CIUDAD DE MÉXICO.- Amigas y amigos: para no insistir en resultados numéricos de las elecciones presidenciales que implicó la votación de más de 20 mil puestos de las tres instancias de gobierno: Congreso Federal, Congresos Estatales, algunos gobiernos de estados de la Federación, más de dos mil presidentes municipales, alcaldes y regidores que se sometieron al escrutinio de los electores en edad de emitir sus votos, podemos opinar que, “lo que tenía que pasar, pasó”, con una oposición nada competitiva. Al final de la jornada electoral “no pintó”, como lo demuestran los resultados favorables al partido del presidente Andrés Manuel López Obrador.
A pesar de que, en los tiempos actuales, las computadoras evalúan con rapidez y eficiencia la contabilidad de los votos emitidos en un marco de 100 millones de electores inscritos en el “padrón nacional”, diez días después del ejercicio del voto, se “desató” una retahíla de resultados “parciales”, incluso desde la tarde del mismo día de elecciones. Cada candidato ofrecía una “conferencia de prensa”, festejando su triunfo “de acuerdo con las tendencias”. Esto provocó desconfianza tanto de los candidatos como de los electores.
Si la Ley Federal Electoral permite esos “anticipos” de las elecciones y el Instituto Nacional Electoral los avala, “pues que siga la corrupci…”, perdón, ¡la transformación!
El paso que sigue después de las elecciones sexenales de 2024, es determinar el futuro de corto, mediano y largo plazos para los partidos políticos opositores a MORENA, en concreto el PRI, PAN Y PRD que, de plano, dejaron ir la oportunidad de un cambio casi casi obligado, debido a tanto desacierto de un mal gobierno. Esto, reconocido por propios y extraños.
Una evaluación somera del desempeño del presente gobierno, ofrece datos interesantes: México está endeudado en lo interno y lo externo; deficitario en alimentos, inseguro, con más de 180 mil muertos violentamente, 50 mil desaparecidos; destructor de la administración pública al ejercer el presupuesto federal de manera selectiva en contubernio con el Congreso Federal; abandono de Secretarías de Estado prioritarias, como Agricultura, Reforma Agraria, Función Pública, Salud, Turismo, Trabajo, Educación Pública, Medio Ambiente, Relaciones Exteriores, Energía y Economía.
No se omite que, de manera impensada, ordenó el gobierno de López Obrador la desaparición de la Financiera Nacional para el Desarrollo Agropecuario, cancelando al mismo tiempo el crédito a toda clase de agricultores y ganaderos, pescadores y campesinos forestales.
Por añadidura, se redujeron notablemente los índices de productividad ante la falta de apoyo económico, junto con la falta de agua de lluvia, el agotamiento del vital líquido en las presas para riego y usos urbanos, con efectos negativos para los productores de granos básicos, agroindustriales, ganaderos especializados en producción de carnes de res, de cerdo y pollo, huevo y leche, así como de otras especies animales menores, como ovinos y caprinos.
En estas condiciones, la delincuencia organizada tomó por asalto las vías de comunicación para extorsionar a productores especializados de alimentos para exportación, como ocurrió con cítricos, aguacate, jitomate, miel de abeja, mango, plátano y numerosas verduras y legumbres con alta calidad y aceptación en los mercados internacionales. ¿Y el gobierno? Bien, gracias.
Con “un montonón de fracasos” (como dice la melodía de José Alfredo) del gobierno federal saliente, la oposición no supo qué hacer, empezando por la auto-imposición como dirigente del Partido Revolucionario Institucional, de Alejandro Moreno “Alito”, aceptada de manera dócil por los dirigentes de los Partidos de Acción Nacional y de la Revolución Democrática, Marco Cortés y Jesús Zambrano, respectivamente.
Ninguno de los miembros reconocidos del PRI, de generaciones pasadas y de la actualidad, pudo convencer a “Alito” de que no era el candidato idóneo para dirigir al partido, máxime tratándose de un contendiente “con más años de populismo y liderazgo, de los que declara”.
Sí, el “colmillo retorcido” de Andrés Manuel “cayó como anillo al dedo” para imponer condiciones y “mañas”, practicadas durante más de veinte años “muy activos” en la política mexicana.
Por lo que concierne a los dirigentes de los otros partidos, Marco Cortés del PAN y Jesús Zambrano del PRD, unidos al PRI en una especie de “alianza opositora”, tuvieron un desempeño de bajo perfil, frente a la dualidad de luchar como partidos y además apoyar a una candidata, Xóchitl Gálvez que, si bien siempre demostró valentía, capacidad oratoria y conocimiento de la situación social, política y económica de México, no fueron suficientes para contrarrestar la “aplanadora” encabezada por López Obrador y Claudia Sheinbaum.
Por supuesto que, detrás de estos personajes, venía una bola de “talacheros” que allanaron el “camino presidencial”, como fueron miles de ex priístas, principalmente, quienes en el pasado reciente disfrutaron a manos llenas de altos puestos bien pagados en el gobierno. Otros traidores se incorporaron al servicio exterior y muchos otros se convirtieron en “acarreadores” de votos para un gobierno que no puede “echar las campanas al vuelo”, por una situación incierta de la economía mexicana en lo interno y en sus relaciones con el exterior.
Las finanzas mexicanas están por los suelos, debido a la reducción de exportaciones y aumento de importaciones –en dólares— éstas en particular de alimentos básicos. Asimismo, no se sabe cómo reaccionarán los paisanos del otro lado de la frontera a la hora de apoyar a familiares. Esto, derivado de la súbita devaluación del peso frente al dólar.
Ante este panorama, desde el ámbito político, el camino a seguir para “Alito” y Marco Cortés, por vergüenza personal, por incapacidad competitiva frente a sus partidarios y, sobre todo para evitar la “mofa” por una derrota electoral “tan” contundente, deberían renunciar ipso facto al puesto partidista que miles y miles de mexicanos les confirieron. Para don Jesús Zambrano, la situación es distinta. Puede ser que su partido, el PRD, desaparezca.
AM.MX/fm