Miguel Tirado Rasso
mitirasso@yahoo.com.mx
Sin falsas modestias y para su personal orgullo
Alejandro Moreno podría afirmar,
el partido soy yo, y ni quien se lo discuta.
Con una foto y el encabezado que dice “Alito pide que regresen al PRI”, se publicó la nota sobre el aniversario 96 del otrora partidazo (Excésior, página 17). Una noticia que, en términos generales, pasó desapercibida para la clase política, aunque siempre habrá la explicación de que, entre los acontecimientos internacionales y locales que nos bombardean a diario y la presencia casi virtual del tricolor en el escenario político nacional, lo que suceda en este partido, hace rato que dejó de ser noticia.
En su discurso, el presidente del PRI, Alejandro “Alito” Moreno, lanzó críticas a los gobiernos de Morena, como todo partido de oposición que se respete. Censuró a los morenistas, más con retórica que otra cosa, porque, al parecer, otras son las prioridades de su dirigencia. Hasta la fecha, continua como gran secreto de estado, la estrategia tricolor para enfrentar políticamente a Morena. Después de acusar a la 4T de haber “desmantelado las instituciones de la República, incluyendo el Poder Judicial y los órganos autónomos”, este dirigente ofreció disculpas por los errores cometidos por su partido, e invitó a los ex militantes a regresar al PRI, para “recuperar lo que construimos en años.”
Alito atinó al ofrecer disculpas por los errores cometidos por el partido, si es que las dirigió a los ex priistas que, decepcionados, decidieron abandonar al tricolor, ante las reformas a los estatutos del Revolucionario Institucional, que él promoviera, y con las que acabó con la democracia interna del organismo. Y es que, una de las últimas reformas impuestas “democráticamente” por el campechano, fue la de aprobar su reelección, casi profiriana.
Bajo su dirigencia, se aprobaron reformas en asambleas con derecho de admisión que quitaron funciones a los órganos colegiados para concentrarlas en la presidencia del CEN. En virtud de éstas, pasaron a ser exclusivas de “la persona titular de la presidencia” facultades que antes eran propias del Comité Ejecutivo Nacional y del Consejo Político.
Ahora, es el presidente del PRI quien designa y remueve a los coordinadores de su bancada en las cámaras del Congreso de la Unión y en los Congresos estatales (Art. 89 frac lll). Asimismo, es quien elige y registra a los candidatos a cargos de elección popular federal, estatal y municipal (Art. 89 frac X). Goza, además, de un derecho de atracción exclusivo, que le permite un control total del partido (Art. 89 frac Xll). Sin falsas modestias y para su personal orgullo, Alejandro Moreno podría afirmar, el partido soy yo, y ni quien se lo discuta.
Pero, aunque este dirigente tenga otros datos, su desempeño al frente del tricolor deja mucho que desear. La casi centenaria institución, atraviesa por su peor época. Inclusive, con riesgo de perder su registro como partido político nacional. De su hegemonía, ni el recuerdo. Como resultado de la elección federal del año pasado, el PRI se redujo a una quinta fuerza política en la Cámara de Diputados, con una bancada de 37 legisladores de 500, siendo superado por partidos como el Verde Ecologista y el del Trabajo. En el Senado, representa la tercera fuerza política con 14 senadores de 128, empatado con el partido Verde.
Al finalizar el gobierno de Enrique Peña Nieto, el tricolor gobernaba en 12 estados de la República. Durante el sexenio de la 4T, el PRI se fue encogiendo bajo la dirigencia de Alejandro Moreno. En las elecciones federales de 2021, perdió 8 gubernaturas; en 2022, ganó una elección para gobernador (Durango), pero perdió dos que gobernaba, y en 2023 perdió el bastión priista del Estado de México, aunque conservó el estado de Coahuila. Al concluir el gobierno del fundador de Morena, el PRI solo gobierna dos entidades (Coahuila y Durango). Alito solo pudo ganar dos elecciones para gobernador de 34 comicios celebrados en el sexenio anterior.
El actual dirigente tricolor ha roto récords. Si en las elecciones federales de 2018, el tricolor obtuvo la peor votación de su historia con 16.40 por ciento de votos, en 2024, ya bajo su mando, este partido obtuvo menos del 10 por ciento de votos, en un desplome brutal. Tras las elecciones de 2022, el priista impondría una nueva marca. Es el único presidente del PRI en perder 10 gubernaturas al hilo en dos años. Ya lo que vino después ni para que contar.
Alejandro Moreno no entiende razones. Aunque feliz con su partido de cuates e incondicionales, no deja de preocuparle como decrece su militancia. Ahora pide perdón e invita a que se sumen al PRI todos los que se han ido, pues se está quedando solo. Eso sí, nada de apertura a las críticas ni puertas abiertas a personajes destacados que le hagan contrapeso. No es para tanto.