Teresa Gil
laislaquebrillaba@yahoo.com.mx
Manlio Tirado López fue uno de esos seres que vivió para el periodismo comprometido y murió solo, pobre, abandonado por un sistema que pone todas las condiciones para vulnerar la vida. Colega y amigo cercano de Javier Valdez el escritor, periodista, colaborador de Riodoce y corresponsal de La Jornada, no fue muerto como él, por las balas sicarias creadas por las complicidades y las componendas del poder, pero su muerte, igual de terrible y lamentable se dio en la soledad del desamparo, en el abandono del intelectual que ha dado todo y no recibe nada, de un sistema corrupto y estéril. Tenía una miserable pensión y dormía en un camastro, según lo describen las emotivas crónicas del semanario Ríodoce, que recogió sus últimos aportes de intelectual: las revoluciones en el mundo. Manlio murió el 17 de marzo del año anterior, en su natal Rosario y tres cosas han revivido su recuerdo de comunicador de tiempo completo: la crisis que vive Nicaragua en estos momentos, país en el que fue corresponsal y vivió muchos años; los avatares por los que pasa la banca mexicana, el Banco de México hackeado, dos de sus principales exponentes Citybanamex y Bancomer, involucrados en el mismo misterioso hackeo y robo que algunos relacionan con posibles sustracciones para fines electorales y el aniversario del vil asesinato de su colega y paisano Javier Valdez, quien murió 2 meses después en la capital de Sinaloa. Tirado López, hermano del comandante Víctor Tirado López, uno de los nueve comandantes sandinistas, siempre siguió de cerca la trayectoria del país centroamericano, pese a que se trasladó a vivir a Sinaloa. Traductor y autor de libros, dedicó un interesante trabajo a la nacionalización de la banca a partir de la historia del sistema bancario mexicano, desde sus orígenes.
EXTRAÑOS HACKEOS BANCARIOS ¿EVIDENCIA DEL FRAUDE? NADA HA CAMBIADO
Muy atinado estuvo el periodista de Rosario, en su libro La nacionalización de la banca privada en México (SEP 1982), cuando en plena campaña de José López Portillo por enardecer aparentemente a los banqueros, éste planteaba un futuro diverso para el país al que daba la banca leonina y abusiva de ese entonces (y de ahora). Se trata de un libro breve, de 63 páginas, que recoge todo el bagaje normativo que usó el presidente para nacionalizar la banca. Bagaje que quedó para la historia cuando las posteriores presidencias regresaron la antigua privatización y borraron los ideales que muchos habían esbozado. El sucesor Miguel de la Madrid nunca estuvo de acuerdo con la nacionalización y en etapas posteriores, no solo cubrió las indemnizaciones a los banqueros, sino que fue abriendo el cauce para volver a la “normalidad” privada. Manlio fue aliado de la Revolución Sandinista, pero sin quitar la visión crítica e hizo lo mismo con el suceso que quiso igualar a la Expropiación Petrolera, pero con un mandatario al que le faltaba demasiado para igualar a Cárdenas; dio a conocer en plena euforia de la nacionalización, los pros y contras, pero coherente con sus ideas, le dio una esperanza al gesto y recalcó las ventajas que podían tener los mexicanos. Estas las concentró en la expansión de la inversión básica con el consiguiente aumento de empleos y mejor nivel de vida de los trabajadores. Agregó la reducción de tasas de interés, el otorgamiento de créditos, el descenso de la inflación, y la estabilización de la paridad del peso. Mencionó otros factores positivos, pero los contrapesos se manifestaron años más tarde, con el temible FOBAPROA. La muerte de Manlio fue poco destacada por medios que se nutrieron de su trabajo exclusivo en los años triunfales de la Revolución Sandinista pese al acoso permanente de Estados Unidos al utilizar a los contras. En este momento en el que la lucha de muchos valientes que fructificó en la derrota de un tirano, arriba a otra etapa crucial, vaya el recuerdo y un sentido homenaje para ese gran periodista, amigo y colega que fue Manlio Tirado López.