viernes, abril 19, 2024

Y Dios se hizo estrella de rock

Francisco Medina

CIUDAD DE MÉXICO, 18 de abril (AlmomentoMX).- Varios factores contribuyeron a la popularización de la música rock en la década de 1960s. Esta fue una de las décadas más tempestuosas en la moderna historia norteamericana. La carnicería de la Guerra de Vietnam, el movimiento de “Dios está muerto”, la aparición del movimiento hippie, los asesinatos políticos, el avance de las drogas que alteran la mente, el temor de una guerra nuclear, las violentas protestas en muchos campus de colegios superiores, sospecha de las instituciones convencionales, y otros factores, hicieron de esta una época de gran desilusión entre los jóvenes.

El mensaje categórico “Clapton is God” (“Clapton es Dios”) comenzó a florecer en forma de pintadas en los muros de las calles de Londres a mediados de los sesenta.

Por esos mismos años, para ser precisos en 1966, John Lennon dijo en una estrevista con Maureen Cleave, para el priodico británico London Evening Standard, que era “lamentable que un grupo como los Beatles, fueran más famosos que Jesucristo”.

El comentario no llamó la atención cuando fue dicho originalmente, pero las reacciones de enojo estallaron en las comunidades cristianas cuando se difundió en los Estados Unidos, cinco meses después.

Los discos de los Beatles fueron prohibidos en la radio y quemados públicamente, las conferencias de prensa fueron canceladas y se hicieron amenazas. La polémica coincidió con la gira del grupo por Estados Unidos de 1966, y tanto Lennon como Brian Epstein, mánager de la banda, intentaron calmar el conflicto con una serie de conferencias de prensa.

Algunos eventos de la gira experimentaron interrupciones e intimidaciones, incluyendo una protesta del Ku Klux Klan. La controversia contribuyó a la falta de interés de los Beatles por brindar espectáculos en vivo, y la gira por Estados Unidos fue la última con la que se comprometieron, después de la cual se convirtieron exclusivamente en una banda de estudio.

Cuando la gente del rock volvieron sus espaldas contra el cristianismo, se sumergieron en las enseñanzas hindúes, especialmente aquellas del gurú Maharishi Mahesh Yogi, el fundador del Movimiento de regeneración espiritual. En la enseñanza hindú, la música rítmica libera las almas atrapadas en el mundo del engaño, permitiéndoles experimentar una “conciencia divina”. El grupo The Who, que adoptó las enseñanzas hindúes, utilizó su música como una descripción alegórica de un viaje desde la oscuridad espiritual a la “realización divina”.

En medio de esa aborigen de conservadores cristianos, se hizo un estudio al respecto y las conclusiones fueron alarmantes para los cristianos y católicos, los jóvenes no tenían ningún interés por los asuntos religiosos, pues decían que eso se lo dejaban a los viejos.

La Fundación Rockefeller se dio a la tarea de buscar la menta de regresar a los jóvens a las causas del cristianismo, surgiendo así el llamado: “Movimiento Jesús”.

Jesus Movement, ‘Movimiento de Jesus’ o aún Jesus People, fue un movimientocristiano establecido en oposición al Movimiento Hippie, pues el mismo tenía una filosofía de que una persona viven en paz y amor apartir de drogas y sexo practicados de modo libre.

Se decía en esos últimos años de la década de los sesenta, que el Movimineto de Jesus, fue LA RESPUESTA DE DIOS ante el caos que se vivia en los Estados Unidos luego de la segunda guerra mundial, la guerra de vietnam, drogas gratis en aquel tiempo como el LSD y el levantamiento en rebeldia de miles de jovenes con las con signas “hagamos el amor y no la guerra” y ” paz y amor” convirtiéndose en sus lemas.

Jesus Movement da inicio al Rock Cristiano y a la Música Cristiana Contemporánea(CCM), que contaba con bandas como Petra, Barry McGuire, Love Song, Second Chapter of Acts, All Saved Freak Band, Servant, Stryper, Resurrection Band, Phil Keaggy, Dion DiMucci, Paul Stookey of Peter, Paul, and Mary; Randy Stonehill, Randy Matthews, Andraé Crouch (and the Disciples), Keith Green, The Joyful Noise and Larry Norman.

El primer gran musical de Andrew Lloyd Weber y Tim Rice, que al principio fue tachado de blasfemo, terminó convirtiéndose en un inesperado banderín de enganche evangelizador.

Una ópera rock es un género de música nacido en el siglo XX en el cual las composiciones difieren de los álbumes de rock convencionales ya que mantienen una temática determinada en la letra de las canciones o recurren a canciones cíclicas. No necesariamente cuenta con elementos típicos de la ópera en sus composiciones, de hecho musicalmente se lo puede semejar más a la cantata o suite ya que no suelen ser actuadas.

Si en los Evangelios Dios se hace hombre, en “Jesucristo Superestrella” se transforma en rock star. La obra que consagró al compositor Andrew Lloyd Webber y el letrista Tim Rice, dos jóvenes británicos que habían debutado juntos con una breve pieza también de inspiración bíblica (en la que los premonitorios sueños del casto José eran en technicolor), vio la luz en 1970 solo en disco, como ópera-rock; un género que, en plena eclosión del álbum concepto, fraguaron conjuntos de procedencia mod como The Who, The Kinks o The Pretty Things.

El 3 de diciembre de 1969, Andrew Lloyd Webber y Tim Rice le propusieron a Lennon interpretar el papel de Jesús en la producción teatral Jesucristo Superstar, y él se negó, aunque dijo que se habría interesado si Ono podría interpretar a María Magdalena.

Tras esa negartiva, de Cristo hacía Ian Gillan (jóven blanco de ojos claro, entonces recién incorporado a Deep Purple), a Judas lo encarnaba el afroamericano Murray Head, como María Magdalena estaba la cantante originaria de Honolulu, Ivonne Elliman y como sacerdote no acreditado, Gary Glitter.

“Jesucristo superstar” tenía la particularidad de que comenzaba con la llegada de todos los actores en un autobús escolar rotulado en árabe, vehículo que transportaba desde los actores hasta la utilería del film. El verdadero protagonista de la cinta, junto con Jesús (interpretado por el rubio cantante y actor Ted Neeley), era Judas, interpretado por el cantante y actor de color Carl Anderson, quien acusaba a los seguidores de Jesús de tener “demasiado cielo en sus mentes”, mientras el argumento iba tejiendo intrigas, celos y pasiones violentas en torno a la figura de Jesucristo.

Al haberse publicado antes el disco, la gente iría luego al teatro como quien va a un concierto rock: con las canciones aprendidas. Y quien no las conociá saldría tarareándolas, pues Lloyd Webber no solo anticipa las melodías en la obertura, también repite siempre muchos de sus fragmentos en diferentes voces durante toda la obra. Sin diálogos entre canciones y con breves recitativos previos, como en las antiguas óperas.

En 1971, los montajes apócrifos que empezaron a proliferar precipitaron un estreno teatral a lo grande. Primero en Estados Unidos, donde, justo a la vez, había dado sus primeros –y tímidos- pasos otro musical basado en Jesucristo, el delicioso ‘Godspell’.

El lado más humano de un Jesús que no llegaba a resucitar. Con Judas insurrecto ante su destino, culpando a Dios de darle el peor papel de la función, aunque fuera casi tan protagonista como ese Jesús por quien se derretía de amor puro la dulce María Magdalena.

Lo que al principio fue tachado de blasfemia terminó convirtiéndose en inesperado banderín de enganche evangelizador. ¿En cuántas parroquias se habrá cantado? ¿Cuántas y cuántas funciones escolares y amateurs se habrán llegado a representar? También llegó la magna adaptación española de 1975. La de Camilo Sesto, Ángela Carrasco y Teddy Bautista.

 

La película, que debido a su éxito estuvo cerca de dos años en la cartelera de los cines de nuestro país, fue una de las cintas más controvertidas de su época por presentar a los actores como hippies, por mostrar la Pasión de Cristo desde el punto de vista de un Judas negro, psicodélico, frustrado y existencialista, y por presentar a un Jesús dominado por sus propios miedos alejándolo de la figura de los Evangelios, de una maría Magdalena enamorada de un Jesús, del cual diría que es sólo un hombre, sin mencionar que la cinta era en realidad una ópera rock donde todos los diálogos eran canciones interpretadas por los actores en ese género musical.

Preocupado por esto, el Papa de entonces, Pablo VI, pidió ver en exclusiva y en una sala privada la proyección de la película, que también era un musical. Al salir, tenía canas verdes: para él, esta obra era casi tan hereje como comer carne en Viernes Santos.

Sabiendo que si se refería a esta obra iba a hacerle más publicidad, decidió guardar la compostura y no mencionarla tanto. No obstante, en varias ocasiones reconoció que este era un espectáculo no visado por el Vaticano y, es más, que no representaba la visión del Cristianismo que tenía la Iglesia. ¿Razón? Si lo piensan bien, ¿no les suena pegajosa la canción “Jesúuus, Jesúuus, Jesús morirá… Igual que el bautista, Jesús morirá ¡Jesús, Jesús, Jesús morirá!?” o No se como amarlo.

 

La obra está hecha desde el punto de vista artístico y no tiene por qué ajustarse estrictamente a lo que dice el testamento. Y esa es precisamente otra de las razones por la que no recibió la aprobación del Vaticano.

Pero más allá del grito de Jesús en Getsemani, lo que realmente le molestaba al Vaticano era el hecho de la representación del mismo Salvador del mundo. En la película que vio el Papa Pablo VI apreció un Cristo hippie, que se juntaba con una manga de chascones y chicas que, para la época, eran sumamente rompedoras de esquema.

Además, al analizar la letra de todas las canciones desde el Vaticano notaban que el verdadero protagonista de la obra es Judas, no Jesús. De hecho, hay varias claves: es el primero que canta y lo que le dice al Salvador es “si quieres desnudar al hombre del mito, verás sólo al hombre quedar”.

Pero no es todo. Deja patente que su papel es tan clave que si él no lo “traiciona”, entonces no habría posibilidad de que Jesús muera para luego resucitar. “Cristo si me arrepiento, ¿qué hay de tu martirio? ¡No morirías!”, dice Judas en la Última Cena.

Asimismo, el Jesús de la obra es uno que durante todo el espectáculo está con tristeza e incluso, casi recula. El mismo Jesús se encarga de dejarlo claro al gritar “Dios, yo no empecé, fue tu voluntad. Dame el cáliz de amargura, clava, azota, rompe, mata pero pronto, hazlo pronto, o yo me voy a arrepentir”.

Por último, el único que resucita es Judas y vuelve para cantarlo. De hecho, al subirse al escenario tras haberse colgado, lo primero que hace es preguntarle a Cristo por qué vino hace más de 2 mil años atrás, en vez de venir ahora.

“Cuanto mas te miro menos puedo entender por qué has dicho ‘no’ a lo que supiste emprender. Hubieras podido realizar nuestros sueños ¿cómo no viniste en otro tiempo o lugar? Hoy con tantos medios de comunicación hubieras podido levantar una nación”, canta Judas.

Tuvieron que pasar al menos tres Papas para que el Vaticano se reconciliara con la obra Jesucristo Superstar. Recién en el año 2000 Juan Pablo II indicó que esta ópera rock no era hereje y, más bien, era una forma artística de representar la vida de Cristo.

Por lo mismo, recién en ese año la Santa Sede la reconoció como un espectáculo válido al cual se le acepta la interpretación de los hechos de la Biblia. ¡Jesucristo, superstar, dime que eres al que hay que amar!

AM.MX/fm

 

 

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