Miguel Tirado Rasso
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En la madrugadora carrera presidencial, no hay tiempo que perder. Al menos así lo ven algunos de los destapados oficiales, corcholatas se les denominó desde Palacio, y alguno más, que lucha por su inclusión, aunque no la tiene fácil. Tener los reflectores encima, no tanto por las responsabilidades de sus muy importantes cargos públicos que desempeñan, sino por sus expectativas futuristas, los ha inducido a actuar más preocupados por la aprobación de su jefe, que de la ciudadanía a la que protestaron servir al asumir sus puestos.
Cada quién con su estrategia, procurando cumplir con sus responsabilidades, pero siempre con la mente en su proyecto político que los descubre en declaraciones, entrevistas y actitudes, porque para la 4T, la lealtad a ciegas es una exigencia. Así vemos que, cada vez con mayor frecuencia, la jefa de Gobierno de la capital de la República, Claudia Sheinbaum, hace comentarios sobre temas ajenos a sus tareas, eso sí, políticamente correctos para la 4T, como cuando, en una conferencia de prensa, se sumó a las críticas en contra el Instituto Nacional Electoral (INE), en el debate sobre la falta de recursos para realizar la Revocación de Mandato, acusando al presidente consejero del Instituto, Lorenzo Córdova, de utilizar los recursos públicos para su beneficio. Eso sí, sin aportar más pruebas que sus dichos.
El secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, también le entró a la andanada contra el INE. Su crítica la enderezó contra el Instituto cuando la autoridad electoral hizo público su acuerdo para posponer el proceso de Revocación de Mandato, calificando esa decisión de cálculo político que a nadie conviene e invitándolos a recapacitar. Más recientemente y, quizás pensando que sus ideas pudieran tener alguna resonancia más allá de la Cancillería, tuiteó que en el caso de la venta de la institución bancaria Citybanamex, su patrimonio cultural “debería pasar a propiedad nacional para su preservación.” Una ocurrencia más que propuesta, que, aunque está más allá de su ámbito de competencia, le da presencia mediática.
Por su parte, el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, Ricardo Monreal, aunque no como corcholata oficial, pero sí como aspirante confeso, se sumaría a las críticas morenistas en contra del árbitro electoral, calificando de arriesgada y cerrada la decisión de postergar el proceso de Revocación, además de señalar que el INE se habría extralimitado en sus facultades. Conciliador el senador, al mismo tiempo que afirmaba que el INE tiene recursos de sobra, los convocaba a entablar diálogo con la Secretaría de Hacienda para que los ayude “con un poco… y sacar adelante el ejercicio.” Algo que quizás no resulte tan políticamente correcto para la ortodoxia de Morena que, desde hace un buen rato le declaró la guerra al INE y a sus consejeros. Pero, así las juega el senador Monreal.
Y es que, el también Coordinador de la bancada de Morena en el Senado, transita por un camino cada vez más sinuoso en esta larga competencia política. Sus bonos decayeron ante el fuego amigo que le cargó la responsabilidad de las derrotas electorales en la Ciudad de México en los comicios del año pasado. “Haiga sido como haiga sido”, la posición política de Monreal se ve alejada de Palacio Nacional, y en el actual estilo de gobernar, para efectos futuros, no es buen pronóstico.
El senador representa una pieza necesaria para sacar adelante los cambios legislativos que interesan a la 4T. No es una tarea fácil, que requiere experiencia, sensibilidad y habilidad política, cualidades que las tiene el senador Monreal. Quizás por eso y porque se ve rezagado en la competencia, el senador ha decidido ser firme en sus posicionamientos, declarándose abiertamente en contra de la aplicación de la encuesta como método para la selección del candidato presidencial, e inconforme con la sucesión adelantada, que considera un error, por las pugnas políticas inesperadas que ha generado al interior de Morena. Dos decisiones tomadas en Palacio, desde donde se han encargado de que quede muy claro que esa es la ruta y no hay de otra. Habrá que ver cuánto resiste Monreal.