martes, abril 23, 2024

TEXTOS EN LIBERTAD: Separar información y opinión, no es ataque a las libertades

José Antonio Aspiros Villagómez

 

         Lo dijeron hace 60 años nuestros profesores en la Escuela de Periodismo ‘Carlos Septién García’, lo han sostenido reconocidos autores de libros sobre la materia y destacados profesionales de la información, lo repetimos a dos grupos de colegas en talleres impartidos hace tres lustros, lo practicamos en la talacha profesional, lo consignamos en un manual de estilo y lo acaba de sostener la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) para los medios electrónicos: Por respeto a los derechos de las audiencias, se debe diferenciar entre noticia y juicios de valor, cuando se informa al público.

         Según nos enseñaron al cursar la carrera, no se deben mezclar los géneros periodísticos de información y de opinión, si bien hay algunos que son mixtos, como la crónica. El reportero o el conductor de programas periodísticos no debe expresar simultáneamente sus puntos de vista personales o de su empresa cuando da a conocer las noticias, es decir, cuando informa de hechos o dichos de terceros, de interés general. Las opiniones desde luego que pueden darse, pero aparte, no en la barra informativa, para evitar confundir al auditorio o influir en sus posturas.

         Este es un asunto de técnica y ética periodísticas que nada tienen que ver con las libertades de expresión y difusión, que de ninguna forma se vulneran siempre y cuando se le aclare al receptor del mensaje noticioso dónde termina el relato de los hechos y dónde comienza el parecer del que lo trasmite.

         Nos enseñaron a no usar motu proprio adjetivos calificativos al informar, sino dar los datos necesarios y precisos para que el público sea quien juzgue, y si el periodista quiere calificar la noticia, por supuesto que puede hacerlo, pero en los espacios de opinión y análisis de los medios de comunicación. Así de fácil (para usar una frase frecuente del decano del periodismo, Carlos Ravelo).

         Como ejemplo de que así ha sido y debe continuar esta práctica profesional, está el caso del recién fallecido periodista Ángel Trinidad Ferreira cuando fue director del Sistema Nacional de Noticieros en Imevisión. Para el noticiario nocturno designó a José Cárdenas, cuyo trabajo le satisfizo porque -entre otras actitudes- “leía, no editorializaba las notas, se apegaba al script o guion; le daba fluidez y su toque muy personal”.

         En cambio en el matutino, don Pedro Ferriz Santa Cruz “creía que se cocinaba aparte, comenzó a modificar el manejo de los contenidos informativos y el esquema de la misma producción”. Así lo consigna el periodista Emilio Trinidad Zaldívar en su libro Charlando con mi padre -que pronto reseñaremos- y agrega que su papá, Ángel, “le pedía (a Ferriz) que se sujetara al guion que se le entregaba, que ahí no era opinador, sino lector de noticias y que eso era lo que tenía que hacer”.

         Aunque también recordamos a un informador-comentarista que, ante los reclamos de la audiencia por sus opiniones, les decía: “pues si no les gusta, cambien de canal”.

         Y ¿qué hizo el polaco Ryszard Kapuściński, considerado “el mejor reportero del siglo XX”? Se limitó a enviar escuetamente a su agencia de noticias (PAP) lo ocurrido en las muchas guerras que cubrió, y dejó lo demás: color, penurias, juicios y detalles, para escribir sus muy famosos libros.

         El pasado 19 de enero, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) declaró inconstitucional una reforma de 2017 a la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión que quitaba atribuciones al Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), y ordenó que en los programas de radio y televisión se diferencie el contenido informativo de las opiniones de la empresa o sus comunicadores.

         Pero los concesionarios de radio y televisión vieron en ello “un ataque directo e inusitado a la libertad de expresión, al derecho a la información y los derechos de las audiencias”, pero más bien defendieron su libertad para “entreverar noticia y opinión, decidir la agilidad con la que se hace uso de la comunicación, el derecho a la libertad editorial y el momento y la forma en que se utiliza”.

         Tal vez la opinión de “las audiencias” no fue pedida por nadie pese a ser estas las señaladas en ambas posturas como afectadas en sus derechos, y será en el Congreso de la Unión donde se resuelva, pues la SCJN dispuso que sea derogada la reforma a la ley en un plazo de 60 días después de que sea notificado de la sentencia. La Corte también recordó que la obligación de distinguir entre la información y las opiniones de los informadores, ya aparecía en la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión antes de restarle facultades al IFT.

EXPERIENCIAS

         En febrero se cumplieron 15 años de que el tecleador impartió un taller de seis horas a colegas de Playas de Rosarito (y fue nombrado “visitante distinguido” de ese municipio bajacaliforniano) y en marzo se cumplirá igual tiempo de que lo repetimos en Villahermosa, en ambos casos por invitación del entones presidente de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, José Antonio Calcáneo Collado (QEPD).

         Entre lo mucho expuesto entonces, citamos nuestra experiencia en la elaboración del Manual de operación y estilo editorial de Notimex (1999), en cuyo código de ética algunas de las normas dicen que los periodistas deben “rehusar las interpretaciones y las opiniones personales en la presentación de los despachos de carácter estrictamente informativo”, “ser cuidadosos con el uso de adjetivos que pudieran violentar el principio de presunción de inocencia” y “evitar mezclar las convicciones ideológicas, políticas, filosóficas o religiosas” propias, con su trabajo periodístico.

         En eso creemos y no vemos en ello ataque alguno a las libertades de información y expresión, ni a los derechos de quienes reciben tanto la información escueta -aunque preferentemente contextualizada-, como, desde luego por separado, las opiniones de quienes leen las noticias o las de su patrón.

         Sin embargo, lo más grave del periodismo en el México actual, no es si se mezclan o no las noticias con los pareceres individuales de quienes las leen al aire, sino el riesgo con que se trabaja y la creciente cifra de asesinatos de periodistas a causa de su labor, debidos en mucho a la impunidad casi total con que se cometen esos crímenes, y a los constantes ataques que reciben desde el poder los informadores y comentaristas, y que los hacen más vulnerables.

         Post data.- Los socios del Club Primera Plana estamos de plácemes por el estreno de una nueva sede al ser rechazada por el gobierno la renovación del comodato de la anterior, y también por la convocatoria abierta a todos los periodistas y escritores para realizar en marzo la Primera Feria de la Escritura y la Palabra, con el tema “Confinados”.

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