Sucedió en una reciente madrugada hollywoodense: Austin Clay -24 años- llegó hasta el Paseo de la Fama y, zapapico en mano, arremetió contra la estrella dedicada a Donald Trump. El centro de la estrella, se dice, “quedó como un cráter lleno de piedrecillas esparcidas”. El polvo sustituye al nombre del presidente estadounidense. No se salvó una sola de las once letras. La policía dijo que el propio Clay hizo una llamada de alerta. “Nos vemos”, dijo después de colgar. Botó el zapapico y se esfumó. Y en la mañana, mientras los turistas posaban con rostro de alegría al pie del destrozo, el propio Clay confesó su tropelía en una comisaría policiaca, fue aprehendido, acusado de vandalismo y pagó una fianza de 20 mil dólares para recuperar su libertad. Pero Clay no es el primero. Ese fue James Otis -52 años-. Permitió ser filmado y entrevistado mientras clavaba el zapapico. Tuvo que pagar cuatro mil 400 dólares por los desperfectos y hacer 20 días de trabajo comunitario. Atención, aborrecible Trump: la gente, esa gente que crees que es “tu” gente, paga con gusto el placer de destruir un símbolo tuyo. Atención.
Ramón Márquez C.