sábado, diciembre 21, 2024

Argentina 78: “Este partido lo gana el pueblo”

Luis Alberto García / Moscú

*Movimiento Peronista Montonero: versión política de la Copa del Mundo.

*“Todo por la Patria”, escribió Santiago Caparrós, novelista bonaerense.

*Deporte y represión, regalos de Jorge Rafael Videla y la dictadura militar.

*“Este partido lo gana el pueblo”: Movimiento Peronista Montonero.

*Documento revelador de una realidad trágica y de violencia letal.

 

 

No falta razón al escritor argentino Santiago Caparrós cuando asegura que el futbol es el mayor fenómeno social y cultural de los tiempos modernos, como ha quedado demostrado en cada una de las escenificaciones del Campeonato Mundial de futbol en diferentes épocas, llámese Copa Jules Rimet de Uruguay en 1930 o Copa FIFA / Rusia en 2018.

Al presentar en un programa de televisión su novela “Todo por la Patria” -con un bigote imperial y una calva reluciente, como lo describió un reportero español-, Caparrós se preguntaba qué hacían mil millones de seres humanos al mismo tiempo, al mirar la gran final mundialista -disputada por Francia y Croacia- en estadios, televisores y artilurgios digitales, el domingo 15 de julio de 2018.

Asistente de los periodistas Miguel Bonasso, Francisco Urondo, Juan Gelman y Rodolfo Walsh en la redacción del diario bonaerense “Noticias” –destruido por una bomba como aviso de la llegada de la dictadura militar que asoló Argentina a partir del 24 de marzo de 1976-, Caparrós salió de su país, del cual dijo “hemos construido un gran fracaso con él en un siglo”.

Prefirió el exilio a la tortura y la desaparición, emprendiendo estudios en Francia y sumándose al boicot promovido por la oposición para impedir la celebración de la Copa del Mundo de 1978, celebrada con la coronación del equipo dirigido por César Luis Menotti, vencedor (3-1) de Holanda, el 25 de junio de ese año.

Evidentemente que esa victoria llevó momentos de alegría a una nación requerida de ella, sin que el escritor y periodista del enorme mostacho se pudiera explicar cómo, hasta la fecha, él, fanático del River Plate, pasara de la rabia política a la euforia deportiva, natural en cualquier ser humano.

La elección de Argentina como sede mundialista de ese año no fue unánime, ya que la nación platense, con 25 millones de habitantes –en buena parte hijos y nietos de los inmigrantes del siglo antepasado-, tres millones de kilómetros cuadrados de superficie, potencialmente rica, multicultural y diversa, atravesaba una grave crisis propiciada por Jorge Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti, los golpistas de 1976.

El equipo enemigo del pueblo -es decir, la casta militar- llegó precedido de años de violencia política auspiciada desde el poder por José López Rega, el ministro de Bienestar Social del gobierno de Estela Martínez viuda de Perón, directa responsable de los tiempos oscuros que durarían hasta 1983.

El trío de matones, mediante la gestión del almirante Alberto Lacoste, quiso utilizar al futbol para demostrar la grandeza del país y de su gobierno ilegal –fue una réplica del encargado de derrocar al primer gobierno de Juan Perón en septiembre de 1955-, en el que fueron desaparecidas, torturadas y muertas cerca de 30 mil personas, víctimas de los llamados “grupos de tareas”, encubiertos y protegidos por las Fuerzas Armadas.

Conseguida la sede mundialista, desde el momento de su acceso al poder por medio de la violencia, en paralelo a las actividades represivas se accionó el dispositivo propagandístico que pretendió maquillar con un magno evento deportivo la tragedia argentina, como lo hicieron Benito Mussolini en 1934 con la II Copa Jules Rimet, y Adolfo Hitler en 1936, con la realización de los Juegos Olímpicos de Berlín.

La dictadura usó el dinero que le faltaba al país para esos propósitos, en la vana ilusión de engañar a la comunidad internacional con las cuentas de colores de la publicidad y las relaciones públicas mediante pagos millonarios a la agencia estadounidense Burson Marsteller, como lo denunció la dirigencia del Movimiento Peronista Montonero (MPM).

En una conferencia de prensa realizada en Roma en abril de 1977, el MPM anunció que esa propuesta estaba condenada al fracaso, y esa fue una de las razones por las cuales ese grupo político deseaba que la Copa del Mundo del año siguiente se llevara a cabo, para permitir que todos se asomaran a la espantosa realidad imperante tras los carteles deportivos y turísticos.

La oposición armada, representante de un pueblo hostigado y ofendido, reveló que esa realidad estaba basada en la dominación económica y la represión sangrienta; pero, como lo asentó el MPM en un documento titulado “Asómese a Argentina 78”, se cimentaba en la lucha ciudadana y en la esperanza de un futuro de paz y libertades.

“Esto es solamente un anticipo, lo mejor es que ustedes mismos –periodistas, deportistas, dirigentes o turistas- comprueben en nuestra nación que, lo que decimos, es la más pura de las verdades, porque lo que se pretende se resume en una frase: cada espectador del Mundial, un testigo de la Argentina real”, consignó el documento difundido en Italia hace más de cuatro décadas.

El folleto en color, sencillo en su presentación, se dividió en ocho capítulos y unas conclusiones que hacen ver que, con el evento deportivo en las manos, los militares intentaron adjudicarse el mérito de la conquista del título que Argentina ganaría, a pesar de que éste fue de César Luis Menotti y sus pibes, presagiando que la democracia representativa sería restablecida, luego de diez años sin elecciones libres, las cuales, realizadas en octubre de 1983, llevaron a Raúl Alfonsín a la Casa Rosada.

La guerrilla peronista y su brazo político lanzaron al mundo su “Nosotros acusamos”, resumiendo en los puntos contenidos en ese valioso cuadernillo que, de paso, destacó los 46 mil millones de dólares de la deuda externa y la catástrofe humana que prevalecía entonces: “Política y futbol”; “La argentina real”; “Oligarcas y monopolios”; “Economía en crisis”; “Pueblo en pie de lucha; “Represión”; “Saldo doloroso”; y “Nuestra propuesta”.

El Consejo Superior del MPM se hizo responsable de esa publicación, signada por los secretarios de cada rama: Profesional, Rodolfo Puiggrós; Sindical, Armando Croatto; Política, Óscar Bidegáin; Juvenil, Rodolfo Galimberti; Femenina, Adriana Lesgart; Agraria, Osvaldo Lovey; Exterior, Fernando Vaca Narvaja; Prensa, Miguel Bonasso y Juan Gelman; y por su principal dirigente, Mario Eduardo Firmenich.

La contraportada del opúsculo, en español e inglés, consta de la figura de un gauchito vestido con el uniforme de la selección nacional, una lanza tacuara en la mano derecha, el pie izquierdo sobre un balón y una frase de seis palabras: “Este partido lo gana el pueblo”.

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