Por EDGAR GONZALEZ MARTINEZ
El plan está bastante obvio, pero no va a ser tan fácil que el mundo responda apoyando a Estados Unidos. El mundo está dolido con la forma altanera y descortés de Donald Trump y en la primera oportunidad le darán la espalda a ese país. Trump está haciendo lo correcto, pero se olvidó de las formas y la diplomacia.
En efecto para que EU vuelva a ser un país productor y exportador de bienes, alimentos, insumos y equipo pesado, lo primero es fortalecer al sector empresarial, al campo, al sector minero, a los productores de acero y aluminio, a todo el aparato productivo que mantuvieron relegado, convirtiendo al ciudadano de ese país en un consumidor pernicioso de productos y alimentos extranjeros. Esto no se logra de la noche a la mañana. Se requieren, antes, muchas estrategias y acciones, que a juicio de los que saben, pueden pasar unos 10 años.
Esa planta productiva olvidada, esos productores de naranjas, sandía, aguacates; de los mineros que sacan de la tierra y montañas las riquezas como el oro, la plata, diamantes, o los empresarios siderúrgicos que en un tiempo fueron los numero uno en esos bienes, en efecto, necesitan la protección de los aranceles, y poder competir en el extranjero con un dólar barato. Pero se olvidan que esos países que hoy han sido vilipendiados por Trump, mañana se cobrarán esas afrentas y les darán la espalda a los productos de Estados Unidos.
El dólar estadounidense- nos dice Pepperstone- inició la semana bajo considerable presión, golpeado por datos económicos que han aumentado la incertidumbre en torno a la fortaleza del consumo interno y, por ende, las perspectivas de política monetaria de la Reserva Federal. Y aquí es necesario explicar porqué los productores o exportadores de EU necesitan un dólar barato. Por ejemplo, si un productor de cucharas de aluminio la produce a 95 centavos de dólar, la necesita venderla en 1 dólar. En el mercado norteamericano, lo dijimos, el productor está protegido por los aranceles a los países que mandaban esa cuchara de aluminio a 1 dólar 10 centavos. No, ningún país podría enviar cucharas de aluminio o acero pues con los aranceles tendrían que vender esa cuchara en 2.50 dólar. Estarían fuera de mercado y los productores de EU, felices. Todo el marcado para ellos solitos.
Ahora bien, si ese mismo productor de EU quiere vender sus cucharas de aluminio en el mercado mundial, bien pudiera pedir por su producto 1.50 dólar. Pero los importadores de, por ejemplo, los países europeos, tienen que sopesar y hacer cuentas: con un euro, en efecto podían comprar una cuchara de aluminio de EU. Y si el dólar se devalúa y el euro se fortalece, con un euro pueden comprar 3 cucharas de aluminio de EU. Esto es perfecto para el productor de EU, pero se olvida que los países europeos también pusieron a EU un arancel de 25 o 30 o 50% a los productos de acero y aluminio, con lo cual el productor de cucharas de EU está fuera de mercado. La única forma es que Trump y su camarilla se trasladen a Europa y pongan una pistola en la cabeza de cada consumidor para que compren las cucharas de EU. ¡No, así no se maneja el mercado mundial de la oferta y la demanda!.
Por lo pronto, el consumo en EU está bajando peligrosamente. Las cifras más recientes de ventas minoristas de febrero mostraron un débil crecimiento mensual del 0.2%, notablemente por debajo del incremento esperado del 0.6%. Más preocupante aún resultó la revisión a la baja de las cifras de enero, reflejando una caída más profunda del consumo estadounidense durante los primeros meses del año. De las trece categorías monitoreadas, siete registraron caídas destacadas, particularmente restaurantes y bares, estaciones de gasolina, ropa y vehículos y autopartes, sectores importantes que sugieren una moderación en la disposición del consumidor a realizar gastos discrecionales.
La coyuntura actual presenta implicaciones particularmente sensibles para América Latina y, en especial, para México, cuya moneda muestra una reacción dual ante el panorama estadounidense. Si la Reserva Federal decide adoptar un enfoque más laxo, disminuyendo las expectativas de alzas futuras de tasas, el peso mexicano podría experimentar una apreciación, atrayendo mayor flujo de inversión hacia activos emergentes. Sin embargo, este efecto positivo podría verse rápidamente mitigado por las crecientes preocupaciones sobre una posible recesión en EU, lo que limitaría la capacidad del peso para consolidar ganancias sostenidas.
Y lo peor: la economía mexicana, altamente dependiente del mercado estadounidense, enfrenta una situación especialmente delicada, ya que cualquier deterioro adicional en los datos económicos norteamericanos podría generar repercusiones significativas. Este contexto exige una vigilancia estrecha por parte de inversionistas y autoridades económicas, conscientes de que la volatilidad del dólar y los mensajes de la Fed marcarán considerablemente el comportamiento de los mercados en las próximas jornadas.
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