Pablo Cabañas Díaz.
Ida Rodríguez Prampolini (1925-2017), nació en el puerto de Veracruz y a lo largo de su brillante carrera recibió diversos reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía, la Medalla Bellas Artes, y el Doctorado honoris causa de la Universidad Veracruzana y el Premio Universidad Nacional.
En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) – impartió clases y fue profesora adjunta de Justino Fernández–, fundó y dirigió el Instituto Veracruzano de Cultura (IVEC. En 2001 obtuvo el Premio Nacional de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía. Fue integrante de número de la Academia Mexicana de la Historia y de la Academia de Artes y de la Unión Académique Internationale de Bruselas. Fue esposa del historiador Edmundo O’Gorman con quien estuvo casada solo dos años, “era más mi maestro que mi marido.” Su segundo matrimonio fue con el italiano Rugero Asta, con quien tuvo un hijo llamado Ferruccio. Su tercer esposo fue el pintor y arquitecto Mathias Goeritz, de origen alemán con quien también tuvo un hijo, Daniel. Fundó en Veracruz 57 casas de cultura, once museos y dos escuelas de educación artística.
Durante su trayectoria como maestra fue formadora de diferentes generaciones de investigadores, algunos de los cuales desarrollan su trabajo en el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas . Entre 1948 y 1949, becada por el gobierno mexicano, hizo un posdoctorado de Historia del Arte en la Escuela de Verano de la Universidad de Santander, en España, y uno más de Historia del Arte y Arte Abstracto en la Escuela de Altamira de Santillana del Mar. En la década de 1950, su formación en historia del arte continuó en la Universidad McGill Montreal, Canadá, en las universidades italianas de Perugia y Bolonia, así como en la Escuela de San Luca de Venecia y en otros centros de estudio europeos.
Gracias a su capacidad y empeño, después de dar clases en diversos colegios privados, ingresó a la Facultad de Filosofía y Letras en 1954, y en 1957 se convirtió en investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas. En 1962 fue nombrada profesora adjunta de la cátedra de Justino Fernández; y empezó a disertar sobre arte moderno y contemporáneo, sin abandonar su afán de conocimientos haciendo investigaciones incluso para el Museo de
Arte Moderno de Nueva York.