*No se pierde la vida, se extravía la cordura, y una nación de locos es ingobernable, sobre todo con 120 millones de habitantes confrontados en grupos desiguales y azuzados desde el gobierno; el miedo también conduce a la anomia. ¿Elegirán tomar en las manos su destino, o bimestralmente acudirán por su billetito, para conformarse con lo que encuentren?
*Seamos sensatos: ¿qué festejará el México bueno y sabio el 12 de enero próximo, con carretadas de dinero invertidas en acarreo que da sensación de que nada se mueve sin la voluntad del prócer?
Gregorio Ortega Molina
Percepción y realidad pueden llegar a equipararse, fundirse en una e idéntica imagen, aunque conduzcan a decisiones equivocadas y a terribles e incluso pavorosas consecuencias.
La venta política de la idea de que el futuro de la salud de los mexicanos sería idéntico al de los daneses, hoy muestra su verdadero rostro con lo que sucede en los hospitales del sector salud. La austeridad siempre castiga primero a los pobres, pero nunca a los programas insignia, mucho menos a los legisladores y ni pensarlo en los integrantes del Poder Ejecutivo.
Ahí está de muestra la retórica del gobierno mexicano en torno a la amenaza de los aranceles. Cuando Donald Trump la hace es presidente electo, carece de cargo y función; en consecuencia, debió habérsele ignorado, pues a los prepotentes, los abusadores, nada hay más grave que descolocarlos al no ser tomados en cuenta, no pueden sufrir peor humillación. Pregunten, si no, a Andrés Manuel López Obrador, ninguneado durante 18 años (2000-2018) hasta que se hizo con el poder.
Pero insistimos en permitir que nos confundan, que nos vendan gato por liebre, o tiburón por bacalao noruego. Les hemos comprado la narrativa política, y suponen que lo que sucede en términos de seguridad personal y nacional sólo nos afecta físicamente y todo queda bajo control con los plásticos del bienestar, porque se niegan a comprender que únicamente atizan una guerra civil intensa, porque el miedo tiene sus raíces en las emociones, en la razón, en la sensibilidad humana. No se pierde la vida, se extravía la cordura, y una nación de locos es ingobernable, sobre todo con 120 millones de habitantes, confrontados en grupos desiguales, azuzados desde el gobierno.
Debieran leer a Émile-Auguste Chartier, para entender que los migrantes, las fosas clandestinas, la violencia en buena parte del territorio nacional, el creciente narco poder político y económico, son la punta de los diversos icebergs que ocultaron lo que realmente se mostró públicamente y desde los primeros días de diciembre último, en los institutos nacionales de salud. Lo que sucede no se manifestará como una erisipela, sino que tendrá como respuesta una erupción social de la magnitud del Krakatoa. Insisten en vernos como menores de edad, fácilmente controlables.
El miedo también conduce a la anomia. ¿Elegirán tomar en las manos su destino, o bimestralmente acudirán por su billetito, para conformarse con lo que encuentren?
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Cien días
Les ha dado por festejarse todo, con eso de que tienen el Himno Nacional para defender a los migrantes, porque nadie puede maltratar a los mexicanos, aunque en su país de origen no encuentren los recursos necesarios para vivir con la más elemental dignidad. Todo se reduce a los programas de bienestar.
Seamos sensatos: ¿qué festejará el México bueno y sabio el 12 de enero próximo, con carretadas de dinero invertidas en acarreo que da sensación de que nada se mueve sin la voluntad del prócer?
¿Cuántas vidas más se requieren para entender que vamos para peor? Poco importan las negociaciones diplomáticas con el nuevo gobierno de Donald Trump, puesto que los proyectos nacionales de México y de Estados Unidos son opuestos, y siempre son los países débiles los que pagan las consecuencias, o los aranceles, o los alimentos para los migrantes, como quieran verlo.
Durante el mes de febrero podrán constatar que dentro del territorio nacional TODO ES CUATITLÁN. Los que tienen con qué, lo conservarán, los jodidos irán para peor al precipicio, en el que se hundirán PRIMERO LOS POBRES.
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