CIUDAD DE MÉXICO.- El conflicto entre Israel e Irán no está arrojando los efectos esperados. Si bien el precio del petróleo se ha elevado, no ha superado sus niveles a inicios del año. El dólar no ha podido recuperar su estatus de refugio.
Así lo señala Philippe Waechter, Economista en Jefe de Ostrum AM, quien examina el conflicto en Medio Oriente y sus repercusiones en los precios del petróleo, en un panorama que se ha vuelto menos cooperativo, ante las recientes las tensiones bélicas entre Israel e Irán, que podrían continuar desestabilizando el entorno internacional.
En general, en caso de un shock, los inversionistas suelen apresurarse a favorecer a la divisa estadounidense, al considerarla un activo libre de riesgo.
Igualmente, tampoco hubo ningún impacto significativo en las tasas de interés a largo plazo ni en Estados Unidos ni Europa.
De hecho, esto podría parecer un choque menor, pero la forma en que se resuelva el conflicto sí tendrá un impacto significativo. Así, los inversionistas, sin un panorama claro sobre el rumbo que este evento tomará, están en modo “ver y esperar”.
Dos consideraciones:
• El dólar se está depreciando, más afectado por los posibles anuncios de Donald Trump acerca de aranceles adicionales a implementarse en julio que por la guerra. ¡Lo primero podría tener más efectos persistentes!
• El precio del petróleo no se ha incrementado considerablemente. Un artículo del pasado fin de semana en el Financial Times sugirió que el rápido aumento en la producción de petróleo anunciado por Arabia Saudita para junio podría estar relacionado con esta caída acelerada. En tal situación, el riesgo de una conflagración regional podría disminuir.
¿Qué ocurriría en caso de un impacto más severo? Dos dimensiones.
• La primera dimensión podría ser un alza drástica y sostenida en el precio del petróleo. El efecto podría volverse inflacionario muy rápido. Por lo general, los bancos centrales no reaccionarán. Ignoran qué precio tendrá el petróleo en tres a seis meses. Por tanto, asumir una posición ante el aumento del precio del petróleo significa asumir el riesgo de encontrarse en la ruta equivocada en tres a seis meses si los precios se desploman. En el año 2022, la Fed elevó la tasa de referencia ante la problemática de la escasez, particularmente de semiconductores. El Banco Central Europeo solamente intervino cuando la crisis de la energía dio un giro persistente con el alza conjunta de los precios del gas y la electricidad.
Sin embargo, esta sería una buena razón para que la Fed no se apresurara a recortar las tasas de interés.
• La otra dimensión es la del prestamista de último recurso. En caso de un choque negativo, la Fed por lo general reactiva las líneas de swap en dólares para que nadie se quede sin liquidez. Las transferencias de dólares, una divisa refugio, se vuelven entonces considerables y el impacto se amortigua. Así, la coordinación y complementariedad de los bancos centrales juega el papel central que le corresponde. Pero, ¿qué pasa si los activos de EE.UU. ya no son percibidos como libres de riesgo? ¿Qué pasa si el dólar ya no es una divisa de refugio seguro? La crisis que sigue al choque sería terriblemente volátil e impredecible. El impacto sería brutal y persistente. Además, ¿podría la Fed asumir este papel de prestamista de último recurso ante las presiones de la Casa Blanca y con el mundo adoptando ahora una postura menos cooperativa? ¿qué juego van a jugar el Banco Central Europeo y el Banco de China? Las cartas se volverían a barajar, con nuevas reglas por inventar y escribir.
AM.MX/fm