*La obra pública de AMLO es un engaño sin futuro, pero legar al pueblo de México ese patrimonio cultural, es lo único que podría salvaguardar su ego, aunque, claro está, conociendo de lo que son capaces, puede perderse en el camino
Gregorio Ortega Molina
El propio presidente de la República, sus genízaros y amanuenses, nos venden la idea de que el titular del Ejecutivo es obcecado, pueblerino, ignorante, cuando es todo lo contrario. Es más “vivo” que un escorpión en el desierto.
Andrés Manuel López Obrador sabe lo que quiere desde ese día en que Payambé López Falconi lo desafanó de grave problema legal y moral, y, sin más, le ofreció otra oportunidad. Supo, en ese instante, que es necesario insistir, y, sí, le tardó 18 años hacerse con la presidencia de la República para, desde entonces, obtener lo que quiere.
Permitió que Germán Larrea, el “mata ogros”, se endulzara el ego con la idea de hacerse con CitiBanamex, cuando su verdadera intención fue, desde julio de 2018, engatusarlo para cobrarle los agravios en contra del México bueno y sabio, como lo es la contaminación de sus minas, Cananea, Pasta de Conchos, y otras tropelías que son lo suficientemente ignoradas por el público, entre ellas la financiación para convertir al hoy presidente de la República, en 2006, en un peligro para México.
Pareciera que el descarrilamiento de la venta del CitiBanamex a un postor que llegara al precio, fastidió al minero y al presidente de la República, porque Andrés Manuel López Obrador actuó con la suficiente malicia para que Jane Fraser llevara la venta a la Bolsa de Valores, cuando una buena parte de ese fundo cultural Banamex es considerado patrimonio nacional.
El dilema no es de fácil solución, porque ¿cómo desincorporar lo que no se puede vender en acciones, o fraccionar, o darle un destino incierto? Claro que el anuncio de la señora Fraser incluye la propuesta de que estudiaran durante todo 2024 la manera de vender sin romper las leyes.
A Andrés Manuel López Obrador y sus allegados ya les escurre la saliva por la comisura de los labios, pues lo que ellos buscan con denuedo es hacerse con ese patrimonio cultural más antiguo, mejor organizado y más rico desde el punto de vista artístico, que los museos Soumaya y Jumex.
Y parto de un hecho para suponerlo así: como no carece de inteligencia, ya sabe que su proyecto, por más que conserven el poder, hace agua. Su obra pública es un engaño sin futuro, pero legar al pueblo de México ese patrimonio cultural, es lo único que podría salvaguardar su ego, aunque, claro está, conociendo de lo que son capaces, puede perderse en el camino.
www.gregorioortega.blog @OrtegaGregorio