Federico Berrueto
Hablar de Movimiento Ciudadano (MC) es hablar de Dante Delgado. No tanto porque él sea el partido, sino porque en sus manos está el destino de una organización política fundada por él hace tiempo bajo las siglas de Convergencia. Dante es un político veterano, veracruzano, formado por igual con Fernando Gutiérrez Barrios como gobernador, que con Frenando Solana en sus travesías por la SEP. Es un sobreviviente que ha sabido, como pocos, adaptarse a los vientos encontrados e impredecibles de la política nacional de las últimas décadas. Estuvo con AMLO perdedor y en su contra ganador.
MC gobierna dos de los más importantes estados del país, aunque más bien lo hace en Jalisco con Enrique Alfaro mandatario y con una importante presencia en ayuntamientos y Congreso. Nuevo León es otra historia, su condición política como fuerza gobernante es muy precaria porque no tiene ni base electoral ni ayuntamientos o legisladores afines. La mancuerna Colosio-Samuel ha dado resultado para ganar elecciones, no para desarrollar un proyecto de partido que los trascienda y dé sustento político, pero suficiente para prevalecer en un escenario de fragmentación política, difícil para gobernar en términos de responsabilidad.
MC en Jalisco requiere de la coalición, particularmente si el Frente Amplio por México y Xóchitl Gálvez se fortalecen. El proyecto político de Alfaro viene de 20 años atrás, cuando buscó ser alcalde de Tlajomulco. Es una construcción política que involucra a muchos y que tiene condiciones para continuar en el poder y seguir ampliándose a los estados vecinos. La concurrencia con la elección presidencial los vuelve vulnerables en una circunstancia de previsible polarización. MC requeriría de un candidato presidencial muy competitivo, sólo Colosio puede serlo.
Luis Donaldo vale por sí mismo, o si se quiere, por su nombre y el aura que le acompaña. Su narrativa hacia el futuro nada tiene que ver con Dante Delgado o MC. Para él es pensable y posible llegar a la presidencia. Mucho más hacia 2030 que, en una contienda ya perfilada, en la que dejó pasar el tiempo para plantarse como opción, de haberlo hecho seguramente encabezaría a la oposición. No lo hizo y es posible haya sido lo más razonable. Su reelección en la presidencia de Monterrey y el gobierno estatal tres años después, lo ponen en la antesala de optar por la candidatura presidencial posiblemente en mejores condiciones a las actuales.
Dante sin candidato presidencial propio competitivo se expone y expone el futuro de la organización política. Ese es el origen de la diferencia con sus correligionarios jaliscienses. Nuevo León pertenece a otra lógica y le viene muy bien si su idea es la de seguirle el juego al presidente López Obrador, postura compartida con claridad por el joven gobernador norteño, quien debe enfrentar el asedio recurrente de los priístas y panistas locales y que, por su falta de oficio, no advierte que la próxima elección le abre la puerta para construir de manera cierta alcaldes y legisladores, prefiere ser cortejado por el presidente López Obrador y fantasear que su futuro está en Morena. Se entiende, su proyecto es él, no Dante, mucho menos MC.
López Obrador ve con preocupación la elección de 2024. El FAM le preocupa; sobre todo la irrupción de Xóchitl Gálvez, que podría fracturar parte de su base social en un escenario de competencia entre ella y Claudia Sheinbaum. El proceso interno oficial no ha resultado bien a pesar de la connivencia del INE con el aval del Tribunal Electoral. Por esta razón, sin disimulo alienta la idea de que MC participe con un candidato propio en la elección presidencial y dividir así el voto opositor, fatídico para la oposición en la elección presidencial de contar con un candidato competitivo.
Lo bueno para Dante y los suyos es que no tienen necesidad de precipitarse en una decisión irreversible, pueden esperar hasta diciembre. En pocos meses se verá con mayor claridad si la oposición continúa creciendo, la manera como se resuelva la coordinación del FAM y si Xóchitl amplía su base de apoyo. De ser el caso, la ruta sería sumarse a la oposición o bien aventurarse en una discutible y poco creíble tercera vía, para no pocos mal disfrazada para servir a quien dicen oponerse, fatal para MC en Jalisco, funcional para Samuel García, gobernador de Nuevo León.