Teresa Gil
laislaquebrillaba@yahoo.com.mx
Tratarán de enfrentar la política de Trump, “con calma y unidad”. No sabemos que resultados dará si conocemos las actuaciones que al respecto ha dado el gobierno, pero lo más adecuado según otras posturas, es que sea el pueblo movilizado el que dé la batalla. No hay mucha credibilidad en el sistema. Lo que está haciendo Donald Trump con los mexicanos, es un crimen de lesa humanidad. Está creando las condiciones para reducir las formas de vida de millones de personas, cerrándoles el paso en su sustento, su salud y su educación, funciones prioritarias. Si ya de por si el país arrastra a millones en situación de pobreza y pobreza extrema, las medidas del empresario norteño cancelan cuestiones vitales, ¿cuántos morirán por esas medidas? Eso implica la lesa humanidad, un crimen que no prescribe y que debe ser denunciado a nivel internacional antes de que sea tarde. El caso Adolfo Hítler se dio como un fenómeno paulatino que enseñó la oreja allá por 1923, cuando el futuro Führer y algunos cómplices intentaron un golpe de estado. El caso de Trump ha sido más rápido y se ha manifestado en forma abrupta, torpe, pero muy peligrosa. No estamos seguros de donde sale el germen de Donald Trump, si habrán sido su pobreza y andanzas como migrante, pero el tipo extrovertido, enfermizo, individualista e irrespetuoso ya se delineaba en las páginas rosas desde hace décadas. Pero se le veía solo como el empresario poderoso que por su éxito hace lo que quiere, entre otras cosas, cambiar de mujer cada rato. Su verdadero interior, el engendro que ahora afloró, todavía no era conocido. El monstruo que anida el poderoso lo hemos tenido presente en todo el mundo y en América Latina la profusión se ensaña en casi todos los países; las dictaduras asesinas y depredadoras que estuvieron en Argentina, Brasil, Santo Domingo, Haití, Guatemala, Chile, son solo para mencionar algunas. En México tenemos los ejemplos de Victoriano Huerta y el asesinato de Madero, Gustavo Díaz Ordaz y la matanza de Tlatelolco, Luis Echeverría con la guerra sucia, Javier Duarte el sátrapa veracruzano en el pasado inmediato, para no ahondar en decenas, y ¿que caso más monstruoso que la desaparición de los 43 de Ayotzinapa que el pasado 26 de enero cumplió 28 meses sin respuesta? Parece muy fácil quejarse de la llegada de los dictadores y sátrapas pero el propio sistema los crea. Durante años se estuvo advirtiendo lo que pasaba en Veracruz y ni medios conocidos, ni organizaciones fuertes pudieron hacer nada. El sistema lo sostuvo. Ahora nos agobia el caso internacional de Trump, pero las barreras que le pusieron fueron endebles. El tipo se fue deslizando en el proceso electoral y terminó, legal o ilegalmente siendo el presidente de Estados Unidos. Un monstruo gobernando a un enorme país; monstruo peor a los que creó la mitología y que por desgracia no es imaginario. Bestias y seres imaginarios sonorenses de José Terán C (Editorial Glifo 2013), fue publicado por primera vez hace 26 años y desde entonces se ha convertido en un clásico, preferido sobre todo por jóvenes y escolares. Es la continuidad de esas obras que penetran en el espacio de las monstruosidades, los espantos, los fantasmas, para tratar de explicar ese mundo alterno en el que siempre subyace la duda pero que a veces da muestra de una realidad espeluznante. Más de sesenta bestias y seres imaginarios le contamos a José, prolífico escritor y librero sonorense, todos rescatados de ámbitos rurales, de montes y grutas, parajes solitarios en donde puede aparecer una neblina con forma humana o un bulto misterioso agazapado en un rincón o en un árbol, para causar el desasosiego. A la par que describe estos misterios norteños -serpientes monstruosas, basiliscos, sapos, La mano peluda, La mano que aprieta, La penitente, La llorona, La pata arrastrando, el carbunclo, dentro de esa pléyade de aberraciones-, José va buscando los símiles o poniendo ejemplos de grandes amantes de los bestiarios como Aristóteles, Cayo Plinio Segundo, El viejo, y más para acá, de Jorge Luis Borges y en México de Juan José Arreola. Un desfile el suyo de fenómenos vivientes, engendros que pueden ser en muchos casos ideas de la mente humana, traiciones de la luz, las sombras, el viento o en general de la naturaleza o simples inventos que fueron agrandados en los pueblos; pero que causan pavor y miedo. Muchos de ellos están instalados en la frontera norte, ahí, donde Trump está construyendo el muro. Ante la monstruosidad trumpiana que nos agobia, no sería mala idea enviar unos pocos de los personajes de Terán, para ver de que bestia salen más sustos.