José Antonio Aspiros Villagómez
El gobierno de la Cuarta Transformación ha inquietado a parte del país como si nadie hubiera imaginado de qué se iba a tratar. Es un cambio real, no una simulación, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador (o “López” a secas para quienes no simpatizan con él) al nombrar un nuevo titular en la Secretaría de Hacienda, que es la dependencia encargada de meterles tijera a todos los presupuestos y sembrar con ello muchas inconformidades.
Una de las consecuencias de la política de austeridad han sido los numerosos despidos de empleados federales, incluidos no solamente los supuestamente excedentes, sino los incómodos por otros motivos como ha sucedido en la Agencia de Noticias del Estado Mexicano, Notimex, donde también se buscó neutralizar el poder alcanzado por el sindicato.
Con el tiempo, este sindicato pasó de ser solamente aguerrido, a convertirse a juicio de los directivos en una rémora y, luego, según denuncias publicadas en los medios, en un instrumento personal de quien fue su líder durante al menos tres lustros, con la simpatía y apoyo de algunos de sus miembros y hasta de los directivos de la empresa en el sexenio anterior.
Por eso la nueva administración de Notimex ha despedido a decenas de sindicalizados -también a mandos medios y con contratos por honorarios-. Varios de los afectados se han manifestado afuera del Palacio Nacional en demanda de que el presidente intervenga y se les reinstale o, al menos, liquide al cien por ciento y no al 40 como ellos aseguran que les han ofrecido.
A juzgar por la actitud inflexible con que se ha implementado la austeridad, parece una causa perdida la de quienes fueron cesados en Notimex mediante oficios del subdirector de administración Juan Antonio Canche Chan, donde se les indica que (texto transcrito tal cual):
“En atención al monto de presupuesto autorizado para el ejercicio 2019 así como a las medidas de austeridad y control presupuestario emitidas por el ejecutivo Federal a través de los comunicados oficiales de Presidencia de la República y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, le informo a usted que, se dará por terminada la relación laboral, celebrada entre usted y Notimex, Agencia de Noticias del Estado Mexicano, a partir del día (…) del año en curso. Sin otro particular, aprovecho la ocasión para enviar un cordial saludo.”
No es la primera ocasión en que hay despidos masivos en esta empresa periodística, más allá de los relevos de mandos con cada nuevo director general. El despido actual ocurrió cerca de que Notimex cumpla 51 años (20 de agosto) y, el primero en 1994, seis meses después de su 25 aniversario, cuando fueron entregados reconocimientos a varios de quienes luego quedaron fuera.
Previa negociación con el sindicato, en aquella ocasión fueron liquidadas 120 personas -19 por ciento de la plantilla- como requisito para que la Secretaría de Hacienda aceptara suscribir con Notimex un convenio de reestructuración y rehabilitación financiera.
Aquel recorte de personal estuvo acompañado por un nuevo contrato colectivo de trabajo según el cual, la empresa se reservaba el derecho de cambiar turnos y funciones de los trabajadores a su discreción y conveniencia. Hasta entonces, el contrato laboral había sido poco flexible para la buena marcha de un medio de información que da servicio noticioso las 24 horas todos los días del año.
Otro cese masivo, ya no de sindicalizados, tuvo lugar a finales de 2001 e incluyó al director general y todos los funcionarios y empleados que llegaron con él o ya estaban pero se sumaron a su equipo -18 en total-más algunos que deseaban irse y aprovecharon la oportunidad.
Fue cuando el subsecretario de normatividad de medios de la Secretaría de Gobernación, José Luis Durán Reveles, cesó al periodista Francisco Ortiz Pinchetti y a quienes, procedentes varios de ellos de la revista Proceso, fueron invitados por él a integrar su grupo directivo. Una vez más, algunos trabajadores que no estaban en la lista de los despidos, pidieron incorporarse a ella “en solidaridad”. Los funcionarios salientes llegaron a pensar en la toma de las instalaciones de la agencia, pero desistieron a última hora y se limitaron a demorar la entrega de sus puestos hasta el amanecer del día siguiente.
En cuanto a protestas públicas como las actuales, también hay el antecedente de que, en 2004, quienes se acogieron al programa de separación voluntaria hicieron una huelga de hambre afuera de las oficinas, en reclamo por el retraso en el pago de sus liquidaciones.
Pero hubo una protesta más antigua, en este caso sólo de reporteros, ocurrida durante la presidencia de Luis Echeverría Álvarez, quien incluso los recibió en su despacho. Según la versión que tenemos, los periodistas estaban inconformes con la política editorial, que para la cobertura informativa discriminaba a unos precandidatos a la Presidencia de la república y privilegiaba a otros. El director de Notimex era entonces el periodista Horacio Estavillo.
A nuestro juicio, lo importante ahora con el pretendido saneamiento de Notimex es que no se afecte con ello el prestigio que, pese a todo, con el trabajo de sus empleados, incluidos los de honorarios y en especial los corresponsales, ha alcanzado a escala internacional esta empresa periodística. Aunque, al parecer, el proyecto actual es otro.
(El autor trabajó en esa empresa entre 1976 y 2004, y escribió la historia tituladaNotimex: La imagen ‘sexenal’ de México en el mundo).