Miguel Tirado Rasso
mitirasso@yahoo.com.mx
Poco tiempo le llevó a la Mandataria
darse cuenta de que la institucionalidad
en los morenistas no es precisamente su fuerte.
Flaco favor le hizo su mentor a la Presidenta Claudia Sheinbaum al dejarle Morena con la “mesa puesta”. Celoso de ejercer el poder y el control político total hasta el último minuto de su mandato, el ex presidente Andrés Manuel López Obrador, consideró conveniente tomar decisiones, en concreto, nombramientos, que, en estricto sentido ya no le correspondían, porque sus efectos recaerían ya en los tiempos de gobierno de su sucesora. Ninguna cortesía para la candidata que destapó y llevó de la mano durante todo el proceso de la sucesión presidencial, como si hubiera sentido que la permanencia de su legado político, sólo se lograría con personajes designados por él.
Y no conforme con esto, todavía habría de agregar un candado más de alta seguridad, para garantizar que ninguna modificación, a la línea política o a los documentos básicos del partido, se pudiera hacer, sin su consentimiento, aunque éste no lo diera de manera presencial. El nombramiento de su hijo, Andrés Manuel López Beltrán, Andy, para sus amigos, como secretario de Organización del Comité Ejecutivo Nacional de Morena, tercero en jerarquía, resultó la mejor estrategia, un tanto burda, eso sí, para mantener sus ojos y oídos en el partido.
Actuando de manera institucional, la Jefa del Ejecutivo, resolvió, al tomar posesión del cargo, pedir licencia a su militancia en Morena, para concentrarse en la gobernanza. Poco tiempo le llevó a la Mandataria darse cuenta de que la institucionalidad en los morenistas no es precisamente su fuerte. Algunos personajes heredados del pasado, no tardaron en sentirse autónomos e independientes, sin el yugo de Palacio, y comenzaron a actuar por la libre.
Dos ex competidores por la Presidencia, los líderes de las bancadas de Morena en las Cámaras de Diputados y de Senadores, Ricardo Monreal y Adán Augusto López, respectivamente, tuvieron una disputa, sin que quedara claro el motivo, pero, por la importancia de sus cargos, habían puesto en riesgo la unidad del partido. El asunto no pasó a mayores y las aguas volvieron a su nivel. Sin embargo, el antecedente, ahí quedó.
Las cámaras del Congreso, continuaron aprovechando el peso de sus mayorías calificadas en la aprobación de las iniciativas de Palacio, aunque en su operación se notara cierto relajamiento respecto del rigor observado en los estertores del gobierno anterior. De no modificarles ni una coma, a tomarse ciertas libertades. Ya en el gobierno del segundo piso, una reforma constitucional de autoría de la Presidenta, no pasó indemne. La prohibición del nepotismo se aprobó, pero para ser aplicada hasta el 2030, y no para los procesos electorales de 2027, como era la intención original de la iniciativa.
Y es que, la reforma, tenía dedicatoria que algunos morenistas y sus aliados, al menos uno, el PVEM, no estaban dispuestos a acusar recibo. Se les hizo fácil, entonces, posponer la fecha de su aplicación, y dejar a salvo su proyecto político particular. Así, el actual gobernador de San Luis Potosí, del partido Verde, podrá heredarle la gubernatura a su esposa. Y, en una de esas, una insurrección en Morena puede llevar a que la gobernadora de Guerrero le entregue la gubernatura a su padre y el gobernador de Zacatecas, a su hermano. Precisamente lo que quería evitar la Jefa del Ejecutivo.
En Morena también se las gastan. Según rumores, la tercera posición en la jerarquía del partido, por el peso del nombre del ocupante, dificulta a sus superiores imponer su autoridad. Durante un tiempo, Andy mantuvo los reflectores sobre su persona. Una campaña proselitista para alcanzar 10 millones de nuevos militantes, justificó sus recorridos por el país, visitando gobernadores, líderes obreros y personajes de la política, en lo que más parecía una promoción personal. Seguramente alguien le recomendó bajarle a su promoción y ahora camina más discreto.
Total, que las señales para la Presidenta en torno a Morena y a sus personajes destacados, no son las mejores. Algunos parecen estar más ocupados en sus proyectos políticos personales, que en los del país y su gobierno.
Por eso, la Dra. Sheinbaum decidió hacer sentir su presencia en Morena a través de un decálogo político de buen comportamiento. Ambicioso y de no fácil cumplimiento por parte de quienes ahora disfrutan el poder y sus beneficios. Algunos, porque es su primera vez. Otros, entre los que vienen del PRI, porque es su modus vivendi.
El documento plantea a los militantes de Morena a conducirse con honestidad, humildad y sencillez. No viajar en aviones o helicópteros privados, portar ropa de marca, andar con guardaespaldas y un séquito de camionetas. No andar en congresos internacionales haciendo turismo político en vuelos de clase premier. No permitir el influyentismo, amiguismo y el nepotismo, que Morena lo incluye desde 2027. Los gobiernos de Morena deben garantizar austeridad republicana. No puede haber colusión con la delincuencia organizada ni de cuello blanco. Que se respeten los tiempos de los procesos internos y electorales y no a un partido de Estado. Estos son algunos de los lineamientos de la carta de la Presidenta.