martes, abril 23, 2024

TEXTOS EN LIBERTAD: Un marine mexicano en el día más largo del siglo

José Antonio Aspiros Villagómez

 

         Este 6 de junio cumplió 20 años nuestra nieta Karla Paola y cinco Ana Jimena, sobrina nieta. Nacieron justo en alguno de los aniversarios del llamado Día D, 6 de junio de 1944, cuando las fuerzas aliadas desembarcaron en las playas francesas de Normandía y dieron inicio las acciones decisivas para poner fin a la II Guerra Mundial, lo cual se debió también al avance soviético desde el Este hasta lograr la toma de Berlín.

         Sobre el episodio de Normandía escribió el estadunidense Cornelius Ryan el libro El día más largo, cuyo argumento fue llevado al cine en 1962 con un reparto relevante (Wyne, Mitchum, Fonda, Connery, Burton, Paul Anka…) y en México se exhibió como El día más largo del siglo. Del siglo XX, se entiende.

         Y si bien cuando las fuerzas aliadas llegaron a Normandía a través del Canal de la Mancha, este tecleador estaba por cumplir apenas tres meses de vida, ya siendo adulto tuvo la oportunidad de conocer a uno de los marines estadunidenses -aunque mexicano de nacimiento- que formaron parte de aquel contingente.

         Su nombre era Antonio Suárez Garrido y nos fue presentado como “el primer soldado que desembarcó” en dicha invasión, un tema del que él solía platicar en los años 70 con sus compañeros de redacción en la agencia de noticias Notimex.

         Homónimo de un futbolista español nacido en 1931, al señor Suárez lo conocimos como traductor y periodista, pero hasta donde indagamos nunca escribió un libro o siquiera artículos acerca de su traumática experiencia en la guerra.

         Fue, eso sí, uno de los tres jefes de redacción llamados Antonio que hubo en Notimex bajo la dirección de don Pedro Ferriz Santa Cruz. Los otros dos fueron Antonio Ortiz Izquierdo y este tecleador.

         Si don Antonio Suárez fue o no el primero que desembarcó, porque con él lo hicieron miles de soldados, lo cierto es que tampoco fue de las “dos clases de personas” que según el coronel George A. Taylor había en la playa: “las que han muerto y las que van a morir”. Él salvó la vida entonces, pero su afición al tabaco se la arrebató en 1981, cuando formaba parte del equipo recién nombrado por Ferriz con este tecleador al frente, para elaborar “features y artículos especiales”.

         La cita sobre “las dos clases de personas” se encuentra precisamente en El día más largo, donde Ryan describe cómo, atacados por los alemanes desde tierra, “los soldados morían al borde del agua”. Fue así, porque hubo desembarcos en cinco playas y al menos una de ellas fue elegida de manera equivocada.

         En el libro Historia de la II Guerra Mundial (Bantam Books, 1969), sus autores A. Rothberg, P. G. Fredericks y M. O’Keefe explican que primero fueron lanzados paracaidistas y tropas aerotransportadas en la madrugada de aquel 6 de junio, y luego tuvo lugar el asalto desde esas cinco playas: las fuerzas estadunidenses en dos de ellas y las canadienses y británicas en las otras tres.

         Antonio Suárez fue parte de un “puñado de hombres” que, según Ryan, “al darse cuenta de que permanecer inmóviles sobre la playa implicaba una muerte cierta, se pusieron en pie y comenzaron a moverse… Ferozmente se fueron abriendo paso, pulgada a pulgada, para salir de playa Omaha…”

         Conforme lo relata la Historia de la II Guerra Mundial, “el Día D ocasionó a los aliados unas 11,000 bajas, de ellas unos 2,500 muertos, bastante menos de los que se había temido al iniciar la Operación Overlod”, como se llamó a aquel plan.

Y tal vez hubieran sido menos aún pero, como lo describe Cornelius Ryan con no poco dramatismo, nadie de sus compañeros pudo ayudar a los heridos. Narró, por ejemplo, que “el capitán Robert Cinningham y sus hombres vieron también cómo se debatían los supervivientes. Instintivamente vieron hacia los náufragos. Una lancha rápida los interceptó. Por los altavoces llegaron unas voces torvas: ¡Esto no es un barco de rescate! ¡Sigan hacia la costa!”

Nuestro multicitado compañero de trabajo fue de quienes llegaron a la costa y regresaron victoriosos cuando la guerra se ganó.

 

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