FRANCISCO RODRÍGUEZ
AMLO manipula a la justicia electoral
Ya casi es hora de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación falle sobre los resultados de la elección del 2 de junio que, cada vez más, se percibe llena de ilegalidades y de vicios que pensábamos se habían acabado.
Pero el Tribunal está incompleto, como ha querido un solo hombre, Andrés Manuel López Obrador, quien somete a su voluntad, caprichos y cálculos políticos al Legislativo, como ahora quiere hacerlo con el Judicial al que pertenece el TEPJF.
En todo el mundo, en todos los tiempos, se ha comprobado que conservar el Derecho equivale a condenar a una sociedad al inmovilismo, a la catatonia, ante las nuevas realidades y/o ante tensiones emergentes que deben solucionarse para guardar meticulosamente los equilibrios necesarios. No es el caso.
Pero, contrario sensu, despreciar la aplicación del Derecho, arrumbarlo al olvido por ignorancia es destruir la convivencia pacífica, la estabilidad y la gobernanza. Es el reino del contra pensamiento, el festín de los inútiles, el fin del Estado constituido bajo acuerdos ancestrales que le han dado supervivencia al país. Y ese sí es el caso.
Aprovechar las mayorías en las Cámaras legislativas sólo para cumplir caprichos pasajeros y fútiles, dejar la procuración e impartición de la justicia en incondicionales e invertebrados, como quiere AMLO, equivale a echar por la borda toda posibilidad de coexistencia. Manipular la justicia electoral es propia de dictadorzuelos sin escrúpulos.
Estamos en el centro de una olla de indignación. Sintiendo cómo se ha humillado al régimen en el que se depositó hace sólo seis años credibilidad y esperanza. Por culpa de la ignorancia se ha perdido uno de los pocos baluartes que le quedaban a un proyecto de Nación, hoy desprestigiado, sumido en el hazmerreír internacional.
Lo peor es que, como van las cosas y como suenan las declaraciones y las justificaciones insensatas, esto ya no tiene remedio. No hay voluntad de rectificar, ni conocimiento para pensar o recapacitar. Son conceptos que no existen en la agenda. Por soberbia de un solo sujeto, parece que hemos tocado fondo y no hay ya para dónde hacerse.
AMLO nunca supo qué hacer con el Estado
Con menos de tres meses por delante, el gobiernito ya suena a réquiem. Sólo falta el responso. El asunto es verdaderamente complicado porque no hay peor enemigo que el que no entiende, ni peor ciego que el que no quiere ver.
Y no se trata sólo de las decisiones descabelladas de un tirano. Detrás está la condición lamentable de un régimen amarrado a un pacto oscuro y condenado a la nada por falta de programa, de valor, de operadores y de objetivos, que arroja un sistema perdido en moralinas de quinta estofa. El problema es mayor.
AMLO nunca supo qué hacer con el Estado. Nosotros no sabemos qué pasa y eso es lo que nos pasa. No están bien aprendidas las primeras lecciones ni los balbuceos de la Historia, ni las primeras letras del funcionamiento del poder, de la esencia del mando. Así, no podemos decir que vamos hacia algún lado. El mundo nos observa entre perplejo y desconcertado.
El régimen modito Tepetitán ha subsistido gracias a los saldos en bodega de lo que quedó de los odiados neoliberales, estructura y negociantes consentidos. Las decisiones y las amenazas insensatas han desterrado las inversiones, el empleo y el dinero que existía en las arcas pasó a formar parte del botadero y del bolsillo de los gañanes.
No puede completarse ni el presupuesto de este año, pues hay un faltante de varios billones de pesos, imposibles de captar porque la economía ha sido destruida a marro firme desde que llegaron a Palacio Nacional. Y sin existir esos dineros, se comprometieron en las maletas de los Siervos de la Nación.
En una olla que hierve de indignación
Un Caudillo aferrado a cifras de popularidad inventadas, engañosas, perjudiciales para el sano juicio de los que mandan y de los habitantes. Montañas de datos falsos que hacen creer al que toma las fatídicas decisiones que domina el escenario con mano firme, que todo va muy bien.
Cantos de sirena, música al oído de un elegido para el fracaso, porque eso se deriva de las imposturas y gestos de perdonavidas que gesticula desde el podio de sus matinés palaciegas. Fustiga a todo el mundo con aires de suficiencia, como poseído, peor que cualquier charlatán de feria, que cualquier mimo de carpa.
Los operadores hacen como que obedecen, el tiranuelo hace como que manda. Es todo un espectáculo bufo para psiquiatras. Errabundo y despreciado por todas las veredas del país, comiendo tacos y caldillos en fondas y puestos de la carretera, buscando afanosamente el aplauso fácil de sus fanáticos.
Entregando cheques balines de cartón, de gran tamaño, falsos, propagandísticos, incobrables, simplemente porque no hay bancos ni gente en su sano juicio que los pague a los portadores y a los beneficiarios supuestos.
Un juego de fantasmas, porque el país entero sabe que está en bancarrota, que tiene un gobierno criminal y miserable encima de un pueblo cada vez más cerca de la hambruna. El peor de los escenarios posibles.
El ridículo total, aderezado con ínfulas de matasiete, el reino de los sinvergüenzas, el teatro del absurdo. El país necesitado de todo y que todavía es lanzado a la amenaza contra el vecino, sabiendo que los próximos a ser juzgados son ellos mismos, los propulsores de las zarandajas y de la insensatez.
Estamos en el centro de una olla que hierve de indignación, reitero. El pueblo consciente nunca perdonará los abusos ni los engaños sufridos a manos del hombrecillo de Tepetitán. El sobajamiento a la condición de vasallos de las impudicias, propias de un clown empoderado, de un enfermo de la cabeza. Un inverecundo valetudinario, simplemente.
Hay que ponerle un alto a esta inmundicia. El país reclama sensatez, lógica, sentido común, serenidad y visión de Estado, todos conceptos imposibles de entender para un arribista descocado, con ansias de déspota.
Ojalá que la candidata triunfante Claudia Sheinbaum pueda ser declarada Presidente Electa por un TEPJF que se completará solo cuando AMLO decida que ya se debe llamar a uno o dos magistrados de las salas regionales del Tribunal. Sólo entonces.
Ojalá que ella devuelva al gobierno mexicano esa sensatez, lógica, sentido común, serenidad y visión de Estado que hoy le falta.
Mientras, es la hora de hacer efectiva la indignación del pueblo, el pudor y la integridad mental de millones de mexicanos de bien, que sí están en su sano juicio.
Indicios
“Mantener órganos de justicia desintegrados es lo que los hace vulnerables y lo que permite, justamente, una mayor injerencia del poder político no sólo en su funcionamiento cotidiano, sino en su toma de decisiones”, expreso a mediados de febrero la magistrada Janine Otálora. La magistrada Otálora explicó que 36 magistraturas vacantes corresponden a tribunales electorales locales, seis a Salas Regionales y dos a la Sala Superior que quedaron vacantes con la salida de los magistrados José Luis Vargas e Indalfer Infante. El magistrado Reyes Rodríguez Mondragón agregó que las consecuencias por la falta de nombramientos pueden llegar al grado de generar problemáticas relacionadas con las reglas de funcionamiento de una autoridad electoral * * * Por hoy es todo. Le reconozco que haya leído este texto y, como siempre, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!
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