José Antonio Aspiros Villagómez
A través de un amplio pronunciamiento dirigido a las autoridades y a la sociedad en general, el Club Primera Plana que preside José Luis Uribe, e integran periodistas de la capital y diversas regiones de México, rechazó “públicamente las acciones orquestadas por el Gobierno de la República (…) tendientes a la liquidación y desaparición de la Agencia de Noticias del Estado Mexicano Notimex.
En su sesión-comida del 19 de abril, “los socios firmamos un comunicado al público en general donde protestamos enérgicamente contra la definitiva muerte de Notimex, lo que en realidad constituye un virtual asesinato con premeditación, alevosía y abuso de poder, de parte del gobierno de la Cuatroté”, escribió Gustavo Cortés Campa al reseñar esa reunión.
Y en el programa de entrevistas ‘Después de la letra… la palabra’, del portal Periodistas Unidos, la dirigente del Sindicato Único de Trabajadores de Notimex, Adriana Urrea, expuso valiosos argumentos y datos empíricos de por qué es necesaria una agencia nacional de noticias y cuál es su radical diferencia con el programa popularmente llamado “las mañaneras”.
Como sabemos, el presidente López Obrador dijo que su gobierno no necesitaba de la Agencia de Noticias del Estado Mexicano, pues para eso tiene “las mañaneras”. Olvidó que Estado y gobierno no son lo mismo.
Entrevistada por los periodistas Jorge Meléndez y Témoris Grecko, Urrea también comentó que el interés prioritario de los sindicalizados no es su liquidación, sino evitar la desaparición de Notimex.
‘Después de la letra… la palabra’ nació en las radiodifusoras del Instituto Mexicano de la Radio, IMER (1994-2003), y después pasó al Canal 21 del Gobierno del Distrito Federal. Fue entonces (2009) cuando don Jorge Meléndez entrevistó a este tecleador, y ahora que su invitada fue la lideresa del SutNotimex, él recomendó dos veces nuestro libro Notimex: la imagen ‘sexenal’ de México en el mundo, lo cual le agradecemos.
En las páginas de esa obra se mencionan anteriores intentos de cerrar Notimex. La defensa de esa institución fue necesaria varias veces durante sus casi 55 años de vida, siempre con argumentos y con éxito hasta ahora.
Por ejemplo, cuando en 2003 la Secretaría de Hacienda pretendió eliminar la que entonces era una empresa paraestatal, 77 trabajadores no sindicalizados y mandos medios expresaron en un manifiesto difundido por la propia empresa, que “los periodistas de Notimex rechazamos la desincorporación de la agencia y nos pronunciamos en cambio por redefinir sus alcances institucionales y transformarla, mediante una reforma integral, en una agencia de Estado al servicio de la sociedad y no del gobierno en turno”.
Debimos ser 78 los firmantes, pero la rúbrica que faltó fue la de este tecleador, porque “se me olvidó avisarte”, según la justificación de quien coordinó el pronunciamiento.
Las razones que dieron entonces para sustentar la defensa de la agencia, mantienen su valor ahora que según el presidente de la República (a quien deseamos cordialmente pronto alivio) su gobierno no necesita una agencia de noticias. A finales de los años 90 ya había expresado este tecleador alegatos parecidos a los esgrimidos en 2003, en un documento que se le solicitó elaborar cuando hubo otra amenaza de cierre.
En 2003 Notimex todavía era una paraestatal sectorizada en la Secretaría de Gobernación, por lo que el documento de los 77 fue titulado Los periodistas de Notimex, por una agencia de Estado, es decir, apostaban por un cambio de figura legal para desvincular la agencia del gobierno.
Así, esgrimieron que acabar con Notimex “significaría despojar al Estado mexicano de un instrumento clave de comunicación social en momentos en que uno de los principales desafíos que enfrentan las naciones en desarrollo es la acentuada tendencia a la monopolización informativa por parte de los grandes conglomerados mercantiles de la comunicación”.
Y que “una sociedad verdaderamente democrática requiere de medios de comunicación acordes con la identidad nacional y que hagan a un lado el concepto de rentabilidad por sí mismo, así como el uso discrecional de la información pública”.
“México, que busca ejercer un papel destacado en el escenario latinoamericano e internacional, no puede depender informativamente de conglomerados extranjeros que responden a sus propios intereses, muchas veces no sólo ajenos sino opuestos a los del Estado mexicano y de toda la región latinoamericana”, fue otra de las razones expuestas.
Además, advirtieron que el cierre de la agencia dejaría “a cientos de medios de provincia con ingentes vacíos informativos sobre el acontecer nacional, regional y mundial desde una perspectiva mexicana y latinoamericana, pues no existe en el territorio mexicano y en toda América Latina una agencia con la cobertura periodística de Notimex que ofrece servicios de texto, fotografía y audio”.
Lamentablemente, con tres años de huelga eso ya ocurrió, y si Notimex resucita tendrá que batallar mucho para recuperar a suscriptores que ya han de tener contratados otros servicios.
Y hay que insistir en algo: en aquel documento de 2003 se pugnaba por dotar a Notimex de “nuevo estatuto jurídico que la defina de manera explícita como una agencia de Estado con un presupuesto suficiente, sujeto a indicadores de gestión, con una política editorial que refleje los intereses del Estado y la sociedad mexicana, más allá del partido político que gobierne el país”, algo que finalmente se logró tres años más adelante, cuando fue promulgada la Ley que creó la Agencia de Noticias del Estado Mexicano.
Hoy en el gobierno no conocen o no les interesa saberlo, el potencial que ya hace dos décadas, según el documento de los 77, tenía Notimex en el ámbito internacional para “ejercer un liderazgo en América Latina y el mercado de habla hispana en Estados Unidos”. De hecho, desde los años 90 ya contaba con presencia en los medios estadunidenses de habla hispana y los de países latinoamericanos, así como con los diversos corresponsales extranjeros cuyos contratos no fueron renovados a principios del sexenio actual y sus demandas por ello siguen vigentes.
Todavía en el sexenio pasado, Notimex mantenía el perfil definido en el documento de los 77 como “una agencia de noticias con una infraestructura nacional e internacional ya instalada y con sede en el país con mayor número de hispanoparlantes en el mundo”.
Era, pues, “un activo del Estado mexicano” que en 2003 no debía “ser desperdiciado en aras de un supuesto ahorro de recursos de corto plazo”, ni ahora acabar con él porque al gobierno -más concretamente al gobernante- le basta con las “mañaneras”.