lunes, septiembre 16, 2024

Yashin, la “Araña Negra”, venerado en el cementerio de Vagankoskaya

Luis Alberto García / Moscú

*Su silueta fue inmortalizada en un cartel del Mundial de Rusia.

*Luto permanente por el gran portero, “Balón de Oro” europeo.

*Su cuerpo reposa junto a los de grandes deportistas soviéticos.

* Entre 1950 y 1970, el Dínamo de Moscú fue su único equipo.

 

 

Bien se ha dicho que, en estos tiempos de materialismo exacerbado y de globalización sin límites, los panteones han vuelto a la vida, por ejemplo en Europa y América Latina, donde se organizan visitas guiadas, representaciones teatrales y distintas manifestaciones culturales para atraer visitantes.

 

Es una manera de escapar del olvido y el abandono, atrayendo a los turistas, como en el de Père Lachaise de París, que guarda los restos de Jim Morrison, el cantante de Los Doors, el “Rey Lagarto” que escandalizó a la sociedad estadounidense en la década de 1970.

 

También hay otros difuntos célebres, como el dictador mexicano Porfirio Díaz, en espera de ser repatriado, como lo desean los conservadores y neoporfiristas de un México que aún lo extraña, sin que haya dejado el campo santo parisino desde que fue llevado hasta ahí, en julio de 1915.

 

Además hay otros panteones que sirven para entender a la aristocracia de una sociedad como el de La Recoleta de Buenos Aires, al que han idoa dar los más célebres personajes de la oligarquía agroexportadora porteña de los dos siglos anteriores.

 

Hay otros que funcionan como lugar perfecto para la reflexión y el estudio como el de Highgate de Londres y, por supuesto, el cementerio de Vagankovskaya de Moscú, donde ni el siniestro e inquietante graznido de los cuervos rompe su armonía, evocando escenas de la Rusia zarista y luego de la revolucionaria, la posterior a 1917 que dividió en dos la historia de la nación que se reparte en dos continentes.

 

El lugar es algo ostentoso, no mucho; pero sus capillas y bóvedas con muertos desconocidos, conocidos y reconocidos lo hacen un paseo agradable, un repaso para conocer las personalidades de las grandes figuras del deporte soviético, como la mejor y más grande, Lev Yashin, nacido en Moscú el 22 de octubre de 1929, fallecido en esa misma capital siete décadas después.

 

“¿Lev Yashin? Claro, está aquí”, dice una vendedora de flores -a diario se ubica en la entrada del cementerio- que cambia su cara tan seria cuando se le pregunta por el mítico portero del Dínamo, jugador excelso de hockey sobre hielo, héroe no de cien batallas, sino de miles.

 

“Es fácil llegar, hay que caminar recto, luego dar vuelta a la derecha y después a la izquierda”, dice un guardia que se aburre como ostra, velando por la seguridad del lugar, porque no faltan los ladrones de tumbas, no para llevarse al muerto, sino para desmantelarlas y vender las piezas en los mercados de curiosidades y bazares del centro de Moscú.

 

Sin embargo, el camino hasta la querida “Araña Negra” está lleno de sorpresas, cuando hace su aparición la estatua de Alexander Gomelsky, el joven entrenador que llevó a la Unión Soviética a ganar la medalla de oro de basquetball en los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988.

 

No está ausente, aunque sea en piedra, el gran Konstantín Béskov, el técnico soviético que perdió el Campeonato Europeo de Naciones ante España en 1964, con un gol de “palomita” de Marcelino Martínez, cuyo túmulo lo custodian dos niños con la bufanda del Spartak moscovita, rival del Dínamo de Yashin.

 

Valentín Bubukin, campeón de la Eurocopa de 1960, descansa junto a su mujer, en una tumba en forma de estadio de futbol, más adelante otra, siempre con flores frescas para Nikolái Stárostin, fundador del Spartak, el equipo del pueblo, en el que también caben en su memebresía multimillonarios petroleros como Roman Abramovich –dueño del Chelsea- con todos sus parientes, aunque vivan en Londres.

 

En la Copa FIFA / Rusia 2018 hubo aficionados, pero sobre todo periodistas que preguntaron por el cementerio a donde fue llevado el cuerpo de Lev Yashin, conducidos algunos de ellos hasta el de Vagankovskaya.

 

A veces hay visitas afamadas, como José Ángel Iribar, el portero vasco que dio grandeza a España durante buena parte del fin del siglo XX, quien fue a Moscú a rendirle personalísimo homenaje, no importaba que fuese años después., detenido frente a la loza de mármola en tamaño natural, con la efigie del ícono grabada en alto relieve, caminando con un balón en la mano derecha.

“Era algo que me había quedado pendiente. No había podido estar en su funeral —fue multitudinario— y quería tener un detalle con él. Tenía la necesidad de saber dónde estaba y cómo estaba”, contó Iribar.

 

Cosa de leyendas: el mito de la “Araña Negra” es ajeno al paso del tiempo, con su mito imposible de borrar de la memoria del futbol mundial por su sobria vestimenta oscura, su agilidad cuidando  los tres palos y su tremenda capacidad para detener 151 penales en juegos oficiales de la selección soviética.

 

“Para mí es el mejor de todos. Lo admiré como futbolista y también como persona. Era sencillo, pero imponía mucho”, dice Iribar, para quien no ha existido un jugador más emblemático y popular, imagen del Campeonato Mundial de 2018.

 

Eso demuestra todo lo que significó para el futbol mundial, y  que el cartel oficial lleve la figura de Yashin es reflejo del patrimonio artístico y futbolístico de Rusia, como aseguró Evgueni Umerenko, periopdista de Novosti, un medio que cuida de los valores del país.

 

A la Federación Internacional de Futbol (FIFA) también le sobran los motivos para reconocer a Lev, único portero que ha levantado el “Balón de Oro” europeo, en 1963, no obstante nunca haber salido de la Unión Soviética sin que le faltaron ofertas; pero eran otros tiempos.

 

Igor Akinfeev, originario de Vidnoye, portero titular de la selección rusa y del CSKA nacido en 1986, en años recientes existió la posibilidad de trabajar en el extranjero, y hasta el Manchester United –cuando lo dirigió sir Alex Ferguson- lo tuvo en la mira para reemplazar a Edwin Van der Sar, puesto con el que finalmente se quedó David de Gea, que tan errático papel tuvo con España en su eliminación ante Rusia.

 

“Tengo un estilo parecido al de Iker Casillas”, decía Akinfeev cuando no había quien discutiera al ex guardameta del Madrid y, comparado alguna vez con Yashin, Akinfeev comparte algo con la “Araña Negra”: nunca salió de Rusia.

 

Dice estar para defender al CSKA Moscú, el más acérrimo y viejo rival del Dinamo, equipo de toda la vida de Yashin, cuya carrera empezó en 1950 y concluyó en 1970, luego de participar en 326 juegos de liga, además de totalizar 21 entre Campeonatos Mundiales, Juegos Olímpicos y Eurocopas.

 

Igor Akinfeev se para en el arco vestido siempre de verde pistache, y jamás se le ha visto salir a la cancha de negro, con la elegancia del legendario Yashin, quien preguntaba que qué clase de portero era aquel que no se lpreocupaba por recibir un gol.

 

“Debe preocuparse –respondía-, y si está tranquilo eso significa el final, sin que importe lo que hizo en el pasado, no tiene futuro, listo para vestirse de luto”, como de luto se vistieron los moscovitas el 25 de marzo de 1990, cuando acompañaron a su ídolo, dejándolo en el reposo eterno, para siempre, en el cementerio de Vagankovskaya.

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