martes, noviembre 26, 2024

Vecinos del Peñón cuidan y defienden los carnavales para mantenerse como pueblo originario

Participante del carnaval Itzamatul Vázquez

Por: David Somellera

CIUDAD DE MÉXICO, 13 de febrero (AlmomentoMX).- Como en cualquier otro pueblo de México en el Peñón de los Baños, pueblo originario de la delegación Venustiano Carranza, cada domingo antes del miércoles de ceniza, se llevan a cabo los famosos carnavales que son parte de las expresiones de la religión popular mexicana.

La evangelización integró elementos paganos importados de grecia como son las fiestas dionisiacas, absorbidas por los romanos, y luego por todos los países católicos, las fiestas del carnaval se celebran en los  pueblos de la Cuenca de México por influencia de los clérigos mendicantes.

Estas manifestaciones de travestismo, ridículo, estados alterados, sentimientos orgiásticos, imitación y burla de las autoridades del alto clero, se consolidaron en México durante la colonia.

Las fiestas de la primavera nacidas en la región del mediterráneo se desarrollaban justo antes de la cuaresma, y eran conocidas como fiestas dionisiacas dedicadas a distintos dioses como Saturno dios de la siembra y Luperco dios de la fertilidad.

Estas prácticas religiosas europeas, han sido absorbidas por la cultura popular de los pueblos originarios, que muestran este fenómeno sincrético que forma parte de las prácticas tradicionales de los habitantes que viven en este antiguo pueblos de pescadores del otrora Lago de Texcoco.

Estas fiestas de la abundancia, truenan en otros países el 2 de febrero día de la Candelaria, en México estas fiestas correspondían a la petición de lluvia en los cerros, así como también era la época del año en donde se llevaban a cabo las “guerras floridas” o “yaoxóchitl”. Estas se daban antes de la siembra de la semilla, los grupos de la cuenca salían a tomar esclavos de los grupos contrarios.

Los carnavales coinciden con el final del último de los 18 meses “Itzcalli” del calendario ritual “Xiuhpohualli” de 365 días que para nosortos sería febrero, y con el primer mes de este calendario que es “Atlcahualo” que para nosotros sería marzo. Entre el fin y el principio de este calendario había 5 días de no hacer nada denominados “nemontemi” que se encuentran entre estos dos meses.

Por otro lado tienen una carga simbólica de las fiestas de primavera de origen griego, que fueron absorbidas por los romanos.

Estas se desarrollaban justo antes de la cuaresma, y eran conocidas como fiestas dionisiacas dedicadas a distintos dioses como Saturno dios de la siembra y Luperco dios de la fertilidad.

Estas fiestas se incrustaron en América por parte de los evangelizadores que permitían antes del periodo de ayuno cuaresmal el desahogo social por medio de estas “fiestas de locos”.

Fue durante la  Colonia, que estas fiesta se cristalizaron en México como fiestas populares, por estar representadas por la mayoría. En estas fiestas  los participantes teatralizan el drama de la vida, exhibiendo de manera bizarra la inversión de sexos, el enmascaramiento, burla de las jerarquías, bailes, comilonas, chistes, insultos, imitación y sátira de las clases gobernantes, exaltación de la infancia, entre muchas otras características del fenómeno de lo “carvanalesco”.

Carro alegórico en las fiestas carnavalescas tapatías del año 1905, foto tomada del libro El Carnaval de Higinio Vázquez Santana y J. Ignacio Davila Garibi de 1931,

En el Peñón de los Baños estas fiestas de carnaval se extienden de domingo a domingo, a la mitad de la semana el miércoles de ceniza, se hace la representación de la captura de Juan de Lorenzo, quien se supone era un hábil ladrón que tras secuestrar a la hija de un hacendado, el miércoles este es acorralado, apresado y ahorcado delante de los presentes.

Historia del Peñón de los Baños

El Peñón fue un espacio ritual y estratégico para las culturas que habitaron la cuenca de México antes de la llegada de los españoles . Fue conocido en náhuatl como “tepetzinco” o “el cerrito” y era la puerta hacia el vasto Lago de Texcoco, por lo que su importancia tenía que ver como lugar de paso y de comercio.

De ahí que el glifo sea un cerro con piernas como si estuviera corriendo. Según el investigador Luis Aveleyra Arroyo de Anda en su libro El Peñón de los Baños y la Leyenda de Copil, este cerrito apareció desde los primeros mapas que se hicieron del Continente Americano, como el Mapa de las Ordenanzas del Señor Cuauhtémoc hecho originalmente en 1430.

Hacia finales de los años 50 del siglo pasado los hallazgos arqueológicos sacaron a la luz que dicho cerro había sido refugio de los primeros hombres americanos, por lo que se encontraron restos fósiles de osamentas masculinas. En 1959 se encontró una osamenta femenina de 13,000 años de antigüedad aproximadamente, y fue llamada como “la mujer del peñón”.

Durante la dominación de la Triple Alianza, según Aveleyra Arroyo el Peñón era visitado por sus manantiales de aguas sulfurosas, llegaban hasta ahí en barcas los enfermos para ser tratados por especialistas de la medicina prehispánica. El estudioso del Peñón menciona también que era un sitio de esparcimiento para los nobles de la sociedad mexicana.

Los conquistadores utilizaron este cerrito para armar estrategias de ataque con la ayuda de los grupos enemigos de los mexicas para lograr entrar a Tenochtitlán y lograr asentarse en dicha isla.

Después de la Conquista, el Peñón siguió siendo un importante punto para el tratamiento de distintas enfermedades a partir de las propiedades del agua que manaba de sus manantiales.

Al sitio llegaron cientos de personas para intentar curarse, y al encontrarse en los límites de la naciente ciudad virreinal, no fue sino hasta el siglo XVIII que se construyó una capilla para los enfermos, se crearon ciertos servicios y se reglamentó el uso del manantial.

El primer uso comercial de los baños del Peñón fue a partir de la compra de terrenos por parte de Manuel Romero Rubio suegro del presidente Porfirio Díaz quien hizo una suntuosa remodelación de los baños. Ahí mismo se construyó una embotelladora para comercializar las aguas, que en su momento tuvieron reconocimiento internacional.

Al poco tiempo a las aguas se le añadieron saborizantes artificiales lo que hicieron que el prestigio al que se había llegado se fuera para abajo, y con esto la empresa porfiriana de refrescos pasó a mejor vida.

Foto aérea de principios de siglo XX del cerro del Peñón de los Baños

Los tiempos modernos del Peñón de los Baños

Hacia la mitad del siglo XX, todavía el cerro se encontraba rodeado de agua, según me testimonió el señor Facundo Rodríguez, su papá se embarcaba diario para sacar del lago diversos alimentos laguneros como acociles, ahuautle, patos silvestres entre muchos otros. En uno de esos viajes en barca su padre ya nunca regresó, por lo que él ya no continuó con ese trabajo familiar, más bien como otros habitantes del Peñón trabajó como empleado de una conocida refresquera americana.

Según la señora Juliana Alpide Flores, el Peñón era un pueblo autosuficiente, ya que se alimentaba de lo que era el antiguo Lago de Texcoco. La señora Juliana me relató que los antiguos pobladores del Peñón eran pescadores, y que cada casa tenía muchísimo terreno que una casa podía abarcar hasta cuatro cuadras, los que se quedaban en las faldas del Peñón, tenían que y que rendir cuentas a la Hacienda del Peñón que estaba al frente de españoles.

Según la señora Alpide Flores, debido a la abundancia del lago, venían pescadores de otros pueblos Tlahuac, Chimalhuacan, Zumpango y Xochimilco. Pero una vez que llegaban ya no se iban, más bien le pedían permiso a los hacendados para quedarse a las orillas del Lago de Texcoco. Por lo que el pueblo del Peñón se conformó de personas que venían de las otras lagunas de la cuenca de México.

El pueblo del Peñón según el señor Jorge Buendía abarcaba un extenso territorio, no sólo era el Peñón sino que el pueblo se extendía hasta lo que se conoce hoy como Chapingo y más allá, cuenta el señor Jorge que él solía ir a cazar patos a pie hasta lo que se conoce como la Sosa de Texcoco que fue parte del pueblo del Peñón.

Por sus extensas planicies en donde se sembraban grandes extensiones de milpas, las tierras del pueblo del Peñón fueron vistas como simples llanos en donde se proyectaría la construcción de un aeropuerto de mayor tamaño que el Puerto Aéreo Central que ya se había construido en 1928 en las inmediaciones de lo que es hoy la colonia Balbuena.

De tal forma que se planeó estratégicamente la dotación de servicios aeroportuarios en lo que había sido el Lago de Texcoco, ya que esta zona oriente todavía no estaba urbanizada como en la parte del centro, lo que permitía una mejor maniobra por parte de los aviones.

Itzamatú Vázquez participante del carnaval me comentó que ejidatarios como su abuelo materno el señor Salomón Juárez Delgado vendieron parte de sus parcelas para que se construyera el aeropuerto.  Itzmatu me refirió que los ejidatarios quedaron divididos ya que por un lado unos de los representantes ejidales se quedaron con parte del dinero, y por otro lado porque el gobierno a la fecha todavía no paga parte de las parcelas que los ejidatarios vendieron al gobierno cuando el aeropuerto se expandió después de los años 50.

Certifiacado de derechos agrarios del señor Salomón Juárez Delgado

Por lo que de la venta de los terrenos ejidales la gente mayor no quedó de ninguna manera contenta con dicho arreglo, y mucho menos los familiares quienes han visto que debido a este negocio poco a poco el gobierno se ha ido apropiando del territorio que antes era de uso comunitario.

“El gobierno los recompensó trasladándolos a otros estados por lo que así empezó la migración hacia afuera, y los vecinos se fueron desvaneciendo, mucha gente nativa se perdió y también se comenzaron a perder las tradiciones. Los vecinos no aguantaron primero la construcción del aeropuerto y luego las obras del Río Consulado en donde metieron el metro, por lo que el Peñón quedó dividido por le Circuito Interior”, afirmó el señor Manuel Perea.

El cerro del Peñón fue expropiado por la SEDENA, por lo que ya nadie puede subir como lo hacían antes a refrescarse del manantial de agua que se encontraba en la punta del cerro. Sólo se permite pasar al cerro cuando es la representación de la Batalla del 5 de Mayo.


La señora Margarita Caballero quien pertenece al barrio de Los Reyes, vive en la calle de los Soles en contra esquina de donde se encontraron a la “mujer del peñón”. Según la señora Caballero las fiestas de carnaval se importaron de San Juan de Aragón, en donde comenzó a haber grupos de música que tocaban en el carnaval.

Sus familiares participaban en un grupo de música que se llamó el Trío Caballero que estaba compuesto por el señor Baldomero Caballero que tocaba el clarinete, Inocencio Caballero a cargo de la trompeta, y su abuelo el señor Epigmenio Caballero que tocaba el violín. En casa de la señora Margarita se encuentra el violín que utilizó su abuelo el señor Epigmenio Caballero, así como las partituras de las canciones que se representaban en San Juan de Aragón.

Los carnavales representan la singularidad de cada pueblo, en el Peñón salen a bailar los vecinos de los tres barrios que componen el pueblo que son; el barrio del Carmen, el barrio de los Reyes y el barrio de la Ascensión o de los calaveras, cada barrio tiene sus propias cuadrillas, y cada cuadrilla puede tener hasta 40 integrantes.

“El Peñón era pueblo no colonia, el aeropuerto se ha venido comiendo al pueblo, sólo quedó el 40% de lo que era, pero eso sí las tradiciones no se perdieron, antes no había barrios eso es de hace 60 años para acá, antes todos decían vamos a los carnavales del pueblo del Peñón, la división se dio porque cada barrio quería su iglesia y así fue, primero construyeron la iglesia de los Reyes, luego la del Carmen y la última que es la de la Ascensión” comentó el señor Manuel Perea.

El señor Carlos Buendía me testimonió que él ya no participa en los carnavales pero que cuando lo hacía, se ponía de acuerdo ya sea con los primos o con los de la pandilla y conseguían dinero para disfrazarse y salir a bailar en la cuadrilla de su barrio que es el del Carmen.

Su padre el señor Jorge Buendía rememoró que antes se hacían puras cuadrillas de “viejitos” o “huehuenches” también se les llamava  “catrines”. Eso por un lado y por otro lado los hombres se disfrazaban de mujeres, como ellas no salían a bailar, ellos sustituían al género femenino. A la fecha esa costumbre de travestirse es común y muchos hombres se visten de mujeres y se les llama  “nacas” o “adelitas”, ahora las mujeres ya salen a bailar y son parte elemental de las fiestas.

Otra cosa que recordó el señor Jorge Buendía es que la cuadrilla estaba dirigida por un personaje que le llamaban “chicotero” a este nadie lo podía rebasar por lo que todos iban bailando atrás de él. Hoy lo más parecido sería el “botero”, un personaje “carnavalesco” que va enmascarado, lleva un bote y un chicote de color negro, su función es pedir dinero a los tienderos y familias para solventar los gastos que se hacen ese día.

Antes todos los hombres usaban máscaras de cera, estas se conseguían en Santa María Aztahuacán en donde todavía hay talleres de compostura de máscaras, el señor Jorge Buendía recuerda que había un señor que traía las máscaras y ropa de Aztahuacán al Peñón para que la gente la comprar y armara sus disfraces para el carnaval.

El uso de las escopetas es incierto, ya que por un lado algunos vecinos como el señor Manuel Perea co-creador del Sonido Fascinación, me dijo que antes en el carnaval no se usaban escopetas, que estas se usaban únicamente para la representación del 5 de mayo.

Parte de la desvirtualización de las fiestas del carnaval dice el señor Perea devino por el mal uso de las escopetas que funcionan con pólvora, lo que ha causado heridos y hasta muertos.

Otros vecinos también del Peñón como el señor Jorge Buendía me aseguraron que antes sí se usaban escopetas, ya que en la teatralización de las fiestas del carnaval, se llevaba a cabo la representación del “ahorcado”, por lo que se perseguía a puro escopetazo hasta arriba del cerro del Peñón, en donde el raptor Juan de Lorenzo se había llevado a la hija del hacendado.

La cuadrilla de los “animalitos”

Esta cuadrilla la impulsa únicamente la gente del barrio del Carmen, nació en 1973 con la idea de que los niños también participaran en el carnaval. Uno de los primeros organizadores de esta cuadrilla es el señor Alberto Alpide. Lo que querían él y otros organizadores al crear la cuadrilla de los “animalitos” era que los niños dieran su primer paso en el carnaval, para que no dejaran la tradición y salvaguardarlos de los escopetazos.

“Hay muchos rumores en cuanto a que nos quieren seguir invadiendo nuestros terrenos, pero hay que estar de pie para seguir luchando, por lo que el carnaval reafirma nuestras tradiciones y hacemos que no se olviden personajes insignes como el señor  Guillermo Morales que compuso varias canciones que versaban sobre el peñón. Antes se juntaban hasta 10 organizadores, pero hoy sólo quedan 2 que son quienes tenemos que solventar los gastos. Esta cuadrilla sale a bailar los dos domingos del carnaval y de eso los gastos ascienden hasta ahorita a 34 mil pesos aproximadamente” mencionó el organizador Alberto Alpide.

La cuadrilla de los “animalitos” pasó este domingo por al menos 8 diferentes casas a donde con días de anticipación el señor Luis Alberto Alpide se dio cita en la puerta de los vecinos y familiares  para ver si es que cooperarían los días de carnaval.

El primer día de carnaval, la cuadrilla de los “animalitos” pasan por todas las casas de las familia que prometerion cooperar, ahí se tocan de 4 a 5 temas obligados del carnaval como; el peñoncito, la panzona, jinetes en el cielo, la tremenda, la sampuesana entre muchas otras. Una de las señoras del barrio del Carmen que colaboró con esta fiesta es la señora Juliana Alpide Flores quien manifestó su entusiasmo de participar en el carnaval de la siguiente manera:

“Las raíces del pueblo se han ido arraigando, en vez de perder, el pueblo se va afianzando, el carnaval representa la unión del pueblo, y promueve que los vagos que no hacen nada se pongan a trabajar” dijo la señora Alpide Flores.

Para esta señora indagar sobre el origen del carnaval nos lleva a la Conquista ya que según dijo:  “El carnaval es la mezcla de nuestra religión con la de los españoles, los indígenas hacían burla previo a la cuaresma de cómo se vestían los patrones, por lo de esta forma los arremedaban.  El carnaval indica sacar todo lo malo que trae uno, es una purificación para prepararse para la semana santa, por lo que aquí se saca bailando todos los odios y rencores. La ceniza representa la purificación de acuerdo a la religión católica, y de acuerdo a las costumbres eran bailes que arremedaban a los españoles”.

Uno de los organizadores el señor Luis Alberto Alpide detiene la procesión en la casa de la señora Julieta Alpide Flores quien colaboró con el carnaval del miércoles.

Otro de los organizadores de la cuadrilla de los “animalitos” es el señor Diego Morales León quien aportó su propia visión del carnaval:

“yo bailo desde los 8 años, trabajo en un restaurante en Polanco en el Hotel Marriot, soy mesero, mis padres y abuelos participaban ahora hasta mi nieto anda participando de superman. Las tradiciones van de menos a más, no deja de celebrarse, yo salí disfrazado de botero, de mujer, y quién sabe de qué más cosas. La cuadrilla de los “animalitos” tiene como 45 años, esto que se ve es sólo un dedo. Antes no había mujeres hoy ya participan las mujeres, ellas no se aventaban a participar. Muchos vecinos cooperan es apoyo económico y moral, te pueden dar agua de Jamaica, cerveza o pulque. Antes había muchas pulquerías como el negocio de antes “El amor es de cupido” “La Barca de Oro” “El Despacho” “Rosa Linda” y la que todavía está de pie que es la pulquería de “Raúl Morales” Antes no se usaba tequila o cerveza había sólo pulque que traían de Tlaxcala y Estado de México. Las fiestas se acostumbraban darse en el patio central, ahí se colocaba una barril de pulque, de ahí se podían servir los invitados” comentó el señor Morales León.

Organizador de la cuadrilla de los “animalitos” el señor Diego Morales León

Itzamatúl Vázquez Juárez tiene 22 años, viven en el barrio del Carmen y representa a la tercera generación de habitantes del Peñón. Su abuelo materno fue ejidatario, sus padres impulsan que él y su hermana participen en el carnaval.

Es un gran conocedor de la historia del Peñón, por lo que se ha vuelto un reivindicador de las tradiciones, ya que es uno de los 14 representantes del Peñón ante el Consejo de Pueblos y Barrios originarios de la Ciudad de México. Desde hace un año según me platicó Itzamantú al pueblo del Peñón se le dio la categoría de “pueblo originario” por lo que ya no es una colonia.

Itzamatul aseguró que existen alrededor de 13 tradiciones que se celebran en el Peñón, y que para que se realicen se tiene que trabajar desde meses atrás para organizar a la gente, meter papeles para que las autoridades permitan el uso del espacio público que antes simplemente era parte del pueblo del Peñón.

Los vecinos como él son quienes se han dado a la tarea de cuidar a la población y a advertir a los mismos habitantes del buen comportamiento ya que, así como tienen ciertos derechos como pueblo originario, también tienen obligaciones, como es que las fiestas del carnaval lleguen a buen término, y no haya accidentes ni tampoco pérdidas humanas.

De no ser así podría ser que se les retire la categoría de “pueblo originario” por lo que el trabajo de los representantes ante el Consejo es asegurar que haya un comportamiento adecuado y no se abuse del uso de las escopetas y del alcohol.

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