Miguel Tirado Rasso
Preocupante la situación en la que se encuentra el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Según declaraciones de su actual presidente nacional, Manuel Granados, al Sol Azteca le estalló una crisis financiera, de tal magnitud, que lo ha dejado sin recursos para solventar el pago de la próxima quincena de sus 200 trabajadores sindicalizados.
El partido que lograra sumar a los principales partidos de izquierda en un proyecto político común, y que, en su mejor momento, se convirtiera en la segunda fuerza política del país, compitiendo al tú por tú con el PRI por la presidencia de la República, ve con dificultad llegar a su trigésimo aniversario.
Y es que, los males de este instituto no sólo son de carácter económico. De hecho, estos son la consecuencia de una larga y añeja serie de errores, abusos y excesos cometidos por varios de sus dirigentes que vieron en este partido un excelente medio para satisfacer sus intereses políticos y económicos, y, con ese propósito, se dedicaron a explotarlo, varios años, hasta llevarlo a la bancarrota política y financiera en que actualmente se encuentra.
Las luchas fratricidas por el control del partido, lo fueron desgastando, además de ser la causa por la que sus principales personajes, fundadores y ex dirigentes, decidieron alejarse, renunciando a su militancia. Pero ni estas llamadas de alerta contuvieron la ambición de quienes se consideraban con derecho a seguir dirigiendo los destinos de su organización, a pesar del declive que ya padecía en su posicionamiento político a nivel nacional, y de sus fracasos electorales, cada vez más frecuentes.
A lo largo de sus 29 años de vida, el PRD ha tenido 17 presidentes, de los cuales únicamente 5 completaron su período. Cuatro dirigentes, dejaron la presidencia para asumir otra tarea política, pero el resto, ocho, ocuparon la dirigencia por meses, entre interinatos, disputas y renuncias, lo que da cuenta de la inestabilidad y dificultades para la gobernabilidad de un partido integrado por varias corrientes, cuya característica no es precisamente la conciliación, y sus intereses son muy diversos.
Mal y de malas. Este partido en su catástrofe electoral de julio pasado, además de haber perdido su bastión, que era la CDMX y las gubernaturas de Morelos, Tabasco y Veracruz, ésta en alianza con el PAN, perdió el registro en 10 entidades. En la Cámara de Diputados se quedó con sólo 23 diputados y en la de Senadores, para colmo, de ocho escaños que había alcanzado, su bancada quedó reducida a cinco legisladores, porque dos se incorporaron a la fracción del PAN y uno más prefirió irse con el partido Verde, en una muestra de su solidez ideológica.
El 5.3 por ciento de votos obtenidos en julio pasado, la votación presidencial más baja de su historia, es lo que ahora está repercutiendo en sus finanzas. Se calcula que el PRD recibirá, de financiamiento público, alrededor de 390 millones de pesos en 2019, cien menos de los que recibió este año, lo que no le alcanzará para cubrir sus gastos de operación y para el pago de compromisos y multas. Desde el mes de agosto, el Sol Azteca está cubriendo una multa de 125 millones de pesos, impuesta por el INE por irregularidades cometidas durante la campaña electoral de 2012.
Como medida de emergencia, el dirigente perredista ha planteado la liquidación total de los integrantes del Sindicato Unido del PRD. En un principio a través de un programa de retiro voluntario que no funcionó del todo, pues sólo el 30 por ciento de los trabajadores lo aceptó. Al resto, sobre 130, serán liquidados. El recorte incluye, también, a aproximadamente 60 empleados de confianza y, aunque todavía no cuenta con los recursos para sus liquidaciones, señaló estar seguro de poder salir adelante de este compromiso. El Sol Azteca necesita bajar su nómina mensual de 16.5 millones a 5 millones de pesos, para poder cumplir con sus trabajos partidistas.
Pero ahí no terminan las penurias económicas de este instituto político ni la de los otros partidos de oposición, cuyas finanzas tampoco se encuentran en su mejor momento. En una jugada maquiavélica de Morena, los legisladores de este partido han planteado una iniciativa para recortar el financiamiento público de los partidos políticos a la mitad. Una propuesta que responde al clamor popular de reducir las prerrogativas de estas organizaciones, que difícilmente podría encontrar opositores. Salvo que, analizando las condiciones en que quedaron los otrora partidos grandes PRI, PAN y PRD, tras el huracán tabasqueño, la posibilidad de que estos se conviertan en un contrapeso político funcional, conveniente y necesario para el juego democrático del país, se perdería, ante la falta de recursos suficientes para operar.
Esta circunstancia le permitiría al jefe del Ejecutivo y su partido gobernar, prácticamente, a sus anchas. Sin oposición al frente. Al mejor estilo de los tiempos del partido casi único. Algo que costó muchos años superar y cuya evolución hizo posible, precisamente, las alternancias que hemos vivido.
Valdría la pena meditar bien sobre la disminución de las prerrogativas y valorar las consecuencias de tal medida en las circunstancias políticas de nuestra realidad actual. Porque el remedio puede resultar más grave que la enfermedad.