TEMAS CENTRALES Corrupción, el gran lastre de Morena

Fecha:

Miguel Tirado Rasso
mitirasso@yahoo.com.mx

Pero resultó que el gobierno de la
Cuarta Transformación, no tenía la
menor intención de llevar a la práctica
acciones en contra de la corrupción
del pasado y, menos, voltear a ver la del presente.

En la retórica de la 4T, con insistencia se afirma que ellos no son igual a los de antes, que no son lo mismo que los gobiernos conservadores. Y, a la menor provocación, lo repiten, preocupados por dejar bien asentado que son diferentes. Y, en efecto, hay grandes diferencias, pero en ciertos aspectos, los morenistas no solo se parecen a los políticos del pasado neoliberal, sino que los han superado, particularmente, en las malas artes.

El fundador de Morena enarboló la bandera de la honestidad. Honestidad valiente, fue su lema de campaña en algún momento. Contra la corrupción y los malos manejos de los gobernantes, arremetió con furia en sus discursos, lo que le allanó el camino a la Presidencia de la República. Se trataba de un tema sensible y la gente creyó que el nuevo gobierno, efectivamente, combatiría la corrupción.

Pero resultó que el gobierno de la Cuarta Transformación, no tenía la menor intención de llevar a la práctica acciones en contra de la corrupción del pasado y, menos, voltear a ver la del presente. Abrir carpetas de investigación a funcionarios neoliberales por presuntos actos de corrupción, no fue prioridad ni interés de Morena, aunque el tema de la lucha contra la corrupción fuera la constante en los discursos de Palacio. Siempre resultó, antes y ahora, políticamente aprovechable y correcto, declarar la guerra a la corrupción.

El gobierno pasado se ufanaba de haber acabado con la corrupción. No una sino varias veces, el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, agitó, en su púlpito de Palacio Nacional, un pañuelo blanco como señal de que la corrupción había quedado eliminada del servicio público. La realidad, sin embargo, fue otra. El jefe del Ejecutivo, en su maquiavelismo político, optó por dejar hacer y dejar pasar en materia de corrupción, desestimando las irregularidades y corruptelas que se cometían en su gobierno. Ya no digamos abrir una investigación. Por el contrario, cuando se llegó a cuestionar la honestidad de algún servidor público, desde la Presidencia hasta el partido Morena se encargaron de defender al presunto infractor. “Para no manchar al movimiento,” decían.

En el blog Desarmar la Corrupción que publica Nexos, se señala el manejo diferenciado en el tema de combate a la corrupción en los gobiernos de Enrique Peña Nieto y el de Macuspana. En el sexenio priista (2012-2018) doce gobernadores fueron sometidos a procesos judiciales, acusados de diversos delitos, y sentenciados. Mientras que, en el gobierno de la 4T (2018-2024), de trece gobernadores que fueron denunciados y acusados por diversos ilícitos, ninguno fue sujeto a proceso ni mereció una investigación.

Pero en contra de la visión optimista y tolerante del gobernante tabasqueño que presumía haber acabado con la corrupción, investigaciones periodísticas, nacionales y extranjeras, y de agencias de inteligencia de otros países, mostraron otros datos. La corrupción, lejos de haberse eliminado, escaló a niveles insospechados. Porque, además del resultado de estas investigaciones, en un increíble afán por alardear, en redes sociales, una vida de lujos, viajes y placeres a la que antes no tenían acceso, los mismos personajes se auto incriminan, al publicar despilfarros que no son congruentes con sus ingresos declarados.

Cada vez son más los personajes de alto perfil de Morena que incurren en contradicciones cuando tienen que explicar el origen de propiedades o ingresos extraordinarios. Al estilo de su ex jefe, cuando el enredo les impide justificar sus posesiones, califican los cuestionamientos de politiquería, de complot, de críticas de “poderosos” que no perdonan las políticas en favor de los pobres. Muletillas que no funcionan para acreditar su honorabilidad.

Cómo puede ser que un hermano del ex mandatario tabasqueño, que nunca ha trabajado en el sector privado y sus cargos en la vida pública han sido pocos y modestos, sea propietario, según su propia declaración patrimonial, de 13 ranchos y cientos de cabezas de ganado. Todo pagado al contado y con dinero en efectivo. Él afirma que no esconde nada, pero el problema no es lo que tiene, sino cómo lo adquirió. Por el parentesco, estaría obligado a ser, particularmente, transparente y muy preciso en señalar el origen de los recursos que le permitieron adquirir esos bienes. Sólo para no dar lugar a especulaciones.

En fin, que, en el gobierno del segundo piso, tampoco parece entusiasmarles mucho tener que dar seguimiento a las denuncias sobre casos de corrupción que se multiplican. Pero, por el bien de este gobierno, tendrán que sentar precedentes, aplicar la ley y sancionar a quién resulte culpable. La impunidad ya es intolerable.

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