José Antonio Aspiros Villagómez
Hoy les toca descanso a los temas culturales. Este es un texto dedicado a los aficionados al automovilismo deportivo y a los interesados en la historia de las revistas especializadas en esa actividad. Muy pocos devotos, tal vez, entre nuestros lectores, aunque a millones de mexicanos nos entusiasma el espectáculo de la velocidad. Pero, aun así, al tecleador le pareció conveniente dejar un testimonio sobre el tema y los invita a leerlo.
En los días que corren, está en el filo de la navaja el único piloto mexicano -de seis en toda la historia- que figura actualmente entre los 20 exclusivísimos que participan en la categoría reina del automovilismo, la Fórmula Uno. Se trata del tapatío Sergio ‘Checo’ Pérez, del equipo Racing Point quien, por un lado, dio positivo al coronavirus, al parecer por no acatar la disciplina sanitaria, y por lo pronto no pudo participar en el Gran Premio del 2 de agosto y podría perder también el del día 9, cuando se celebrará el 70 aniversario del campeonato mundial.
Y por otro, afronta el riesgo de quedarse sin equipo en 2021 si, como se rumora, es contratado en su lugar el cuatro veces campeón mundial Sebastian Vettel, a quien la escudería Ferrari ya no le renovó el contrato para la próxima temporada.
Por el impacto adverso que habría entre la afición nacional si quedara fuera de las competencias este piloto compatriota, estos hechos coinciden y tienen vasos comunicantes con el aniversario 50 de que comenzó a publicarse en México la revista Automundo, especializada en automovilismo y turismo y editada por la empresa Mex Abril, que se ubicaba donde ahora está el diario Milenio, en la avenida Morelos de la Ciudad de México.
El número 1 de Automundo está fechado en agosto de 1970 (10 pesos el ejemplar) y es casi idéntico al número cero, de junio anterior, presentado como un “ensayo general”. Esa publicación dejó de existir al cabo de algunos lustros después que perdió su perfil y se dedicó al futbol americano con el nombre de Automundo Deportivo debido a que había disminuido su éxito inicial. Y cuando retomó su vocación originaria, ya había en el mercado una gran competencia de revistas sobre la materia, entre ellas la muy completa Fast Mag, mexicana a pesar de su nombre.
Puertas adentro de Automundo se lamentó alguna vez que su debut hubiera ocurrido a un año de la muerte del famoso piloto mexicano Moisés Solana, y que año y medio más tarde falleciera también el célebre Pedro Rodríguez, ambos en accidentes de carreras, y que con el pretexto de la segunda tragedia fuera cancelado el Gran Premio de México.
La presencia de los dos pilotos y la exclusiva prueba de autos en México mantenían en alto el interés de la afición, como ahora ocurre con ‘Checo’ Pérez y hasta hace poco con el también mexicano Esteban Gutiérrez. Al faltar entre 1969 y 1971 tanto aquellos corredores como el importante evento (hoy pospuesto en su nueva época hasta 2021 por la pandemia), y decaer por ello el entusiasmo, se resintió la circulación de la revista que, sin embargo, cubrió con mucho empeño los campeonatos nacionales de autos que había entonces en México, además de motociclismo, kartismo, campismo e industria automotriz.
También se publicaba la sección de precios de autos usados, con listas “auténticas, genuinas y veraces” -decía la promoción-, que comenzaron a documentarse en los propios lotes aunque eso “no fue tarea fácil” porque los loteros sacaban “a patadas” a los “hombres sin rostro” del equipo que hacía ese trabajo, según confesión propia.
La primera portada de Automundo muestra un Mustang Boss prestado por algún amigo, porque el que iban a usar de la empresa Ford no fue posible aprovecharlo debido a que nunca llegó el fotógrafo a la cita.
Y si bien el número cero anunciaba que habría reseñas “de los eventos del país y del exterior, a cargo de periodistas y fotógrafos especializados y corresponsales exclusivos en todo el mundo”, no lo parecía así por la parquedad tanto en los créditos de los autores, como en la limitada extensión de algunas notas de temas importantes que se supondrían trabajadas por ese personal.
Cuando apareció Automundo, también surgía en el ámbito de la Fórmula Uno un periodo de gran crecimiento y cambios que daban mucho material informativo. Comenzaba a ser un espectáculo masivo a escala mundial, con mucho potencial en el aspecto comercial por los nacientes patrocinios, las televisoras dejaban atrás su reticencia a difundir las competencias, y la nueva aerodinámica de los bólidos, así como la variedad de diseños, hizo más espectacular (y peligrosa) esa categoría del automovilismo.
Pero en Automundo no se reflejaba algún proyecto de cobertura especial y completa de la Fórmula Uno. Seguramente fue por razones de presupuesto ya que, cuando a este tecleador le tocó cubrir carreras de otras categorías como las 24 Horas de Daytona, las 500 Millas de Indianápolis o las Seis Horas de Watkins Glen, fue indispensable pedir el apoyo (hospedaje y avión) de la oficina de Turismo de la embajada de Estados Unidos, igual que cuando fueron otros colegas.
De hecho, a falta de cobertura directa nos tocó escribir las reseñas de la Fórmula Uno con los cables noticiosos que se compraban a la Agence France Presse (AFP) y las fotografías adquiridas a la Associated Press (AP). Sólo a unas cuantas pruebas de la categoría asistió personal propio.
Sin embargo fue una gran experiencia la de esa revista, de la que sus primeros directores fueron Emilio R. del Valle, Luis Arenas Rosas, León Wainer, este tecleador y luego Alfonso Tirado, con un reducido equipo de reporteros que en diversas épocas incluyó a Rodolfo Velasco, Luis Villanueva, Miguel Vega, Luitzpoldo Romero y el de la tecla, además de colaboradores muy acreditados como Marco Tolama, Rodolfo Sánchez Noya, Roberto González Pérez, Jorge Olea y otros.
Nuestro paso por la publicación duró hasta 1976 y después ya no le seguimos la pista, pero guardamos empastados los ejemplares hasta ese año y la recordamos con cierta nostalgia a medio siglo de su nacimiento, pues hicimos trabajos muy destacados todos los integrantes de la redacción, tales como reportajes, artículos y semblanzas, un mini póster en cada número con mucha aceptación y pruebas de nuevos modelos de calle.
Los recuerdos son vastos ya que la afición personal, que comenzó en la infancia durante la Carrera Panamericana México, incluye el coleccionismo de autos a escala y continúa hasta la fecha, lo cual derivó hace más de una década en la invitación del gran experto Carlos Jalife para ingresar a la Scudería Hermanos Rodríguez.