OTRAS INQUISICIONES: Quién fue González Calderoni: El super policía

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Pablo Cabañas Díaz

Como ocurre en la captura de los grandes narcotraficantes, el gobierno estadounidense presionó al mexicano para que fuera capturado Félix Gallardo. La orden fue dada por Carlos Salinas de Gortari. La recibió Enrique Álvarez del Castillo y éste a su vez, quien sabía de las relaciones de González Calderoni, lo llamó y le ordenó que se valiera del compadrazgo para llegar hasta el capo, a la vez que le advirtió que se trataba de una orden presidencial, por lo que no podía fallar.

 

Paradójicamente, tan sólo una semana antes de su captura, Félix Gallardo había compartido el pan y la sal con la plana mayor de la Policía Judicial en lujoso restaurante de la Zona Rosa de la ahora Ciudad de México. Con más de un centenar de hombres, el 6 de abril de 1989, salió a Guadalajara, Jalisco, concretamente al fraccionamiento Los Arcos, llamado irónicamente por los lugareños como “Los Narcos”. Acordonó el lugar. Rodeó la residencia de Félix Gallardo y tomaron la casa por asalto. Ante el exceso en las acciones, Félix Gallardo reclamó airado al comandante  quien le dijo: “Compadre, me va a perdonar, pero se trata de órdenes del presidente. Hay presión de los gringos y no hay de otra. Así es de que me lo voy a jalar”.

 

Impotente y dolido por la traición, Félix Gallardo aceptó su derrota y sólo pidió que no tocaran a su esposa.  Para ello entregó 8 millones de dólares a su compadrito, quien no tuvo empacho en guardárselos y si bien no tocó a su comadre, si le permitió a su gente que ejecutara la viciada práctica del botín de guerra, apoderándose de todo lo de valor que encontraron en el domicilio.

 

Los cambios registrados en la PGR y la llegada como procurador de Jorge Carpizo MacGregor, lo hicieron temer por su estadía dentro de la dependencia, por lo que el 15 de octubre de 1992 solicitó licencia como comandante de la PFJ y se fue a los Estados Unidos. Sus presentimientos tuvieron fundamento. El 12 de febrero de 1993 la PGR dio a conocer que se había girado orden de aprehensión en contra de Guillermo González Calderoni por el delito de falsedad en declaraciones de situación patrimonial y se dijo que la fortuna del ya entonces ex comandante, ascendía a no menos de 400 millones de dólares, cifra que, obviamente, no hubiera podido reunir con su salario de policía, además de que poseía varios inmuebles y una empresa transportadora con una importante flotilla de tractocamiones.

 

El siete de febrero  de 2003, un balazo atravesó la ventanilla del Mercedes Benz, de González Calderoni. Tenía mucho que decir sobre el narcotráfico. A González Calderoni le perdieron las cosas caras. Su sueldo era alto pero no daba para casonas, lujosos coches, relojes de oro, trajes italianos, viajes de placer y periódicas fiestas con sus amantes. Las joyas, las pieles, los automóviles y hasta algún apartamento sepultaron a las mujeres cortejadas, y otros dinerales forjaron su estilo de vida. Tenía orejas donde había que tenerlas.

 

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