CIUDAD DE MÉXICO.- Su nombre es Ximena Pichel. Es argentina, y hoy es tendencia no por mérito alguno, sino por el veneno que derramó en plena vía pública contra un policía mexicano.
Frente a decenas de personas y a plena luz del día, esta mujer protagonizó una de las escenas más repulsivas de racismo registradas recientemente en la colonia Condesa en la Ciudad de México.
Con una furia ciega y una lengua llena de odio, Ximena Pichel, desató una ráfaga de insultos por el color de piel y el origen del oficial, quien solo cumplía con su deber.
Lo llamó “pinche negro”, “perro asqqueroso”, “indio naco de mierda”, y gritó a todo pulmón que odiaba a “todos los negross de este país”. Su rabia no fue momentánea. Fue ideológica. Profunda. Repetida.
Y lo peor: todo frente a un agente que se mantuvo sereno, sin responderle con un solo insulto.
Hasta ahora, se sabe que es una extranjera residente en México desde hace algunos años. La información se encuentra en proceso de verificación por parte de las autoridades migratorias y de la fiscalía, pues sus declaraciones podrían constituir un delito.
De acuerdo al Código Penal Federal, y según el Artículo 149 Ter, la discriminación —cuando se ejerce por motivo de origen étnico o nacional— puede castigarse con:
Hasta 3 años de prisión
Multa de hasta 200 días de salario
Medidas migratorias si es extranjera y reincidente
Además, la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación contempla sanciones adicionales y obliga a las autoridades a actuar de oficio ante conductas que inciten al odio racial.
Esta vez no basta con “cancelarla” en redes. No. Esta vez, la justicia debe hacerse presente. Porque si permitimos que una mujer venga de otro país a humillar a un mexicano por su color de piel —y se le deje ir como si nada—, ¿qué mensaje estamos dando?
Los extranjeros son bienvenidos, pero no los racistas, no los supremacistas, no los que se creen por encima de nuestra gente.
Ximena Pichel debe ser investigada, sancionada y expulsada si así lo dictan las leyes. Porque México no es un patio trasero. Es un país soberano. Y su gente, se respeta.
AM.MX/fm