jueves, abril 18, 2024

Italia, apagada tetracampeona, la gran ausente de Rusia

Luis Alberto García / Moscú

 

*Sorprendente eliminación en 2017: Suecia clasificó por un gol.

*Corrupción, amiguismo y falta de preparación, las causas.

*Holanda, Chile y Estados Unidos fuera, y también lloran.

*Siguen las lágrimas y hay pérdidas publicitarias millonarias.

*”Los italianos somos un caso clínico”: Andrea Salvelli.

 

 

La Copa FIFA / Rusia 2018 ha dado cabida solamente a 32 equipos –serán 48 en la edición siguiente, a realizarse en Qatar en 2022-, presentes en un evento deportivo-comercial en el que hay cuatro grandes seleccionados que no participarán  –Italia, Holanda, Chile y Estados Unidos-, debido a los más diversos factores.

¿Cuántos y cuáles de éstos influyeron para que, un tetracampeón y un tres veces vice monarca mundial no consiguieran el boleto mágico para la fiesta que entusiasma y paraliza al mundo durante un mes cada cuatro años?

Hubo casos escandalosos de corrupción y tráfico de influencias, excesos mafiosos, supeditación del deporte a los negocios, sobornos para aprobar sedes, amiguismo, compadrazgos y nula exhibición y entrega de cuentas.

En un festín de ladrones del que –si se quiere por omisión, fue cómplice el actual presidente de la Federación Internacional de Futbol (FIFA), Gianni Infantino-, también hubo alianzas oscuras en la parte extra deportiva y, en las canchas y vestuarios, indisciplina y esquemas de juego obsoletos que ya no operan a estas alturas de los partidos mundialistas.

Quienes han pagado caro tantas y tan sonadas tragedias –porque eso han sido, especialmente en las circunstancias de Italia que se analizan a continuación- , son los tifossi, la fanaticada capaz de morir por La Nazionale, la selección  “azzurra” cuatro veces campeona del mundo:  en su propio suelo en 1934, en Francia 38, en España 82 y en Alemania 2006.

Esta revisión debe empezar por el aspecto futbolístico, con la amarga historia de la ausencia italiana en Rusia, que inició el 13 de noviembre de 2017, cuando el cuadro dirigido por Gian Piero Ventura fue incapaz de superar el 1-0 que le había impuesto Suecia en el juego clasificatorio de ida, que concluyó 1-1.

Italia faltó por primera vez a una Copa del Mundo, cuando, con actuaciones brillantes, había estado presente consecutivamente en todas desde 1958, con 83 encuentros jugados en 18 asistencias mundialistas.

Ventura fue la primera víctima en esta tristísima opereta, pese a que su millonario contrato en dólares tenía vigencia hasta 2022; pero la crisis reventó en noviembre del año anterior por causas estructurales y de mala conducción, cuyo antecedente está en la eliminación en cuartos de final en Brasil cuatro años atrás: Italia venció a Inglaterra (2-1) y perdió ante Costa Rica y Uruguay por igual marcador (1-0).

Ciao, bambini y a luchar en las siguientes eliminatorias europeas, que acabaron para los italianos aquel 13 de noviembre, fecha a partir de la cual millones de fanáticos teorizaron sobre los orígenes, crecimiento y conclusión de esa hecatombe nacional.

Césare Prandelli y Antonio Conte habían pasado antes que el genovés Ventura por la dirección técnica, quien tomó al equipo en junio de 2016, sin que su nombramiento lograra consenso y mucho menos unanimidad.

Un factor deportivo más, fue la falta de renovación de la “Squadra Azzurra”, al hacer debutar tardíamente a futbolistas jóvenes en sus correspondientes clubes, dando lugar a importaciones millonarias –como pasa en Rusia desde años atrás- que llevaron al Inter, Milán, Roma, Juventus, Nápoles y otros renombrados conjuntos, a marginar a sus juveniles.

El resultado se hizo evidente, al no encontrarse sustitutos para Gian Luigi Buffon, Alessandro del Piero, Andrea Pirlo y Francesco Totti, algunos ya jubilados y pensionados, cuyas ausencias condujeron a la eliminación, dejando a los suecos un lugar para Rusia, en donde sus rivales son Alemania, México y Corea del Sur .

Los 32 concurrentes se miran hoy con cierto orgullo y hasta arrogancia –como Panamá e Islandia, debutantes aparentemente débiles- por estar en donde están, y aunque no todos tienen la misma cantidad de fanáticos que los adoran, no significa que obtengan las mismas ganancias en premio$ y otro$ regalito$.

Esa es la otra parte de la historia, pues los dineros siempre están en primer término desde que las grandes firmas aparecieron en los escenarios deportivos globales, en los cuales aparecen marcas conocidas y otras no tanto; pero que son factor determinante para que la máquina mundialista camine como es debido, según dicen los nuevos mandarines de la FIFA.

En medio del maremágnum que ha sido la política italiana a partir de 1945 para irnos bastante lejos, al convulso nombramiento de Giuseppe Conte como nuevo primer ministro del país desde el domingo 3 de junio pasado, se añade la situación económica, afectada con la pérdida de mil millones de euros, porque La Nazionale no estará en las canchas rusas.

Ya no habrá patrocinios ni espacios comerciales en cine, radio, televisión, prensa escrita e Internet, con el perjuicio que eso significa, ya que la emoción por el torneo disminuye al haber quedado catastróficamente fuera de él.

No se va a poder ovacionar a futbolistas a quienes –es un decir- pudieran ajustar, más o menos a la medida, las camisas de los monarcas en Alemania 2006, Cannavaro, Toni, Totti, Zambrotta, Gatusso, Camoranessi y Materazzi, éste último golpeado de un cabezazo por Zinedine Zidane en la final del 9 de julio de ese año, cuando Francia perdió (5-3) en serie de penales.

“Como se ve en la película ‘Rocco y sus hermanos” del gran Lucino Visconti, los italianos somos un caso clínico y hacemos una tragedia ante cualquier acontecimiento que nos impacte; pero seguimos de pie, tal vez llorando y berreando, y en mi caso, con una familia de Nápoles –cuando ver a Diego Maradona en sus mejores épocas era como ver a Dios- me resigno y me reconforto al pensar en la siguiente Copa del Mundo”, dice Andrea Salvelli, pintor y dibujante autodidacta.

Viajero empedernido, fanático del equipo de su ciudad marítima, Salvelli cree haber superado la derrota que le aplicaron los nórdicos a Italia en noviembre de 2017, sin Zlatan Ibrahimovic, a un cuadro que, “tal vez” –admite el artista-, mereció quedar fuera de la Copa del Mundo de Rusia por no renovarse a tiempo.

“Todos los errores se pagan”, rezonga desde la mesa del Art Club Nostalgie, un café moscovita elegante y concurrido, mirando los boletos de entrada a algunos encuentros mundialistas, en vista de que, compradas con anticipación esas entradas –en septiembre de 2017- está en esta capital como turista-espectador.

Lamenta no tener la posibilidad de gritar “Forza, Italia”, porque, debido a las razones referidas,  el cuatro veces campeón se quedó en casa, esperando las próximas eliminatorias para sanar en cuatro años sus heridas en Qatar, cerca del desierto de Al Nafud, bajo el sol justiciero de esa nación petrolera y multimillonaria de la península arábiga.

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