jueves, marzo 28, 2024

Gorbachov y Yeltsin, protagonistas de la historia contemporánea

Luis Alberto García / Moscú

* Ambos modificaron el destino político, social y económico de una nación.

* El primero quería las reformas, no la desintegración de la URSS.

* El segundo ganó con el 57.3 % las elecciones presidenciales de junio de 1991.

* Empezaba otra época, vaga y confusa, admitió en 1994 en un libro de memorias.

* Al luchar por la democracia, los rusos también lo hicieron por su Patria.

Miguel Cayetano García Reyes, analista político mexicano, estudioso de los grandes cambios ocurridos en Rusia y en la Unión Soviética en los últimos cien años, autor de “Ajuste estructural y pobreza” entre varios libros sobre ése y otros temas, opina respecto a las divergencias entre Borís Yeltsin y Mijaíl Gorbachov como protagonistas de la historia contemporánea y de una fase histórica que considera importantísima.

“Sin duda -dice- fueron los impulsores y creyentes de los cambios necesarios que requería la Unión Soviética, y hay quienes creen que éstos se debieron a una rivalidad personal y a diferentes opiniones sobre la rapidez de la realización de las reformas”.

Para el ingeniero en Geofísica, presidente del Centro de Investigaciones Geopolíticas en Energía y Medio Ambiente (CIGEMA), la diferencia principal consistió en que Gorbachov no intentaba jugar el papel principal en la desintegración de la Unión Soviética: “Él quería reformar, pero no desintegrar”, señala García Reyes.

En 1989 en Moscú se celebró el primer Congreso de Diputados del Pueblo, nuevo órgano supremo legislativo del país formado tras los primeros comicios libres en la nación: Yeltsin fue electo diputado en representación de Moscú al recibir un 91,53% de los votos a su favor, y aunque el Congreso no lo eligió como miembro del Soviet Supremo,  uno de los legisladores dio su mandato a futuro presidente de la Unión Soviética.

En junio de 1991 se celebraron las elecciones para la presidencia de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFSR, por sus siglas en ruso) -la mayor de la nación-, cargo creado tras un referéndum celebrado tres meses antes, comicios que Yeltsin ganó al obtener el 57,3% de los sufragios.

Eran las primeras elecciones populares para presidente en la historia del país, y fue electo para presidir la todavía existente Unión Soviética por el Congreso de los Diputados del Pueblo el 15 de marzo de 1990 y no por sufragio nacional.

“Es imposible expresar con palabras el estado espiritual que vivo en estos momentos. Por primera vez en la milenaria historia de Rusia un presidente pronuncia un juramento ante sus compatriotas. No hay ningún honor más alto, no hay ningún puesto más alto y de más orgullo para ser elegido por los ciudadanos”, dijo Yeltsin en su primer discurso presidencial tras el juramento.

La primera prueba para Yeltsin en su nuevo cargo fue neutralizar el intento de golpe de Estado contra el presidente Gorbachov el 19 de agosto de 1991, diseñado y preparado por cinco miembros del autoproclamado Comité Estatal de Situación de Emergencia (GKCHP); es decir, la vieja guardia del PCUS que no deseaba ninguna reforma.

El 19 de agosto, cuando Gorbachov estaba de vacaciones en Crimea, ese Comité anunció el estado de emergencia en el país y la suspensión temporal del Presidente a causa de presuntos problemas de salud: el quinteto de conspiradores y los golpistas cómplices tenían bajo su mando varias divisiones militares y no tardaron en usarlas.

En las calles de la capital aparecieron tanques y vehículos blindados, mientras que Gorbachov quedó bajo arresto domiciliario en una casa de descanso; pero bajo esa complicada situación Yeltsin logró consolidar la resistencia popular y exhortó a la población a que defendiera las libertades democráticas.

Decenas de miles de personas salieron a las calles de Moscú expresándose contra las actividades de GKCHP, Yeltsin logró convocar a manifestaciones y marchas para convencer a las tropas rebeldes de no apoyar el golpe y pronunció un memorable discurso desde la torreta de un tanque frente a la Casa Blanca en el centro de Moscú.

El 22 de agosto los organizadores del golpe fueron arrestados y Mijaíl Gorbachov volvió a Moscú; sin embargo, para ese momento su popularidad se había reducido, pues por un lado estaba la pasividad de Gorbachov durante el conflicto, y por otro la conducta más que decidida de Yeltsin, quien consiguió anular el golpe de Estado.

Ambos hechos desviaron la simpatía de la población moscovita hacia este último, mientras Gorbachov perdía influencia y posiciones políticas que resultaron vulneradas: “Fue una difícil y tensa batalla para frenar el golpe, en la que Yeltsin, objetivamente, jugó un importante papel y luego comenzó a sacar los frutos de los acontecimientos de agosto”, recordó Mijaíl Gorbachov.

“Luchando por la democracia, la libertad en aquel agosto, las personas lucharon también por su Patria, para ellos eso era más importante que su propia vida”, recuerda Yeltsin en sus “Notas del Presidente”, publicadas en 1994.

“Comenzaba otra época –escribió-, una época vaga y confusa, que forzaba a buscar decisiones en situaciones críticas, en punto muerto. Una época que aún hará recordar el tiempo transparente de las tareas exactas y las ideas claras que terminó el 21 de agosto de 1991”.

Para fines de 1991 –recuerda el profesor García Reyes el referirse a Rusia como nueva nación- casi todas las repúblicas soviéticas proclamaron su independencia de la Unión Soviética: “El 8 de diciembre Yeltsin junto con el presidente de Ucrania, Leonid Kravchuk y el líder de Bielorrusia, Stanislav Shushkevich, en los bosques de Belovezhskaya Puscha, territorio bielorruso, firmaron el histórico Tratado de Belovezh”.

Este documento –precisa el investigador- marcó la desintegración oficial de la Unión Soviética y estableció en su lugar la Comunidad de Estados Independientes (CEI), de modo que el 25 de diciembre de 1991, Mijaíl Gorbachov anunció públicamente su renuncia, poniendo fin a las liturgias impuestas por el régimen soviético durante casi siete decenios y medio.

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