CIUDAD DE MÉXICO.- Las sequías extremas, la sobreexplotación de acuíferos y un modelo agroindustrial intensivo han creado un escenario crítico en México que exige transformaciones profundas en el manejo del agua. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la actividad agropecuaria consumió 32.2% del total de agua extraída del medio ambiente para su uso en la economía en el año 2023.
El cambio climático ha modificado los patrones de precipitación en el país, lo que provoca escenarios áridos más prolongados e intensos que afectan las zonas rurales. Esta nueva realidad climática ocasiona que la dependencia de los productores a la extracción de agua subterránea incremente. La explotación de mantos acuíferos ocasionada por décadas de prácticas no sostenibles que superan la capacidad natural de recarga es el segundo componente de esta realidad.
“La agricultura tradicional de temporal, que representa la mayor parte de superficie cultivada nacional, coexiste con un modelo agroindustrial orientado hacia sembradíos de exportación con alta demanda hídrica. Productos destinados al mercado internacional requieren cantidades considerables de agua, lo que expone la intensidad del recurso necesario en las regiones productoras”, afirma Lucas Barrionuevo, Cofundador de Somos PURA, empresa especializada en purificación de agua.
El tercer elemento del escenario actual está en la estructura del modelo agroindustrial mexicano, que ofrece diferentes niveles de acceso a tecnologías hídricas según el tamaño de la operación. Las grandes empresas agroexportadoras han incorporado tecnologías de riego más eficientes, mientras que la mayoría de los productores rurales utiliza métodos tradicionales con menor eficiencia en el aprovechamiento del agua.
Esta diferencia tecnológica destaca un problema estructural: los pequeños y medianos productores enfrentan limitaciones en la modernización de sus sistemas de riego, mientras que las grandes corporaciones expanden sus operaciones hacia zonas con mayor demanda hídrica.
Somos PURA propone tres estrategias para revertir la crisis de agua rural en México.
⦁ Impulsar un nuevo paradigma de gestión hídrica rural: Donde las empresas no solo midan su consumo, sino que regeneren más agua de la que extraen. Bajo el enfoque Water Positive, el cual busca que organizaciones agrícolas, industriales y de servicios inviertan en tecnologías de captación, tratamiento y recarga de acuíferos, colaboren con comunidades rurales y financien infraestructura que devuelva el agua al entorno. La meta no es sólo operar con eficiencia, sino restablecer el equilibrio hídrico en los territorios.
⦁ Una iniciativa que empuje la reconversión hídrica agrícola: Un programa integral que combine incentivos fiscales, subsidios y asistencia técnica para la transición hacia sistemas de riego de alta eficiencia.
⦁ Participación del sector privado en infraestructura: El sector privado debe participar activamente mediante la creación de fondos de inversión especializados en infraestructura hídrica rural. El objetivo es financiar la construcción de plantas de tratamiento y reutilización de agua agrícola, sistemas de captación pluvial y tecnologías de desalación para zonas costeras áridas.
“La idea es que las empresas de logística, retail, alimentación, hotelería y energía asuman un rol activo en la regeneración hídrica. No se trata solo de compensar su huella, sino de invertir en soluciones, blindar sus cadenas de suministro y anticiparse al nuevo escenario regulatorio, generando impacto justo donde nace el valor que las sostiene”, concluye Leandro Barrionuevo, Cofundador de Somos PURA.
AM.MX/fm