*Efectivamente, tanto en la derecha como en la izquierda, el torturador es llevado a las mazmorras para, a su vez, ser torturado. El ciclo adquiere la imagen de un círculo perfecto, dentro del cual lo mismo quedan atrapados los poderosos que los parias. En los sótanos se difuminan las líneas que establecen las distancias sociales
Gregorio Ortega Molina
Tarde comprendo que el espectro político es circular. Unos y otros proceden con idénticas arbitrariedades, escudados en diferentes argumentos. Hay una sutil diferencia: la manera de empobrecer y humillar a la sociedad es más cruel desde la izquierda.
El veinte me cayó al concluir la lectura de Suicidio perfecto, en la que Petros Márkaris narra con pulcritud el resultado del éxito de ambas ideologías siempre antagónicas, en apariencia, pues los líderes que las enarbolan andan tras el mismo y único propósito: el poder, que se transforma en autoridad legal para matar.
Pienso en las consecuencias de las dos postreras banderas sociales y políticas del priismo, y las contrasto con el resultado de 76 meses de 4T, en los que estragaron a los mexicanos con mayor eficacia y menor tiempo que las siete décadas de sus antecesores. Los de Acción Nacional sólo calentaron la silla del águila, temieron hacerse con su destino histórico y ejercer un auténtico mandato constitucional.
Sólo uno de los secretarios de Gobernación con los que tuve trato profesional, me explicó la sutil diferencia del arte político: servir al Estado y no a los gobiernos. Aquí, por norma, se sirven y toleran con manga ancha las tropelías de sus cofradías.
Márkaris, con maestría, nos conduce por los vericuetos de la solución de tres suicidios motivados por idéntica causa: la corrupción. No lo hacen por vergüenza, sino por temor a ser exhibidos en los montos y número de víctimas de sus tropelías. Unos extorsionan al poder, otros abusan de la ignorancia e ingenuidad de los más pobres. El resultado es idéntico: hunden a Grecia en la estulticia, la tolerancia y la anomia, para que todo continúe.
Con un maravilloso personaje nos muestra el destino de los puros, de los capaces de denunciar, de los incapaces de tolerar los abusos: el escarnio y la soledad, aunque esté cierto de saber lo que sucede en su entorno, y sea capaz de prever los resultados.
Efectivamente, tanto en la derecha como en la izquierda, el torturador es llevado a las mazmorras para, a su vez, ser torturado. El ciclo adquiere la imagen de un círculo perfecto, dentro del cual lo mismo quedan atrapados los poderosos que los parias. En los sótanos se difuminan las líneas que establecen las distancias sociales.
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