jueves, marzo 28, 2024

Tras personajes insólitos en el país de las estepas

Luis Alberto García / Moscú

*El británico Peter Pomerantsev también analiza los medios rusos.

*Para el gobierno de Putin, todo periodismo es una realidad diferente.

*Revisión completa del pasado y la cultura rusa del poder.

*Un libro para reflexionar sobre los conflictos del mundo.

*Son quince capítulos en tres actos, como en el teatro.

*Las relaciones de la nueva Rusia y los dirigentes extranjeros.

Escribir “La Nueva Rusia” hizo que el escritor y periodista Peter Pomerantsev recorriera buena parte de esa gigantesca y notable nación detrás de personajes insólitos en la nación de las nieves y las estepas; pero, sobre todo, que mantuviera una relación intensa con el funcionamiento de los canales de comunicación: todos controlados por el Kremlin, como asegura su autor, de padres rusos, nacido en Londres.

Esta es, quizá, la parte más interesante de un libro único, aparecido en español en 2017: el análisis del sistema de medios públicos de una nación cuyo gobierno está convencido de que toda clase de periodismo son versiones interesadas de una realidad diferente.

Así cuenta cómo se fundó el canal de noticias internacionales “Rusia Today” (RT), de influencia en América Latina y considerado como “progresista”, contra-hegemónico o “anti-establisment”, como un cuento ruso del acontecer mundial que le disputaría poder a la BCC o a la CNN, tomando como modelos, claro, a la BBC y a la CNN.

Pomerantsev es colaborador de London Review of Books, y sus historias han sido publicadas por el “Financial Times”, “The New Yorker”, “Newsweek” y “Atlantic Monthly”, además de colaborar y desempeñarse como consejero de medios de la Unión Europea (UE) en Bruselas, y ser consultor en proyectos relacionados con la antigua Unión Soviética, de la cual es uno de sus mejores expertos y mayores conocedores.

¿Por qué se fue a la revisión del pasado? Porque la cultura rusa del poder, según cuenta Pomerantsev, es un vaivén permanente entre la aspiración moderna occidental como todos los multimillonarios rusos que se instalan en Londres como Roman Abramovich, dueño de petroleras y del Chelsea, afamado equipo de futbol, viéndose en ello un chovinismo barroco y neozarista.

El periodista anglo-ruso afirma que su libro no lo había intentado escribir sin el respaldo de Paul Copeland, y no había podido completarse sin su ayuda, debido a que él le enseñó varios significados de la amistad, sin excluir a su tía Sasha, por ser una especie de ángel guardián, quien siempre insistió en que escribiese sobre los conflictos heredados de la antigua Rusia.

Al dar las gracias a Daniel Soar y Mary Kay Williams por las primeras oportunidades que tuvo como escritor, Pomerantsev explica que, con ambos, estudió lo que él llama “curioso y misterioso” mundo marxista, tan cercano en la geografía, como lejano en el espíritu.

Considera que, sin embargo, sus grandes maestros han sido Tinku Varadajan y Tina Brown, lo mismo que Benjamin Judah, encargado de la última lectura a los quince capítulos o textos que él insertó en tres “actos”, como su fuesen parte de una gran función teatral, sin faltar entre sus guías a los productores de la empresa TNT.

“Con esa compañía –dice- pude hacer proyectos que considero apasionantes, permitiéndome mostrar elegancia y amabilidad cuando fracasé cuando quise trabajar sobre las relaciones que guarda la nueva Rusia con otros países y sus respectivos dirigentes”.

La relación esquizofrénica con el exterior es lo que el autor, que no es del todo inglés y para nada ruso, describe con mayor lucidez, pues son esas formas del delirio y contradicciones lo que brillan en un libro que, asimismo, no es para nada ingenuo e incluso medio maniqueo.

Y mucho de lo que está mal en Rusia también aparece, aunque de forma menos crítica o radical, en democracias liberales sin historia soviética: corrupción, una justicia amañada, empresarios vinculados al poder, explotación y desigualdad, concentración de medios, organizaciones civiles a modo del gobierno, amparadas en los discursos de transparencia.

Digamos de paso que Putin, que hasta hace poco era amigo de Donald Trump, el “agente naranja”, como lo llama el director de cine Spike Lee, para quien los medios rusos hicieron una clara campaña política a favor del empresario y en contra de Hillary Clinton, la contendiente demócrata en las elecciones del 6 de noviembre de 2016.

El mandatario ganador de los comicios de marzo de 2018, es considerado por los rusos como un enemigo acérrimo de la democracia, al tiempo que un gran líder que le devolvió a Rusia todo su brillo del pasado; pero todo depende del poscristal con que se mire la posverdad.

El libro de Pomerantsev sirve como una inmersión alucinada en una cultura que nos queda lejos; pero también como un lente para leer la realidad del “más acá”, y ésa que no es tan exótica ni tan pos soviética, ni por supuesto, tan desideologizada.

Grandes obras de ficción política como “1984” de George Orwell o “Un Mundo Feliz” de Aldous Huxley, por citar las dos más célebres, podrían ser superadas por la realidad en estos momentos, en una Rusia que es, geográficamente, la mayor nación del mundo; pero es la Rusia de Putin.

Por eso es que Pomerantsev acierta al denominar así a la actual Rusia, a la nueva Rusia, dado que, a pesar de cualquier apariencia de pluralidad, democracia, derechos humanos o libertades, la única voluntad imperante en ese vasto espacio territorial poblado por en torno a 150 millones de habitantes, es la de Vladimir Putin.

Es el mandatario electo en un sistema político y económico hecho a su medida y a la del grupo que se encarga de gobernar con indiferencia hacia la población y poder pasarles por encima el rodillo del Estado cleptocrático, según el escritor.

“Debes darle parte de tus ganancias, si es que tienes la osadía de obtenerlas y, en ocasiones, no es suficiente, por lo que algún sicofante te puede acusar de un cargo falso y se pone en marcha la maquinaria de la dictadura de la Ley Putiniana.

Concluye al decir que la tragicomedia se desarrolla en juzgados en los que los alegatos de los acusados despiertan la risa de fiscales y jueces que ya saben de antemano cuál va a ser el veredicto: “Cuando sales del laberinto judicial y penitenciario tus bienes pertenecen a otro, normalmente a algún funcionario o amigo de alguien y tú estás marcado como delincuente en la nueva Rusia que quise describir”.

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