(Tercera parte)
Pablo Cabañas Díaz
Al revisar en septiembre de 2023, la revista “Historia y Sociedad”, que dirigían Enrique Semo y Roger Bartra me parece que este último tenía razón al señalar que fue una publicación soviética, impregnada de dogmatismo. Semo varias veces ha fijado su posición sobre la influencia soviética en la revista al decir: “recibíamos, sí, dinero de la Unión Soviética”, pero “el oro de Moscú, con toda franqueza, no era mucho”. El patrocinio del Partido Comunista Mexicano (PCM), la editorial y la imprenta hacían “el trabajo gratis”. Pero Bartra, sostenía que “Historia y Sociedad “era una dependencia de la Unión Soviética”, sin embargo, Semo , precisa, que durante años “ Bartra trabajó en la revista y nunca se quiso salir”. Había “críticas de él, pero nunca en el sentido de que teníamos que cesar esa relación”. Después de 1977, según Semo, Bartra comenzó a tener esa idea de ser el “intelectual del Partido”. Había publicado ya dos o tres trabajos importantes y me pidió que “fuéramos dos directores”, “inmediatamente yo le dije que sí”, “ahora somos dos directores, tú y yo”. Así que a decir de Semo “él también tiene responsabilidad” sobre la influencia soviética de la revista.
Pocos saben que Barta fue alumno de Semo y que escribió en su tesis de maestría realizada en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) una dedicatoria muy especial :“En particular, quiero manifestar mi gratitud al Lic. Enrique Semo, compañero y amigo, por haberme dirigido los trabajos de interpretación de los datos”. En 1965, cuando apareció la revista “Historia y sociedad”, de la que fue jefe de redacción, Bartra hacía cuatro años que había ingresado al PCM. El año anterior había publicado su primer libro, fruto de sus estudios de arqueología. Tanto ese libro como su colaboración en el primer número de “Historia y sociedad” son una muestra como él mismo ha reconocido del dogmatismo marxista que se colaba en aquella época por todos los poros de la izquierda mexicana. Su libro sobre el método arqueológico era una transposición de las tesis sacadas de manuales soviéticos y de lecturas mal digeridas de Marx y Engels.
Ahora que se evocan estos recuerdos, sesenta años después, subsiste una división entre quienes formaron la izquierda que ha perdurado hasta hoy. Me refiero a la que separa a los revolucionarios de los reformistas, a los obreristas de los eurocomunistas, a los populistas de los socialdemócratas, a los ortodoxos de los revisionistas, para usar diferentes terminologías usadas en épocas diferentes. Las denominaciones han ido cambiando y hay muchas matices en sus expresiones, pero responden en términos generales a una división entre quienes buscaron el cambio posible y quienes abdicaron de la lucha.