CIUDAD DE MÉXICO.- En la Ciudad de México, los espacios públicos están dejando de ser solamente lugares de paso para convertirse en puntos de encuentro, desarrollo y esperanza. Las UTOPÍAS (Unidades de Transformación y Organización para la Inclusión y la Armonía Social) son la expresión más clara de este cambio de paradigma: recintos multidisciplinarios que integran cultura, deporte, salud, arte y ciudadanía viva en zonas históricamente marginadas. Hoy, estas unidades son un ejemplo global de cómo se puede construir bienestar desde lo cotidiano.
Este ambicioso proyecto surgió en Iztapalapa bajo el liderazgo de Clara Brugada, como una política pública profundamente humanista, diseñada para atender a quienes más lo necesitan. En lugar de obras monumentales vacías de sentido, se construyeron espacios integrales para todas y todos, donde lo más importante es lo común; una clase de natación para niñas y niños, una orquesta comunitaria, una mujer que encuentra un círculo de apoyo, una persona mayor que recupera su salud y autonomía a través del movimiento.
El Gobierno de la Ciudad de México, a través de la Secretaría de Obras y Servicios (SOBSE), ha comenzado la construcción de seis nuevas UTOPÍAS en distintos puntos de la ciudad: Ciudad Deportiva Magdalena Mixhuca (Iztacalco), Oyamel (La Magdalena Contreras), CETRAM Acatitla (Iztapalapa), Deportivo Ceylán (Azcapotzalco), Utopía del Maíz (Tlalpan), y Deportivo Hermanos Galeana (Gustavo A. Madero), esta última será la más grande con 20 hectáreas de infraestructura, incluyendo una nueva Clínica Condesa. Se estima que todas estarán terminadas en diciembre de este año, y otras cinco unidades más están en proceso de adjudicación o licitación, consolidando una red metropolitana de bienestar y transformación social.
Pero más allá de las cifras, lo que distingue a las UTOPÍAS es su esencia, son pensados desde la comunidad y para la comunidad. Son espacios que fueron diseñados para garantizar derechos básicos a la población local, especialmente en zonas donde durante décadas se negaron oportunidades.
El verdadero valor de las UTOPÍAS es que no son un destino, son un modelo. Un modelo que gobiernos de otros países ya están mirando con atención. Personas de distintos lugares del mundo han dicho con asombro que esto debería replicarse en ciudades de Asia, Europa y Medio Oriente. Que esto es una herramienta que podría transformar realidades urbanas en cualquier rincón del planeta.
Y esa es, quizá, la mayor enseñanza de las UTOPÍAS: que no hace falta esperar el futuro. El futuro se puede construir hoy, desde el barrio, con voluntad política, diseño social y amor por lo colectivo.
Este es el mensaje que debería cruzar fronteras. No para invitar a venir a ver, sino para inspirar a replicar. Para que las ciudades del mundo digan: “Queremos hacer eso también. ¿Cómo lo lograron?” Y México pueda responder con vocación generosa de compartir su experiencia.
Las UTOPÍAS son la prueba tangible de que sí es posible imaginar otra ciudad. Y hacerla realidad.
AM.MX/FM