MADRID, ESPAÑA.- Ante la noticia de la muerte de Silvia Pinal a los 93 años, los obituarios y celebraciones del legado de esta legendaria figura del cine mexicano han repetido la fórmula de referirse a ella como “musa de Luis Buñuel”. Un lugar común reduccionista que convendría matizar (por no decir erradicar), dada no solo la importante filmografía de Pinal al margen del cineasta aragonés, sino por la magnitud de sus colaboraciones.
De acuerdo con CINEMANIA, Silvia Pinal y Luis Buñuel trabajaron juntos en tres películas que marcaron un punto de inflexión en la carrera del director: Viridiana (1961), El ángel exterminador (1962) y Simón del desierto (1965). Tres obras maestras casi consecutivas (salvo por el paréntesis de Diario de una camarera, 1964) que definieron el paso de la etapa mexicana de Buñuel hasta su consagración absoluta como una de las figuras prominentes del cine mundial.
El punto de giro lo marcó Viridiana, claro. La escandalosa película que sacó a Buñuel del exilio y lo llevó de vuelta a la España franquista para rodar el filme con el que ganaría la Palma de Oro del Festival de Cannes para disgusto de las autoridades que la prohibieron y buscaron su destrucción. Todo ello, desde la génesis a la salvación material de la película, fue gracias a Silvia Pinal.
Silvia Pinal y Luis Buñuel
Viridiana no fue el primer intento de colaboración entre Buñuel y Pinal. La actriz, que durante los años cincuenta se había convertido en una de las estrellas más reconocidas del cine mexicano y contaba con dos premios Ariel, a principios de la década había estado cerca de protagonizar junto a Ernesto Alonso una adaptación de Tristana, la novela de Benito Pérez Galdós, que el director de El perro andaluz ansiaba realizar.
Sin embargo, la mala trayectoria comercial de sus películas mexicanas de aquella época hicieron que los productores se mostraran muy recelosos y el proyecto se cancelara; Buñuel intentó de nuevo sacar adelante la adaptación en los años sesenta con Rocío Dúrcal y acabó filmándola en 1970 con Catherine Deneuve como protagonista. Años antes de eso, Pinal retomó el contacto con Buñuel dispuesta a llevar otro Galdós al cine.
La actriz mexicana, apoyándose en su marido el productor Gustavo Alatriste, impulsó el proyecto de la galdosiana Halma que terminaría convirtiéndose en Viridiana. Pinal estaba decidida a que Buñuel dirigiera la película y, como recordó en su biografía Esta soy yo, editada en 2015: “Yo escogí a Buñuel, no él a mí”.
“Cuando conocí su obra me encantó, me enamoré de su cine, de su humor negro, de su manera de ser y supe que no descansaría hasta ser dirigida por él y lo logré”, recordaba la actriz. Así, con Alatriste como productor mexicano y Pere Portabella y Ricardo Muñoz Suay en la producción española, el proyecto convenció a Buñuel de regresar a España para rodar la que sería una de sus películas más laureadas y perseguidas.
Cuando Viridiana obtuvo la Palma de Oro en el Festival de Cannes (ex aequo con la francesa Una larga ausencia, de Henri Colpi) un encendido artículo del periódico vaticano L’Osservatore Romano hizo saltar las alarmas. La dictadura franquista se propuso hacer desaparecer el filme, que había sido tachado de anticristiano, sacrílego y blasfemo, prohibiendo toda mención a su existencia en España y destituyendo al director general de Cinematografía y Teatro, José Muñoz Fontán, por haber aceptado el premio.
Fue Silvia Pinal de nuevo quien salvó Viridiana. Según contó ella misma en varias ocasiones, escondió en su abrigo los rollos de película de una de las copias para poder sacarla del país y huir a México con ella. En España no pudo verse hasta después de la muerte de Franco: llegó a los cines en abril de 1977.
AM.MX/fm