Miguel Tirado Rasso
mitirasso@yahoo.com.mx
Adán reacciona. Hay una campaña de
desprestigio en su contra, afirma, y que
sabe de parte de quién y de quiénes y porqué lo hacen.
Pareciera que, para algunos políticos destacados de la Cuarta Transformación, su apuesta es la de cruzar pantanos sin salir manchados. O al menos, que la benevolencia contenida en la frase atribuida a Benito Juárez, tan popular durante el sexenio pasado, de aplicar justicia y gracia a los amigos, continue su vigencia, particularmente en lo de “gracia”, bajo el argumento que, aplicar la ley a secas, pone en riesgo el legado del fundador de Morena.
Ahora vemos que el tan proclamado combate a la corrupción, que constituyó el eje del movimiento obradorista y que, en base “a los otros datos”, declaró misión cumplida en las conferencias mañaneras, con todo y pañuelito blanco agitado, no pasó de ser una promesa de campaña, alarmantemente incumplida.
Algunos se sorprenden ante los casos de corrupción que se han descubierto y, en defensa, alegan que se trata de campañas mediáticas orquestadas por la “derecha conservadora” que busca desprestigiar a la 4T. Sin embargo, ante las evidencias, a las autoridades actuales no les queda más remedio que actuar, investigar y aplicar la ley. Solo combatiendo la impunidad, podrá el gobierno de la Presidenta Sheinbaum salvar lo rescatable que pueda tener la 4T.
Desde hace varias semanas, los reflectores se han concentrado en uno de los personajes destacados del gobierno pasado, Adán Augusto López. Una corcholata que no prosperó y a quién su paisano, Andrés Manuel López Obrador, le ofreció, como premio de consolación, la Coordinación de la bancada morenista en el Senado. Una designación que, en la ortodoxia sucesoria, le correspondía a la mandataria entrante, pero que el saliente decidió arrogarse, así como otras nominaciones más, para asegurar la continuidad de su proyecto político.
Pues resulta que Adán Augusto, ex gobernador, ex secretario de Gobernación, ex corcholata y actual líder del grupo parlamentario de Morena en el Senado, cargos todos por gracia de su paisano, dejó sentir, desde el inicio del gobierno de la Presidenta, que a la Mandataria no le debía nada. En lo que tenía algo de razón, aunque olvidando que, en nuestro sistema presidencialista, la Titular del Ejecutivo es y será la jefa durante todo su gobierno. Al menos, de acuerdo a la experiencia histórica.
Don Adán tiene un pasado sospechoso. En sus tiempos de gobernador, decidió nombrar como secretario de Seguridad Pública a Hernán Bermúdez Requena, a quien conocía de tiempo atrás. Este personaje, mezcló sus actividades oficiales con las delincuenciales del grupo criminal, “La Barredora,” que él mismo encabezaba. El senador niega rotundamente haber conocido el lado oscuro de su subalterno. Algo difícil de creer, cuando filtraciones de Guacamaya Leaks, al interior de la Secretaría de la Defensa, en 2021, hablan de informes de inteligencia militar que relacionan a Bermúdez con actividades delictivas de “La Barredora”. Inclusive antes, en 2019, había sido sujeto a investigación por delitos de extorsión y secuestro exprés en contra de un empresario gasolinero. El senador, sin embargo, niega haberse enterado de los malos pasos de su colaborador, inclusive cuando fue secretario de Gobernación, dependencia que encabeza el gabinete de seguridad nacional.
Las cosas se le han complicado el senador y, al estilo del de Macuspana, ha doblado la apuesta. Tras una investigación periodística sobre ingresos no declarados y discrepancias entre sus declaraciones fiscales y patrimoniales de los años 2023 y 2024, el tabasqueño reconoció haber tenido ingresos por casi 80 millones de pesos, por concepto de “servicios profesionales” prestados a empresas contratistas durante su gobierno, además por productos de una herencia en dólares. Dice ser el notario público de mayor éxito en la historia de Tabasco, además de ser ganadero, arrendatario y accionista en sociedades mercantiles. En fin, todo un ciudadano y ex funcionario modelo, según se auto califica.
No parece preocuparle, el posible conflicto de interés, por el hecho de que las empresas que lo contrataron y pagaron su asesoría legal, según su dicho, resulten haber sido beneficiarias contratistas durante su época de gobernador. Y, si bien, declaró esos ingresos ante el SAT, no los incluyó en su declaración patrimonial, omisión que sanciona la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos. Tampoco tuvo empacho en señalar pagos de impuestos notoriamente inferiores a lo que debió cubrir, 2.4 por ciento contra 35 por ciento que establece la ley. Estos datos los corrigió, alegando que lo habían mal interpretado. Y es que, resultaba obvia la evasión fiscal, tal vez un trato preferencial o hasta la posibilidad de lavado de dinero.
En su respuesta a estas investigaciones, Adán reacciona. Hay una campaña de desprestigio en su contra, afirma, y que sabe de parte de quién y de quiénes y porqué lo hacen. Que en su momento los dará a conocer. Y lanza un agresivo y delicado mensaje a quién corresponda: “Ahora resulta que el pato mayor le tira a las escopetas.” Y a la pregunta de si se trata de fuego amigo, responde “se los dejo de tarea”.
Temerario, el senador.