jueves, enero 9, 2025

BRICS imaginario y BRICS real

Luis A. García* / Círculo Latino de Estudios Internacionales

*Brasil y su política exterior novedosa.
*México, cercano a potencias establecidas.
*Se le incluyó en ejercicios analíticos en 2007.

En el caso de Brasil, la pertenencia al BRICS imaginario –el ideado por James O’Neill en 2006–, aunada a la combinación de un ciclo económico alcista, un nuevo gobierno desde 2003 con rasgos progresistas en lo distributivo, activo en el fomento económico y protagónico en la esfera diplomática, perfiló una conducta de política exterior novedosa.
Con una actitud reformista respecto del orden internacional, su participación en el BRICS real –el club de los gobiernos de esos países, cuyas cumbres acogió en 2010 y 2014, en Brasilia y Fortaleza respectivamente– robusteció la impresión de la transición de poder global y el relato de potencia emergente.
Por su parte, México ha sido identificado con un rol de potencia intermedia de statu quo debido a sus posiciones políticas y económicas más cercanas a las de las potencias establecidas y su orden.
Se le incluyó en 2007 en ejercicios analíticos como el del BRICSAM (un hipotético BRIC ampliado a Sudáfrica y el propio México); y en 2011, en un fondo de Goldman Sachs se le colocaba con Indonesia, Corea del Sur y Turquía en el MIST.
En 2013 –como sucedió antes con el BRICS– éste pasó de ser un concepto de mercado a ser un foro de concertación de gobiernos con la incorporación de Australia (MIKTA).
En este club participan potencias de dimensiones más moderadas que las del BRICS, sin aspiraciones de representación continental y con agendas para reforzar instituciones del orden internacional en vez de buscar circundarlas.
En 2012, México fue el primer país latinoamericano en presidir el g-20 tras la crisis de 2008, y en esa calidad invitó a los gobiernos de Chile y Colombia a participar del proceso durante ese año.
En los años recientes, tanto el escenario económico mundial como los escenarios nacionales respectivos han empeorado, y ello ha catalizado procesos políticos en Argentina, Brasil y México.
En el caso de Argentina, la llegada del ultraderechista Javier Milei a la Presidencia en diciembre de 2023 ha marcado un punto de inflexión de la política exterior, que anuncia una reorientación de intereses y conducta más afines en lo económico a los de México y, por tanto, a los de las potencias establecidas, con un seguro rechazo de su ingreso al BRICS.
El papel de potencia y mercado emergente fue reforzado socialmente por el g-20: en su cumbre de líderes en Hangzhou, se anunció que Argentina presidirá el grupo en 2018; sin embargo, las circunstancias cambiaron radicalmente al finalizar 2023.
En el caso de Brasil, con el gobierno de Michel Temer en mayo de 2016 –que reemplazó a Dilma Rousseff tras un cuestionado impeachment considerado por el gobierno saliente como un golpe de Estado parlamentario–, la política exterior brasileña se orientó hacia una agenda más conforme con el statu quo, aunque se ha retomado con Lula da Silva como actual titular de la Presidencia.
Sí protagónica, pero menos reformista, e igualmente, parece haber aprovechado la plataforma de la cumbre del g-20 en China para reafirmar su posición frente al club y a los mercados; pero en el subcontinente latinoamericano hay alguna probable nación emergente, o al menos de escala regional.
*Coordinador Ejecutivo del CLEI, Cdmx

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