Miguel Tirado Rasso
De pronóstico reservado podríamos calificar la elección para gobernador del Estado de México del próximo 4 de junio, si nos atenemos a los números que arrojan las encuestas publicadas recientemente, si es que todavía estos ejercicios nos merecen algún crédito.
Finalmente, después de fintas, titubeos, acuerdos, desacuerdos y negociaciones, las cuatro principales fuerzas políticas del país eligieron a sus candidatos para esta contienda. En el caso de tres de ellas, PRI, PAN y PRD, la decisión no fue sencilla por el número de aspirantes y su peso político. Así que, los procesos de selección de candidatos fueron desarrollándose de acuerdo a las circunstancias, usos y costumbres, de cada partido político, aunque en los tres, se optó por quien aparecía mejor posicionado en las encuestas.
En Morena, la definición en favor de Delfina Gómez, ex alcaldesa de Texcoco (2012-2015), no tuvo mayor problema, toda vez que ésta se dio vía el dedazo, al más viejo estilo de los tiempos de gloria del tricolor. Una edición renovada que Morena ha adoptado como método para la elección de sus candidatos a cargos de elección popular, y que ejerce el dueño y fundador del partido, Andrés Manuel López Obrador, de manera indiscutida e incuestionable.
Por el PRI, Alfredo del Mazo, frustrado aspirante hace seis años, en esta ocasión logró la ansiada candidatura, sin que, aparentemente, hayan quedado en el camino víctimas electorales que lamentar, por lo que la disciplina del tricolor, sigue siendo una ventaja frente a las divisiones internas que se dan en otros partidos a la hora de la denominación de candidatos. Aquí, el PRI va en alianza con el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y el Partido Encuentro Social (PES).
En el PAN, Josefina Vázquez Mota, terminó de deshojar la margarita y aceptó la candidatura que la dirigencia de su partido le había ofrecido desde un principio y que, por algunas presiones internas y otras externas, la mantenían indecisa y, a su partido, inquieto y preocupado. El Sol Azteca, muy a su estilo, resolvió hasta el último momento, la postulación de su personaje para la gubernatura, no sin sus acostumbradas pugnas, denuncias y amenazas de renuncia al partido de parte de los perdidosos en la elección interna. De alguna manera, al interior del PRD se logró el consenso para apoyar a Juan Zepeda, quien fue ya alcalde de Netzahualcóyotl (2012-2015), aunque sin descartar la amenaza de una fractura que acabe de enterrar políticamente al partido.
Hasta antes de que se anunciara la postulación del candidato perredista, las encuestas señalaban un empate técnico entre los candidatos del PRI, PAN y Morena (periódicos Reforma y El Universal). El PRI, como partido, no vive su mejor momento. 42 por ciento de los encuestados señaló que nunca votarían por él, contra 14 por ciento que no lo haría por Morena, 13 por ciento por PRD y 8 por ciento por el PAN. Además de que el 79 por ciento está a favor de que haya un cambio en los colores de gobierno.
En los últimos meses, el tricolor ha perdido 6.6 puntos, mientras que Morena ha ganado 6.5, lo que como partidos, también los coloca en una situación muy pareja en cuanto a preferencias (PRI, 15.6 por ciento; PAN, 13.3 por ciento; Morena, 11,6 por ciento, y PRD/PT, 11.5 por ciento). Tampoco le ayuda al PRI la desaprobación del Presidente Enrique Peña Nieto (80 por ciento) y pese a que el 53 por ciento aprueba el trabajo del gobernador Eruviel Ávila, el 72 por ciento piensa que las cosas se le han salido de control, el 61 por ciento cree que el Estado de México va por mal camino y la opinión de que la economía, la calidad de vida, la inseguridad y la violencia han empeorado, es mayoritaria.
Habría que decir que, aunque pareciera que todos aspirantes a la gubernatura del estado ya están en plena campaña electoral, formalmente todavía no son candidatos hasta que el dos de abril, de acuerdo al calendario aprobado por la autoridad electoral, sus partidos los registren con ese carácter para qué, entonces sí, a partir del día siguiente arranque, oficialmente, el periodo de campaña.
Tal y como lo muestran las encuestas, la alianza del PRI con PVEM y el PES no parece que haya sido una buena inversión y se ve difícil que, al final de la campaña, sus aliados lleguen a fortalecer su votación. Son dos partidos que carecen de presencia en el estado y, el primero, se está desvaneciendo y el segundo, no acaba de aparecer. Lo que se veía como un paseo para Alfredo del Mazo, está resultando más difícil de lo esperado, con todo y los apoyos locales y federales.
El PAN con Josefina, puede dar la pelea, está en competencia y, sí se suman todas las fuerzas panistas, tiene posibilidades. Ni para que mencionar en qué condiciones de competencia habría estado, en el caso de que la alianza PAN-PRD se hubiera concretado.
Morena, sorprende con sus dos candidatos, porque Delfina Gómez anda muy echada para delante y ni que decir del tabasqueño que sabe que todos los votos que logre sumar Morena en esta elección serán parte de su capital electoral para el 2018, así que es la entidad a la que le va apostar todo.
El PRD, por su parte, anda en pleno naufragio. Ya su otrora aliado en este proceso, el Partido del Trabajo, declaró que irá por su cuenta y, no es de extrañar, que lo convenzan de sumarse a alguna de las otras tres fuerzas políticas. Qué le parece con el PRI, al que no le caería nada mal un poco de ayuda. Pero tan poco es descartable que el Sol Azteca, aunque a su candidato no le va muy mal en las encuestas, aplique la filosofía del voto útil y opte por buscar alianza con quién parezca ser el más aventajado. Después de todo, el PRD requiere urgentemente de una dosis de oxígeno.