viernes, marzo 29, 2024

Trabajadoras domésticas, un colectivo desprotegido: OIT

MADRID, 23 de marzo (AlmomentoMX/SemMéxico). – La ratificación del convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) por parte del Estado español ha sido una de las reivindicaciones concretas defendidas por la Huelga de Mujeres del pasado 8 de marzo. Una huelga en la que el colectivo de empleadas domésticas tuvo mucha importancia y dejó su impronta con delantales colgados en los balcones.

El 30 de marzo se celebra el Día Internacional de Día Internacional de las Trabajadoras Domésticas. El próximo domingo, 25 de marzo, se concentrarán en la Plaza de Callao de Madrid para reivindicar sus derechos.

El empleo doméstico agrupa a uno de los colectivos más desprotegidos de los sectores productivos de nuestra sociedad, en el que las mujeres, mayoritariamente inmigrantes, superan el 90por ciento. Aunque la ley obliga a dar de alta a las trabajadoras domésticas, todavía más del 30 por ciento no están registradas. Sigue habiendo mucha economía sumergida. Incluso algunas fuentes hablan del millón de personas dedicadas al trabajo doméstico en España.

Según explica Carolina Elías, presidenta de SEDOAC (Servicio Doméstico Activo), la ratificación del convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) “obligaría al Estado a ordenar toda la normativa para igualar los derechos de todas las personas trabajadoras”. El derecho a las prestaciones de desempleo y al Fondo de Garantía Salarial estaría incluido.

Con la crisis, el empleo de hogar adquirió una nueva relevancia en el panorama laboral de las mujeres inmigrantes. Sigue siendo una salida laboral más asequible que otras, permite que muchas mujeres no se queden sin empleo, pero se reduce su jornada laboral y el precio por hora. A sus magras condiciones laborales se une la entrada en vigor de una nueva regulación del sector (1620/2011) que ha repercutido negativamente en la contratación de muchas empleadas del hogar, principalmente las que trabajan por horas con diferentes empleadoras.

Además, con el retroceso de los derechos de las personas trabajadoras provocadas por las últimas reformas laborales, las condiciones de precariedad de las empleadas del hogar se han agudizado. La misma ley que rige el empleo doméstico es discriminatoria. En ningún otro sector laboral existe el despido por desistimiento por ejemplo, es decir, no se necesita ninguna causa para despedir a alguien. Y pareciera que estas personas no tienen derecho a enfermarse, a resolver trámites o a disponer de su tiempo. Son, en su mayoría mujeres, migrantes, de 25 a 40 años.

Otra de las reivindicaciones de SEDOAC es la eliminación del trabajo de las llamadas internas, que se ocupan en la mayoría de las ocasiones del cuidado de personas mayores con apenas derecho a salir 24 o 36 horas a la semana –en el mejor de los casos-. Son mujeres encerradas en una casa que no es la suya, en situaciones más cercanas a la “semiesclavitud” que al desempeño de un trabajo remunerado.

Desde el colectivo aclaran que el Real Decreto 1620 introdujo mejoras con respecto a la situación anterior, si bien es cierto que no se pusieron en marcha del modo deseado, entre otras cosas, porque la nueva legislación llegó en el momento en el que estalló la crisis, un periodo en el que bajaron los salarios en general y en particular en el sector, se recortaron horas, y empeoraron condiciones en el empleo.

“Si se ratificara el Convenio 189, muchísimas de nosotras podríamos ver reconocido nuestro trabajo con contratos, tener derecho al paro y que se valorara y reconociera todo el trabajo que estamos haciendo “, afirma Graciela. Reconociendo los avances, nuestros derechos dependen de la “confianza” entre empleador y empleada” y esto es muy complicado. “Hay casos increíbles, nos obligan a dormir en habitaciones donde solo cabe una cama y no hay espacio para la mesilla o para un flexo; nos dan las sobras de la comida, o nos reprochan que comamos mucho; conozco el caso de una chica que tenía prohibido sentarse en el sofá y está obligada a estar sentada en una silla recta”.

El valor de los cuidados

Las reivindicaciones de organizaciones como SEDOAC, Territorio Doméstico o la misma Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe en España no se limitan al ámbito jurídico. “Es preciso poner en valor el trabajo doméstico en sí mismo, ya que, no sólo implica la limpieza de las casas, sino también de cuidado de los seres más queridos”. Este trabajo no está suficientemente valorado en la sociedad, tal vez porque lo ejercen mayoritariamente las mujeres y los inmigrantes.

“Queremos visibilizar nuestra realidad, que es mucho más amplia que nuestro trabajo, y transmitir que no es simplemente una historia de las trabajadoras del hogar, sino que hablamos de personas y de sus cuidados y eso nos afecta a todas y todos”, explica Rafaela Pimentel (Baní, República Dominicana), integrante de Territorio Doméstico, una asociación que promueve el empoderamiento de las mujeres bajo el lema “sin nosotras no se mueve el mundo”.

Además de visibilizar la realidad económica y social de empleo de hogar y de los cuidados en todas sus dimensiones, Rafaela cree que es importante conocer, debatir y proponer fórmulas viables de igualdad de derechos y modelos de organización de las trabajadoras, mejora del sector y promoción de los derechos humanos de las empleadas de hogar.

En esa lucha es fundamental aplicar una perspectiva feminista que permita denunciar las discriminaciones, establecer redes de mujeres y poner en valor las “cadenas globales de cuidados”. Para Rafaela, enamorada de la economía feminista, esto es fundamental: “hay que poner como valor los cuidados. Somos fundamentalmente las mujeres quienes nos ocupamos de ellos y por eso no los consideran, ni los toman en cuenta en las grandes variables económicas, pero sostenemos el mundo. Muchos países se mueven por las remesas que enviamos mujeres desde aquí. Y a la vez, nuestro trabajo aquí permite que muchas mujeres y hombres puedan trabajar fuera de casa y alimentar esa economía de la que tanto se presume”.

En esa cadena participan madres, vecinas, tías, abuelas, hijas, a las que a veces se remunera y a veces no. Además de enviar dinero desde España, las mujeres inmigrantes siguen cuidando a sus familias a través del teléfono, de internet, de las redes sociales, etc. Gran parte de las mujeres que llegan a Europa dejaron hijos e hijas a cargo de otras mujeres porque los hombres se han mantenido siempre al margen de todas las tareas de cuidados, incluyendo la educación de los niños y niñas. Eso sí, cuando se dan situaciones complicadas, como fracaso escolar o embarazos no deseados, siempre se criminaliza y culpabiliza a las mujeres”.

AM.MX/fm

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