Roberto Vizcaíno
Integrada esencialmente por clases medias, la manifestación de cientos de miles de mexicanos del domingo en el Zócalo y otras 119 plazas de México y el exterior, en respeto del voto y de la democracia mexicana, generó un odio, repudio absoluto en Andrés Manuel López Obrador, y expresiones abiertamente irracionales, casi enajenantes.
Nunca antes, que yo recuerde, ningún otro mandatario mexicano se había referido en los términos en que lo hizo AMLO para referirse y descalificar a los manifestantes, haciendo abiertos e incomprensibles malabares mentales.
De entrada indicó que quienes marcharon -lo cual no es cierto porque no hubo marcha ya que cada quien llegó a las plazas citadas por su propio pie y medios y sin marchar juntos- se disfrazan de demócratas.
El ejemplo fue absurdo porque no existe ese disfraz.
Y acusó a los manifestantes de acudir a esas concentraciones en apoyo a la creación de un Gobierno de una minoría, lo cual tampoco fue cierto, sino que la expresión multitudinaria fue para expresar su defensa de la democracia y el sistema electoral, e instituciones, que existen hoy en el país y no uno dependiente del Gobierno como existía en los 80, y que es el que AMLO busca instaurar con sus iniciativas de reforma recientes.
Dijo AMLO:
“Por eso también son las protestas, los enojos, como la manifestación de ayer (del domingo). Porque los que estaba antes en el Gobierno se beneficiaban con la corrupción, están inconformes y quieren regresar. Yo también quiero que regresen, pero lo que se robaron.
“Ahora se disfrazan de demócratas cuando eran los más tenaces violadores de los derechos del pueblo. ¿Cuál es la democracia de ellos? Pues la que funciona nada más como parapeto, cuando en realidad lo que había era el dominio de una oligarquía corrupta. Es el Gobierno de una minoría, el Gobierno de los ricos, la democracia es el Gobierno del pueblo. La democracia que ellos defienden es la del poder con pueblo, pero ellos quieren democracia sin pueblo, nada más para las minorías”.
Nada de eso es cierto. Los cientos de miles de mexicanos -no se si fue más o menos de un millón, pero casi – para nada salieron a apoyar ni oligarquías ni gobiernos de ricos, ni la restauración de corruptelas del pasado, ni democracia sin pueblo.
AMLO no se quedó ahí, imputó:
“¿Ellos (los que protestaron el domingo) no tienen nada que ver con el narcotráfico? ¿Nosotros somos los narcotraficantes? Cuando ellos estaban se padeció en México de un narco Estado y con pruebas, no con calumnias. Ahí esta García Luna que fue Secretario de Seguridad de Calderón y protegido por muchos de los que fueron o ayer a la marcha. Y eso quieren que se olvide… y yo soy el que tengo relación con el narcotráfico, pruebas”, insistió.
En su demencialidad, López Obrador acusa a los cientos de miles de manifestantes de ser protectores y defensores de Genaro García Luna.
Y como lo ha repetido recientemente, afirma que pese a las protestas multitudinarias los “conservadores” no tendrán posibilidades de avanzar de cara a la elección.
“No veo yo que el bloque conservador, en el País en general, sea la fracción que tenga la posibilidad de avanzar. No son pocos ¡eh!, son millones (reconoce), eso hay que tenerlo presente.
“No son los que ayer fueron al Zócalo, esa es una vanguardia, esos son -vamos a decir- dirigentes, pero los conservadores en México pueden ser 15, 18 millones de personas o ciudadanos“, aseguró.
¿Quién le garantiza a AMLO eso? ¿Y si son el doble, o triple?
Una narrativa del odio de un gobernante hacia una parte importante de sus ciudadanos.
Lo lógico en el ejercicio del poder es que el Gobernante intente comprender a sus inconformes y críticos y no que los estigmatice y denueste.
Insisto: ¿pasaría hoy AMLO un test de cordura?
URZUA, ¿NETA SE CAYÓ?
Carlos Urzúa fue -creo yo- el personaje más racional y de altas calificaciones profesionales que haya estado tan cerca de Andrés Manuel López Obrador como para entender su yo más íntimo.
Eso lo hacía sin duda uno de los adversarios más temidos por AMLO.
Formaba parte del equipo de economistas de Xóchitl Gálvez.
Ayer, según su hija, falleció al caer de una escalera en su cada de San Jerónimo Lídice, el emblemático pueblo que encumbró social y políticamente en los 70 y 80 Luis Echeverría.
Descanse en paz.
SAN PEDRO GARZA CON CERTIFICACIÓN “LEED for Cities”
Reconocido por sus sistemas de seguridad y por ser quizá uno de los municipios más ricos en el mundo, San Pedro Garza García, Nuevo León, logró el premio único en Latinoamérica con la certificación “LEED for Cities” grado oro, otorgado por el USGBC, Consejo de Construcción Ecológica de los Estados Unidos, por sus siglas en español.
Con ello la regidora Vivianne Clariond se significó como una de las principales las impulsoras de la sustentabilidad en San Pedro y una aspirante firme a esa alcaldía.
La candidata independiente ha impulsado la siembra de 4 mil árboles nuevos este año, y la construcción de plantas captadoras y tratadoras de agua, así como de centros de acopio de residuos y rutas de reciclaje dentro de la creación de espacios públicos de calidad para los sampetrinos, como los parques, que son uno de los distintivos del actual gobierno municipal de cuyo equipo forma parte.
UNA REIVINDICACIÓN PARA LOS PUEBLOS INDÍGENAS
Con orígenes en comunidades campesinas, la tlaxcalteca Ana Lilia Rivera, presidenta del Senado, considera que la iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador de reforma constitucional para reconocer a los pueblos indígenas y afromexicanos como sujetos de derechos, es una oportunidad para resarcir la deuda histórica del Estado mexicano con estas comunidades.
La propuesta, dijo, retoma casi la totalidad de lo fijado en los Acuerdos de San Andrés Larraínzar, Chiapas, firmado por el Gobierno Federal y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, EZLN, el 16 de febrero de 1996.
Ello, agregó, permitiría abatir sustancialmente el racismo, la discriminación, el despojo y la invisibilización que han enfrentado los pueblos originarios.
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