Tepoztlán, refugio místico

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Adrián García Aguirre / Tepoztlán, Morelos

* El sitio mágico de Lourdes Ochoa, maestra de yoga.
* Ideal para dejar atrás las tensiones y otros malestares.
* Inagotables espacios que iluminan espiritualmente.
* Atracción para quienes desean conectarse con la naturaleza.
* Pozole de hongos y conejo en mole de ceniza, especialidades.

Un fin de semana en Tepoztlán basta para entrar en contacto con el ritmo de la naturaleza, redescubrir el poder sanador de una escapada fuera de la ciudad y descifrar, de una vez por todas, qué es lo que hace tan especial a este Pueblo Mágico del estado de Morelos.
Refugio místico para pasar el fin de semana, Tepoztlán ofrece un espacio para encontrar conexión emocional, física y espiritual.
Estamos en el inagotable espacio luminoso que, de acuerdo con la voz que encamina hacia su interior, a los expansivos jardines que nos envuelven, a las montañas que nos observan desde las alturas y, para decirlo de una vez, al universo entero.
Su incalculable escala, en donde pasado y futuro se confunden en un presente que se extiende hacia el infinito, ha resultado ser el lugar perfecto para responder una pregunta ciertamente particular.
¿Qué es lo que hace tan único a Tepoztlán que, desde hace años, atrae a viajeros decididos a mejorar su bienestar y reconectar con su entorno natural?
“Podemos comenzar a entenderlo en la montaña, que tiene una energía muy especial; apenas te empiezas a acercar, la sientes”, explica Lourdes Ochoa, quien llegó a esta región del norte de Morelos seducida por la oportunidad de profundizar en la meditación en uno de los sitios que más han avanzado la práctica en todo el continente.
“Hay quien dice que se debe a la gran cantidad de hierro que encontramos en estas rocas y que les confiere propiedades magnéticas”, continúa.
“No se si sea eso, pero lo que es un hecho es que, aquí, se viven experiencias sumamente interesantes”, asegura esta mujer de ojos verdes transparentes, magnéticos, inquietantes y atractivos.
La maestra de yoga está hoy al frente de las meditaciones guiadas y clases, junto a un cuidadísimo lugar de trabajo que, sin duda, es una propuesta de diseño con los pies bien plantados en la identidad y vía de acceso ideal a los secretos milenarios de sanación.
Ubicado a menos de cien kilómetros desde la Ciudad de México, el sitio fue construido en una propiedad de grandes jardines de eucaliptos, bugambilias, jacarandas y ceibas.
Antes fue un pequeño albergue dedicado, por completo, al estudio y la práctica del yoga, que hoy ofrece un programa de actividades ligadas al entorno, como caminatas, sesiones reflexología y meditaciones guiadas.
Su objetivo es retomar los principios de misticismo y armonía que caracterizan a la región, y cimentan una de las experiencias místicas más cercanas a la capital.
A la sombra de la sierra del Tepozteco que, por la mañana, se pintan de azul ante las primeras luces del día, el sitio es similar a otras como las existentes en Chablé, en Yucatán y El Santuario, en Valle de Bravo.
Lourdes Ochoa sabe que las claves para escribir el futuro del turismo en Tepoztlán depende de su habilidad para preservar su encanto tradicional, como lo explica serenamente: “Este lugar invita a una conexión más interna, más profunda”.
“Partimos del conocimiento ancestral que sobrevive en la zona pero actualizado con los avances y métodos terapéuticos contemporáneos”, afirma la directora del spa que además ofrece tratamientos inspirados en las tradiciones medicinales, como el Ritual Desintoxicante Copalli y el Baño Sagrado de Mayahuel, que aprovecha las propiedades curativas de un baño de pulque.
“En Tepoztlán, el pasado es cosa de todos los días”, precisa la señora Ochoa. ¿Y por qué es tan especial? Quizás la respuesta se encuentra en la memoria de lo viajeros que, procurando su bienestar físico y mental, han enriquecido la leyenda del imponente Tepozteco y cuyas voces –al igual que la de Lourdes- mantienen con vida un pasado que, todavía tiene mucho que decir.
Para completar una visita que es, al mismo tiempo, un viaje al pasado y una exploración del conocimiento tradicional que anima a esta región del mapa, en otros establecimientos se han diseñado cartas de platillos ancestrales.
Es posible deleitarse con el pozole de hongos y el conejo en mole de ceniza, preparados con ingredientes morelenses, y técnicas como el tlecuil y el horno de piedra.
En correspondencia con las visitas a la pirámide del Tepozteco, que descansa 400 metros sobre Tepoztlán y al final de un desafiante camino de 2.5 kilómetros, la creciente cultura del bienestar en la región ha detonado.
También, la expansión de un intrincado sistema de senderos, con diferentes niveles de dificultad, perfectos para explorar la naturaleza de la región, que la une espiritualmente a los dones físicos de un lugar inigualable.

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