferente. En Baja California Sur el pasado martes el López Obrador expuso: ¿Ha estado muy bien el neoliberalismo, hay que aplaudirle? ¿Por qué no aceptan que fue un fracaso la política neoliberal, que sólo benefició a una pequeña minoría, empobreció a la mayoría del pueblo, produjo la inseguridad, la violencia?”.
La primera decisión de Morena será definir en quien se tendrá que hacer la sustitución del subgobernador Manuel Ramos Francia, cuyo mandato se termina. Los banqueros buscan que esa posición sea negociada con Alfonso Romo. En los próximos días la cúpula financiera habrá presiones muy concretas en este sentido. El Presidente electo destacó que en cuatro años de inversión extranjera han llegado 60 mil millones de pesos, 15 mil millones por año y que se está extrayendo un millón 800 mil barriles diarios, como se hacía hace 40 años. “Ha resultado un fracaso”. Finalmente, López Obrador también ofreció una disculpa a quienes estén enojados por sus declaraciones.
La tensión del fin de semana entre Morena y Banxico seguirá su inicio se encuentra en la primera reunión de López Obrador con Díaz de León, en la cual el banquero le expuso al presidente electo, palabras más palabras menos, que el plan de austeridad de Morena le preocupaba porque lo entendía poco viable y creía que eso podía comprometer las reservas y complicar la inflación. La reunión terminó antes de lo previsto y el presidente electo se retiró de mal talante. Creer que López Obrador es un opositor que no conoce los laberintos de lo que implica el poder real como se lo hizo sentir Díaz de León fue un error que habrá de marcar su gestión de ahora en adelante.