jueves, marzo 28, 2024

ACENTO: Grandeza michoacana

Salvador Flores Llamas

 

Con merecida fama pródiga en celebridades, Michoacán también ha dado gente despreciable que, por fortuna, no opaca lo primero porque esta victoria es inmarcesible.

Fue cuna de héroes nacionales, como Morelos, Hidalgo (que allí se forjó), también de prohombres en diversos campos de la vida nacional.

Su recia trayectoria cultural parte de D. Vasco de Quiroga, de cuyo colegio-seminario han salido grandes hombres, y fue reforzada por cumbres de la cultura, como Fr. Alonso de la Veracruz y los jesuitas Fco. Javier Clavijero y Fco. Javier Alegre, desterrados estos últimos por el déspota Carlos III.

El eminente cardiólogo Ignacio Chávez, quien nació en Ziróndaro, cuando aún pertenecía a Michoacán y se consideró siempre michoacano, hizo la carrera en la Universidad de San Nicolás de Hidalgo y fue su rector. Fundó en el DF. el Instituto Nacional para Enfermedades del Corazón, fue reconocido en el mundo como cardiólogo inminente y rector de la UNAM, donde dejó reformas trascendentes.

Otros médicos michoacanos destacados: el cirujano Luis Trillo y el cardiólogo Salvador Aceves Parra.

Entre el clero sobresalen los arzobispos Clemente de Jesús Munguía, J. Ignacio Árciga, Francisco Benegas, Luis Ma. Martínez, Manuel Pérez Gil González y los cardenales Juan Jesús Posadas (nacido en Guanajuato, pero formado en Morelia) y con igual sello  Alberto Suárez Inda, quien trajo al primer Papa (Francisco) por la amistad que cultivan desde hace tiempo.

Tierra de grandes periodistas: Francisco Elguero, pilar editorial del diario Excélsior a mitad del 1,900; Manuel Buendía, reportero y columnista ilustre, asesinado en el DF en 1954; en lo local José Tocavén, dueño y director de “La Voz de Michoacán”.

Historiadores señalados: José Ugarte y el jesuita José Bravo Ugarte; literatos: Alejandro Ruiz Villaloz y Porfirio Martínez Peñaloza; poetas insignes: los sacerdotes Manuel Ponce Zavala (nativo de Tanhuato), cultor del modernismo religioso, murió como presidente del Consejo Nacional de Arte Sacro con labor valiosa.

José Luz Ojeda (nacido en Salvatierra, Guanajuato, y formado en el Seminario de Morelia) plasmó el hermoso madrigal a la Morenita del Tepeyac: “Estar cerca de ti para mirarte/ era todo mi afán, todo mi anhelo/ fijar en ti mis ojos sin hablarte/ y gozar y gustar al contemplarte/ unas horas dulcísimas de cielo”.

Y Francisco Alday, que de Querétaro pasó al Seminario de Morelia, sonetista místico y clásico, como en “Miércoles de ceniza y una suerte/ de áspera y sortílega humareda/ que logro fatuo y compunción me advierte./ Miércoles de ceniza y arboleda/ de polvos donde soy, para la muerte,/ uno de tantos en la polvareda.” 

Otros literatos notables fueron los zamoranos Alfonso y Gabriel Méndez Plancarte, fundadores de la revista “Ábside”, gran difusora de las letras mexicanas.

Michoacán tiene luenga tradición musical desde las tribus originales que lo poblaron  (purépechas, chichimecas, nahuas y pirindas o matlatzincas) y se expresa en la bella tonada “Flor de canela” y en la típica Danza de los viejitos.

Mediado el siglo XX Morelia se convirtió en centro de un movimiento musical, sobre todo sacro, auspiciado por el canónigo José María Villaseñor con exponentes destacados como Ignacio Mier Arriaga, Miguel Bernal Jiménez, Alfonso Vega Núñez y el coro Los Niños Cantores de Morelia, que dirigió el austríaco Romano Picutti y efectuó giras triunfales por Europa y EU y Latinoamérica.

Por desgracia, a la muerte el señor Villaseñor murió, por falta de dinero, la Escuela Superior de Música Sagrada, y el Conservatorio de las Rosas quedó en manos de un patronato, que más bien le exprime los recursos, aunque mantiene cierto hálito de la tradición musical.

Rico en tierras labrantías, el estado posee regiones muy productivas de melón, que se exporta en grandes cantidades, y  en los últimos 20 años lo superó el ahuacate, que se envía a Estados Unidos, Europa y aun a Japón.

El Valle de Apatzingán se convirtió en emporio algodonero y el estado tiene otras zonas muy feraces, como el Valle de Zamora, productor y exportador de papa, cebolla, fresa legumbres y hortalizas.

Angangueo fue importante foco minero, mas el incendio de la mina en 1953 trajo pobreza. El celo del párroco Estanislao Alcaraz (promovido después a primer obispo de Matamoros, luego de San Luis Potosí y a arzobispo de Morelia, donde murió en 2006) la atemperó, pero la explotación de los jales es muy raquítica.

Siempre ha habido fuertes capitales  en las diversas cuencas económicas, como Zamora y La Piedad, cuando fue el centro rebocero y porcícola non del país y en otras urbes.

Pero sobresalen los productores y exportadores de melón y hoy los ahuacateros. 

Morelia ha tenido fuertes hombre, de negocios, los actuales son los Ramírez Villalón, creadores del emporio cinematográfico Cinépolis; Francisco Medina, Fernando Pérez Córdoba y los Arriaga Díez, hijos del exgobernador Agustín Arriaga, enviado por López Mateos a tratar de opacar la figura del general Lázaro Cárdenas.

Éste ejerció largo y férreo cacicazgo y sólo fueron gobernadores sus más cercanos. Empero surgieron políticos de fuste de diversos signos: el cardenista Natalio Vázquez Pallares, el priista Carlos Torres Manzo y los panistas Miguel Estrada Iturbide (gran orador) Luis Calderón Vega y Gonzalo Chapela.

Sin duda Cárdenas es la cumbre de la política michoacana, por su patriotismo al rescatar el petróleo de la voracidad extranjera y sentar las bases de un México moderno que, por desgracia, no aprovecharon sus sucesores.

 Todo ello contrasta con la carroña política que hoy impera, con Leonel Godoy Rangel, introductor del narco en el gobierno; dejó una deuda de 38 mil millones y quiere seguir succionando al erario y apoderarse del poder con incondicionales, como su ex secretario de gobierno, Fidel Calderón Torreblanca, que chantajea al gobernador Silvano Aureoles para que le herede el cargo y encumbrarse con la cáfila de Morena, hez política con afán de poder para beneficio personal.

Abierta traición a los michoacanos que forjaron el estado y la Patria y ofrendaron sus mejores esfuerzos y la vida misma.

Debemos aniquilar esta caterva con el esfuerzo diario y conjunto, nos apoya la herencia invencible de los purépechas, y el refrán que dice “no hay mal que dure cien años…”

llamascallao@hotmail.com

 @chvafloresll.

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