Francisco Gómez Maza
En ella se concentra la mayor parte de la economía
La formal no da para más; paga muy mal al trabajador
Si algún mérito tienen los econometristas gubernamentales, sobre todo los del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), no ante el pueblo (al que pretenden engañar, pero éste no se deja porque las cifras oficiales no casan con la realidad lacerante del día a día), sino ante sus jefes de la alta burocracia, y especialmente al presidente de la república (al que sí logran engañar, o se hace güey) es su habilidad para maquillar las cifras de la marcha de la economía.
La economía lleva un buen ritmo. Hemos creado un titipuchal de empleos, se le oye presumir al presidente y muchos de los que lo escuchamos no podemos tragarnos tales mentiras. Y nos preguntamos: ¿Y no será más honesto hablarle con la verdad a la gente, y no usar tácticas populistas y demagógicas, que tanto le critican a, por ejemplo, Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, o al candidato de morena, Andrés Manuel López Obrador? Qué, no tiene ningún criterio del modo de gobernar el director del Inegi, Julio Alfonso Santaella Castel, como para sugerírselo a Peña.
Uf. Cuánto ganaría en credibilidad, entre la población (él y su partido en quién ya nadie cree) el presidente si no le obligaran sus achichincles del INEGI, de Hacienda o del Banco de México a decir, en público, tantas barbaridades.
Miren, San Juditas, el chilango, no el apóstol de Jesucristo, cuántas barbaridades comete en nombre de la fe, movido por los curas comerciantes que lo han hecho mercancía valiosísima por la cual mucha gente les rellena groseramente sus bolsillos. Pero la gente cree en él porque representa la verdad; creen que los cura y realmente los cura; creen que les va a conseguir chamba, y realmente se las consigue; entre otras. No engaña. Les dice la verdad, a través de los curas: que se porten bien, que paguen el diezmo, que procuren por sus semejantes, que bueno, lo que sea, Por qué los gobernantes tienen pánico a decirle la verdad a la gente. No les va a pasar nada malo. Al contrario, hasta sus enemigos o adversarios empezarán a creer en ellos.
Quién queda a la altura de la chancla es Peña Nieto, que repite las mentiras que le dictan sus asesores en base a los resultados, mañosos resultados, metodológicamente tramposos, del INEGI. Por ejemplo, en su informe divulgado este martes, el instituto informa que hay, al tercer trimestre del año, o sea julio, agosto, septiembre, 1.9 millones de personas desempleadas, o sea el 3.9 por ciento de la PEA (o Población Económicamente Activa) y eso que es la más alta desde el cuarto trimestre del año pasado. Para empezar, no me checan los números. Si 1.9 millones (casi dos millones) son el 3.9 por ciento de la PEA, esto quiere decir que la PEA suma poco menos de 49 millones, Y eso no puede ser cierto. Si la PEA era como de 56 millones no es posible que haya bajado tanto. A no ser que se hayan muerto y no hay habido nacimientos.
Pero bueno, peines aparte, dos millones de desempleados es un montón de gente muerta de hambre. No tiene trabajo. No tiene techo, no tiene vestido, no tiene sustento, no tiene seguro popular ya de perdis. Y todavía estos amigos se dan el lujo de “desestacionalizar” el porcentaje, con lo que concluyen que la tasa de desocupación nacional fue de 3.3% de la población económicamente activa, proporción inferior a la registrada en el trimestre inmediato anterior y la tasa más baja de la que se tenga registro. ¡Coño, que les entienda Abu Abdallah Muḥammad ibn Mūsā al-Jwārizmī, compilador de las matemáticas e inventor del álgebra, matemático, astrónomo y geógrafo persa, de Persia, ¿eh?
Pero bueno, no disponemos de otras mediciones, porque las cifras verdaderas están encriptadas o en el Fondo Monetario Internacional, o en el Banco Mundial, o en los archivos de la OCDE. Los economistas de la UNAM, especialmente del Centro de Estudios Económicos de la Facultad de Economía realizan mediciones reales, pero no sé por qué no las dan a conocer para confrontarlas con las del INEGI.
Por otra parte, las entidades que durante el tercer trimestre de 2017 observaron las tasas de desocupación más altas fueron:
Y aquí les va otra chulada: Según el boletín del INEGI, la población subocupada; es decir, la población ocupada que tiene la necesidad y disponibilidad de ofertar más tiempo de trabajo de lo que su ocupación actual le demanda, llegó a 3.7 millones de personas y representó 7% de las personas ocupadas, tasa inferior a la de igual periodo de un año antes que fue de 7.8%. O sea que la cosa se pone más peliaguda. Hay dos millones que no tienen trabajo y hay otros casi 4 millones que no aguantan con un solo empleo y se ven obligadas a dobletear, si es que hay alguien que los contrate por horas, me imagino. De todos modos, Juan te llamas.
Pero lo más significativo es que la economía formal está tan mal, tan desgraciadamente infame, tan alejada de la verdadera economía, que mucha gente se va a probar suerte a lo que se llama economía informal (empleo informal), que yo llamo economía subterránea, esa que no se ve, que no paga impuestos, y que pata los salarios que quiere, y que es más poderosa que la economía formal, en la que, si hay empleo, es un empleo malo porque los salarios no le alcanzan al trabajador para vivir dignamente.
Pues, tan sólo de acuerdo con el INEGI, en el tercer trimestre de 2017, todas las modalidades de empleo informal sumaron 30 millones de personas, para un aumento de 0.4% respecto a igual periodo de 2016 y representó 57.2% de la población ocupada. O sea que hay más trabajadores en los subterráneos que a la vista del público. Y no están contando los miles de personas dedicadas a la prostitución que, aunque tengan ingresos sabrosos, no duran mucho porque enferman y generalmente mueren jóvenes, No estoy de acuerdo, pero dicen que la prostitución es también trabajo fecundo y creador. Sobre todo con la trata de personas,
De manera detallada, según el INEGI, 14 millones conformaron específicamente la ocupación en el sector informal, cifra que significó una caída de 1.1% anual y constituyó 26.6% de la población ocupada; 7.5 millones corresponden al ámbito de las empresas, gobierno e instituciones; 6.3 millones al agropecuario y otros 2.2 millones al servicio doméstico remunerado. ¿Hay servicio doméstico remunerado? Me temo que las señoras y los señores que requieren de uno, dos o tres ayudantes domésticos, les pagan una mierda.
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