CIUDAD DE MÉXICO.- La obesidad en México representa un desafío urgente para la salud pública, que no solo depende de la dieta o el estilo de vida, sino también de factores genéticos propios de la población. De acuerdo con la Secretaría de Salud, el 38.9% de los adultos y el 38.1% de los adolescentes en el país padecen obesidad, una condición que eleva el riesgo de diabetes tipo 2, hipertensión arterial y cáncer.
De acuerdo con Cadena Política, investigaciones recientes indican que una predisposición genética particular influye en la forma en que el organismo metaboliza la grasa, lo que incrementa la propensión al sobrepeso. Este hallazgo, publicado en la Gaceta Médica de México, destaca que ciertas variantes genéticas únicas en poblaciones mestizas e indígenas podrían explicar parte del problema.
¿Cuáles son las variantes genéticas más relevantes?
La diversidad genética del país genera una interacción compleja entre los genes y los factores ambientales. Uno de los descubrimientos más relevantes es la variante ABCA1 (rs9282541), exclusiva de poblaciones con ascendencia indígena, que reduce los niveles de colesterol HDL —conocido como “colesterol bueno”— y dificulta la eliminación de grasa en las arterias. Esta alteración también afecta la liberación de insulina, lo que incrementa el riesgo de diabetes.
Otra mutación identificada, SNP rs964184 (APOAV), eleva los triglicéridos y favorece el síndrome metabólico, un conjunto de padecimientos que predisponen a enfermedades cardiovasculares. Además, los polimorfismos de la Interleucina 6 (IL-6) se relacionan con altos niveles de azúcar en sangre entre adolescentes mexicanos.
En el caso de los niños, se observó que un aumento en el número de copias del gen ARHGEF4 se vincula con mayor índice de masa corporal (IMC) y circunferencia de cintura. A estos se suman genes como FTO, que regula la cantidad de grasa corporal; MC4R y PCSK1, asociados con la obesidad mórbida; y LEPR, que influye en la acumulación de insulina y grasa abdominal.
¿Cómo enfrentar una condición de origen multifactorial?
Los expertos coinciden en que la obesidad no depende de un solo gen, sino del efecto combinado de la genética, la alimentación y el entorno. Por ello, las estrategias de prevención deben ser integrales y personalizadas. La Secretaría de Salud y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) recomiendan fomentar la actividad física y la nutrición equilibrada, así como promover el etiquetado frontal para que la población conozca el contenido de los productos que consume.
También se impulsa la medicina personalizada, que adapta los tratamientos y dietas al perfil genético individual. A nivel institucional, se sugiere aplicar políticas fiscales sobre productos ultraprocesados y evaluar la composición corporal más allá del IMC, para identificar riesgos reales de salud.
La comprensión de estas variantes genéticas abre la puerta a un enfoque médico más preciso y humano. En México, la lucha contra la obesidad no solo se libra en los hábitos diarios, sino también en el código genético que define a cada persona.
AM.MX/fm