jueves, marzo 28, 2024

TEMAS CENTRALES: Una nociva polarización.

Miguel Tirado Rasso

mitirasso@yahoo.com.mx

 

Las  relaciones entre el candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador, y los empresarios, al menos en los diálogos públicos, no se han caracterizado por ser las más cordiales. Desde sus primeras incursiones en la carrera hacia Los Pinos, hace ya varios años, el tabasqueño ha sido particularmente insistente en dejar muy en claro que ese gremio no se cuenta entre sus favoritos, sobre todo cuando se dirige a sectores de la población de zonas económicamente deprimidas.

Por las contradicciones que escuchamos cuando, por un lado, los califica de explotadores y saqueadores, y, por otro, declara que no es posible “pensar en un plan de desarrollo para impulsar la actividad productiva… para que haya bienestar, sin los empresarios,” exhortándolos a unirse para sacar adelante al país, nos lleva a pensar que el discurso de censura empresarial  corresponde a una estrategia electoral para sumar simpatizantes, a través de una nada recomendable polarización de la sociedad entre el pueblo bueno, los que creen en él y los malos, los de la mafia del poder, a la que, según dice, pertenecen los empresarios.

Y por las reacciones de sus simpatizantes cuando alguien se atreve a disentir y, ya no digamos a criticarlo, se puede ver que el mensaje del odio ha permeado, a fuerza de reiterar, a lo largo y ancho del país, durante muchos años, según su muy particular óptica, quienes son los buenos, a quienes él va a redimir y proteger y quiénes son los malos, de quien los va a defender.

A mucho de esto podría atribuirse su popularidad, porque en la búsqueda de su objetivo, la silla presidencial, el candidato de Morena más que ofrecer planes y programas y convencer con propuestas para la solución de los muchos problemas que padece el país, ha preferido calentar ánimos, encender pasiones y generar una división interna, sin importar el costo y las consecuencias de los enfrentamientos que esto pueda generar.

Esos enfurecidos partidarios, que no permiten que se toque a su candidato ni con la mínima insinuación de una crítica, sólo hay que ver la virulencia cómo reaccionan sus fans, son precisamente el tigre al que se refiriera en su encuentro con banqueros, en la Convención Nacional Bancaria, en marzo pasado, cuando deslizó la amenaza de lo que podría suceder si no gana la elección. “A ver quién va a amarrar al tigre, sentenció. El que lo suelte que lo amarre, ya no voy a estar deteniendo a la gente, luego de un fraude electoral”

Y es que el de Morena afirma, a manera de justificación, que con el plantón de 47 días en el Paseo de la Reforma, en 2006, que, según estimación de la Cámara Nacional de Comercio (CANACO), resultaron afectadas 35 mil empresas, con pérdidas por casi 8 mil millones de pesos, además de que, al menos, 3,900 personas perdieron su trabajo, evitó que se desatara la violencia.”Si no se hubiera realizado, hubieran existido muertos.”  Ha dicho. Un tigre amarrado, a un altísimo costo, sin duda.

Por su parte, algunos empresarios han expresado públicamente sus diferendos y rechazo a algunas ideas expresadas por el fundador de Morena sobre cancelaciones a programas y reformas estructurales como el NAICM, la reforma educativa y la energética. Otros, han emitido su opinión en contra de ideologías como el populismo que consideran afectarían el desarrollo del país. Y algunos más han acusado recibo de los insultos, rapaces, traficantes de influencias y saqueadores, entre otros adjetivos les ha endilgado, lo que seguramente ha tensado más una relación que ni la mano franca y el amor y paz resultan suficientes para mejorar.

Y en ese sentido algunos empresarios han hecho público y, compartido con sus trabajadores la intención de su voto, lo que han censurado los morenistas al considerar que con esto, aquéllos incurren en delito electoral por utilizar el miedo y la amenaza, además de coaccionar el voto de sus trabajadores. Como si fuera posible controlar la voluntad del elector a la hora de emitir su voto, que, sin duda, es íntimo y secreto.

Lo grave de esto, es que cuando el país requiere de la unidad de todos los mexicanos, porque sólo con la suma y el esfuerzo de todos podremos enfrentar los retos hacia un mayor desarrollo y bienestar, se promueva una polarización por intereses particulares, que crea encono, división y enfrentamientos.

Por esto, precisamente, resalta la importancia del encuentro que, hace un par de días, celebraran ambas partes, a invitación del Consejo Mexicano de Negocios, entre cuyos integrantes habrían estado los destinatarios de los ataques del de Macuspana. Del resultado, poco se sabe, porque se trató de una sesión a puerta cerrada, pero, al menos en las formalidades, pareciera que, si no mejoró la relación, tampoco la empeoró.

Un encuentro de cerca de tres horas, en el que se plantearon las diferencias y también las coincidencias, en un diálogo respetuoso, según la versión de ambas partes. Algo que podría interpretarse como que ninguno logró convencer al otro, lo que, sin embargo, es menos grave que la inexistencia del diálogo y la cerrazón.

Apertura, tolerancia y respeto a las opiniones diferentes son factores indispensables en la política.

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