Roberto Vizcaíno
Al dejar fuera de la celebración del 108 aniversario de la Constitución a la Suprema Corte, es decir al Poder Judicial, la presidenta Claudia Sheinbaum no sólo confirma su único y exclusivo poder en México, sino el funcionamiento de una nueva estructura del Estado Mexicano.
Sometido el Legislativo a su poder absoluto, sin el contrapeso ni existencia ya del Poder Judicial, en este país no existe más que un solo poder: el Ejecutivo.
Todo ello se logró por la vía del voto, es decir como resultado del ejercicio de la democracia, en 2024.
Primero las elecciones federales le dieron la presidencia a Claudia Sheinbaum por una clarísima y contundente mayoría, y de paso mayorías a sus fuerzas en el Congreso, para juntos anular por la vía legislativa, al Poder Judicial, el último contrapeso político al poder único.
Todo esto sin oposición ciudadana… o lo que es lo mismo: con apoyo ciudadano expresado en las encuestas periodísticas.
No hay que menospreciar que estas encuestas aparecidas en medios nacionales suman hasta un 80 por ciento de aceptación ciudadana al Gobierno de Claudia Sheinbaum.
La no-invitación ayer a la ministra Norma Piña, presidenta de la Suprema Corte y a otros 7 ministros, no fue una cosa personal, aunque exista animadversión de la mandataria hacia la ministra, sino que debe verse como una decisión de Poder. De Estado. Fue hacer oficial, efectiva, la anulación, exclusión del Poder Judicial.
Fue decirnos a todos los mexicanos, y al mundo entero, que aquí sólo manda ella.
Y que califiquemos como queramos su Gobierno, como autocracia, o dicta-blanda o como quiera que sea, en México bajo su mandato y hasta ahora todo camina sin contratiempos y en un sistema social, económico y político sin graves afectaciones a Derechos Humanos.
No hay una crisis económica, no hay alteraciones sustanciales al sistema cambiario, el desempleo y el comercio informal mantienen índices de décadas, las iglesias dan misas, realizan bodas y bautizos sin contratiempos y todavía existe un sistema de partidos.
Nada pues que altere la vida de taxistas, locatarios, restauranteros, estudiantes y amas de casa y del casi resto de la población.
Nada.
¿Cómo verá esto hoy el escritor Mario Vargas Llosa? ¿Cómo la democracia súper-perfecta, esa en la que Claudia Sheinbaum puede decir con verdad y sin mayor problema: “la perfecta democracia en la que sólo mando yo”?
¿Cómo analizarían este momento mexicano los grandes teóricos y filósofos políticos como Thomas Hobbes, John Locke, Jeremy Bentham, John Stuart Mill, John Rawls, Montesquieu, Jean-Jacques Rousseau, Voltaire, Niccolo Machiavelli, Cesare Beccaria, Giambattista Vico, Giuseppe Mazzini, Santo Tomás y todos los demás…?
Un sistema en que por la vía de la democracia, sin grandes alteraciones sociales, sin violencia, se ha anulado a las exigencias democráticas de las minorías y de la oposición política que, en conjunto, representan casi la mitad del voto ciudadano.
Un sistema que formalmente mantiene Tres Poderes, el esquema de República, instituciones básicas en operación, Cámaras de Senadores y Diputados muy activas, poderes formales en los Estados; un Banco Central, organizaciones industriales y empresariales -con anuncios y compromisos de grandes inversiones como los del Pacto México-, sindicatos de trabajadores sin huelgas, pero donde gran parte de eso es de utilería porque sólo hay un poder real en Palacio Nacional.
Eso quedó formalizado y sellado ayer en el 108 Aniversario de la Constitución, una Carta Magna que ha sido reformada y que nada tiene ya que ver con la de 1917.
Una fiesta a la que la Presidenta invitó solo a quien quiso, y de la que excluyó a quienes ya no considera parte de “su única y exclusiva fiesta”.
OTRAS 2 REFORMAS: NO REELECCIÓN, Y NO NEPOTISMO
Con los presidentes del Senado –Gerardo Fernández Noroña– y de Diputados –Sergio Gutiérrez Luna– sentados en su mesa, y con la presencia de sus dos coordinadores de mayorías parlamentarias oficialistas, el senador Adán Augusto López y Ricardo Monreal, la presidenta Sheinbaum anunció durante su intervención en el Teatro de la República, en Querétaro que estaba enviándoles dos nuevas iniciativas constitucionales: para revertir la reelección de todos los cargos y para impedir el nepotismo en el Gobierno.
Estas dos reformas, a decir de Monreal, serían tramitadas de inmediato en este período- mientras que la iniciativa de reforma electoral y política que busca anular INE, Trife y cambiar todo el sistema electoral en México, propuesta hace un año en el mismo Teatro de la República por Andrés Manuel López Obrador, se quedaría en el congelador legislativo hasta fin de año.
Luego de los aplausos de los asistentes, la presidenta aprovechó el momento y el escenario republicano para rechazar cualquier intervencionismo que se cierne sobre México y las amenazas contra la soberanía o la dignidad del pueblo.
En obviedad a las decisiones arancelarias de Donald Trump, indicó:
“Podrán amenazarnos con cometer cualquier atropello, jamás permitimos que se viole nuestra soberanía y pisoteen la dignidad de nuestro pueblo y de nuestra patria.
“Cooperación, sí; subordinación, no. Colaboración, sí, sometimiento, no…
“México es un país libre, soberano independiente, no somos colonia de nadie ni protectorado de nadie. Nada de injerencismos, ni de clasismos, sí a la defensa de nuestras libertades, sí a la defensa de la democracia, sí a la defensa de la patria”, afirmó Sheinbaum en medio del aplauso de todos.
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