viernes, marzo 29, 2024

Tecuilan y el volcán que cuida a los jaliscienses

* El abrazo cálido del agave envuelve con siete combinaciones.
* Fabricación, procesos de destilación y avatares históricos.
* “Tahona y Fiesta”, extraordinaria obra del muralista Gabriel Flores.
* Fray Juan Calero fundó Santiago de Tequila el 15 de abril de 1530.
* En 1600, Pedro Sánchez de Tagle instaló la primera destilería.
* Tequillan o Techinchán significa la tierra de los tributos.

Adrián García Aguirre / Tequila, Jalisco
Heriberto Vázquez Ponce, nacido en Nahuatzen, Michoacán, adoptado por este Pueblo Mágico jalisciense hace más de dos decenios, nos condujo por sus callejuelas y por los senderos de esa tierra en cuyos llanos, al pie de un colosal volcán, la madre Naturaleza designó el lugar, hasta donde llegamos con un cielo encendido en un atardecer incomparable.
Aquí –dice Heriberto, supervisor de los jimadores que colectan las hojas de agave y bajo los arcos de la terraza de la señorial casona- el volcán de Tequila vigila y cuida esta tierra emblemática de Jalisco cargándola de misterio, de donde surge el espíritu mestizo objeto de este viaje por un pedacito de la patria impecable y diamantina.
Y lo entendimos así, comenzando a sentir el abrazo cálido del agave convertido en siete indescriptibles combinaciones, servidos al ritmo de música vernácula del mariachi Son Tequilense, entre las vigas añejas de un recinto que fue testigo de acontecimientos históricos como el de la Revolución mexicana y la guerra cristera de 1926.
Al día siguiente observamos la labor de los jimadores, vimos cómo se inició la fabricación del tequila, la evolución de los procesos, analizamos los avatares históricos del lugar y aprovechamos para charlar con los trabajadores, quienes fueron por una mula que, a la antigüita, jaló el rodillo que muele el bagazo del agave; pero en la tierra de las diosas del tequila no se debe jugar pues la tarea es durísima y agobiante.
Ésta cuenta la historia de esa deidad mexica representada en la figura de una joven con cuerpo pintado que carga una doble cuerda de algodón sin hilar, asomándose por una penca de esa planta verde azulada.
En los antiguos códices aparece con una nariguera de jade y una vasija de barro, signos de la mala suerte, objetos portadores de presagios que simbolizaban el hecho de que, todos quienes nacieran en un día relacionado con esa diosa, terminarían mal, añadiéndose la cuerda de algodón que significa adulterio y perdición, defectos derivados de la embriaguez.
Vázquez Ponce nos llevó al patio principal de “La Perseverancia”, deteniéndonos frente al extraordinaria obra pictórica del muralista Gabriel Flores, que, en 1969, recreó la leyenda de Mayahuel, quien vivía con su abuela Tintzimitl, estrella que intentaba impedir que saliera el sol; pero un día no vio a su nieta y le pidió a otros astros que le ayudasen a buscarla.
La abuela descubrió a su nieta como una rama, la despedazó y dio los restos a otra estrella para que la devorara, según las describió el artista en ese mural llamado “Tahona y Fiesta”, que también representa la forma antigua de producir el tequila, así como los sentimientos y emociones que se experimentan mientras se disfruta de la célebre bebida.
Otro mural de mosaico veneciano, diseñado por José María Servín en 1960, muestra la historia del tequila y la evolución de los procesos de producción, así como su íntima relación con la cultura nacional, explicando que Quetzalcóatl tomó los restos de Mayahuel y los enterró para que de ellos brotara la planta tradicional de estas tierras.
Paso a paso, el mural refiere que los grupos indígenas originarios de esta región de Jalisco fueron conquistados en 1530 por Cristóbal de Oñate, quien ordenó fueran catequizados por el fraile Juan Calero, quien los trasladó al cerro del Chiquihuitillo, fundando la población de Santiago de Tequila el 15 de abril de 1530.
Sin embargo –narra Heriberto- en 1541 hubo una gran rebelión indígena en Tequila y otros pueblos de la región, dando como resultado la ejecución de varios frailes, incluyendo a Calero, acto que encontró respuesta en la cruel represión ordenada por Antonio de Mendoza.
El virrey acudió a la región y tomó el control de la situación, aplastando la revuelta, aplicando los mismos métodos atroces de exterminio usados por Nuño de Guzmán en la conquista del Michoacán y el sometimiento de los purépechas.
La bebida fermentada del agave ya se consumía; pero sin destilar, y no fue sino hasta que Pedro Sánchez de Tagle fundó en 1600 la primera destilería de agave, creando así la primera planta productora de tequila, recuerda el doctor Fernando Ávila Murillo, sommelier de la empresa Sauza, quien ofreció una sesión didáctica con las diferentes variedades de la bebida mexicana.
Heriberto Vázquez Ponce narra que en Tequila existe un fuerte arraigo religioso y las actividades del campo se realizan con encomiendas a los santos tutelares, a imágenes religiosas y, antes de que empiece la temporada de lluvias, los campesinos realizan una peregrinación en torno al Señor de los Rayos.
“Le piden –explica- que llueva sin tormenta para que la jima sea abundante, tras lo cual los campesinos van al templo y dan gracias durante la Feria Nacional del Tequila, del 29 de noviembre al 13 de diciembre de cada año, luego de celebrar con fervor la fecha de la aparición de la virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac”.
La antigua tierra de los tributos -Tecuilan, Tequillan o Techinchán para las tribus chichimecas, toltecas, otomíes, nahuas, tecoxines y caxcanes comandadas por el cacique Tenamaxtli- tiene aire de respeto, de limpieza y de disposición para el visitante, con el volcán como el guardián y fondo que transmite con su presencia la firme voluntad de su gente.
El clima de Tequila es subtropical semiárido, con inviernos y primaveras secos y templados, con una temperatura que oscila, según la época del año, entre los 23 y los 36 grados centígrados, con una temporada de lluvias que se prolonga de junio a octubre.
El doctor Ávila Murillo narra que, en 1873, Tequila alcanzó la categoría de ciudad y, tras la caída de Porfirio Díaz en 1910, se inició una época única para esa población jalisciense que se proyectó al resto de la nación: “Actualmente, el tequila es uno de los productos más importantes con los que se reconoce a México en el mundo”.
Tequila y su célebre vino-mezcal -como lo llamaron los antiguos pobladores de esas inmensas llanuras -, fueron reconocidos en julio de 2006 como Patrimonio Mundial de la Humanidad, incluido el infinito paisaje de agaves azules que, hasta donde la vista se pierde, abarca mil 700 kilómetros cuadrados de ese territorio, en el cual, desde hace cuatro siglos, se rinde culto a una bebida que simboliza el nacionalismo mexicano en la máxima de sus expresiones.

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